En el "badiu" de la Rahola AGUST? FANCELLI
Tach¨¢n. La cita es en la calle del Rector, en Badalona, a las diez de la ma?ana. Para ser una republicanaza independentista y divorciada no est¨¢ mal la calle que Pilar Rahola se ha buscado para vivir, me digo. Resulta que Rahola invita el primer d¨ªa de campa?a a desayunar a su casa. Pues qu¨¦ bien. Llego al lugar con cara de periodista a las diez de la ma?ana. Ding, dong. Salen a saludarme un perro y cuatro o cinco gatos. Tras ellos, la candidata, sonriente. El cau de la Rahola es moderno, todo en madera, estilo sauna finlandesa. Vivido. Lleno de cachivaches. A ella le gusta mostrar su cau. Me baja a la cueva donde tiene sus instrumentos de tortura; a saber: la mesa de trabajo, pesas, un artefacto para abdominales y una bicicleta est¨¢tica. "En resistencia seis, hago quince kil¨®metros diarios", escucho sumiso que me dice. Me muestra una pared llena de fotos: est¨¢n todos sus ex, tanto familiares como pol¨ªticos. Entre los segundos, Pujol d¨¢ndole un premio y Carod mir¨¢ndola esquinado. "Era poco antes de la escisi¨®n. ?Ves esta otra? Aqu¨ª, justo aqu¨ª, Colom me estaba diciendo: "Pilar, tenemos que romper". Colom se lo dec¨ªa a Rahola al pie del campanile de San Marcos. Buen lugar para rupturas rom¨¢nticas. De hecho, la pareja hab¨ªa viajado hasta Venecia para asistir a otra escisi¨®n, la de la Padania del resto de Italia, ¨®pera bufa con libreto de Bossi. A lo tonto, a lo tonto, Colom y Rahola se contagiaron del jolgorio y, zas, decidieron separarse. No el uno del otro, cuidado, sino los dos de Esquerra Republicana. Colom no es ning¨²n ex de Rahola. No. De hecho est¨¢ all¨ª, en el badiu, esperando a que la candidata termine el tour de la maison. ?Qu¨¦ es el badiu? Nada malo, de verdad. Seg¨²n el Alcover / Moll, as¨ª se le llama en Badalona al patio trasero de la casa. Salimos al badiu. Hay una docena de periodistas con cara de periodistas a las diez de la ma?ana. Y m¨¢s gatos, y otro perro. "Soy animalista militante", pronuncia rotunda la candidata. Glups. "Tengo muchas ideas al respecto. Nada de halcones para exterminar a las palomas, sino palomares ecol¨®gicos: les das de comer productos anticonceptivos y problema solucionado". Colom la escucha sumiso. Al rato se va a un mercado para apoyar a otra candidata (?menos animalista?). Al rato llega otro candidato para apoyarse en la candidata. Es el europe¨ªsta Xavier Bosch, procedente de una intervenci¨®n en Catalunya R¨¤dio. "?C¨®mo ha ido?", le pregunta la candidata. "Bien", le responde el candidato. "Ocho minutos", le precisa el candidato. La conversaci¨®n se vuelve ahora mon¨®logo raholiano, un repaso de los que considera sus atractivos electorales: ser mujer, animalista, un punto antisistema, republicana e independentista. Por este orden. El ¨²ltimo cachivache que muestra la candidata a este enviado especial al badiu es la pipa de la paz que le regalaron los indios sem¨ªnolas. "S¨®lo la tenemos Juan Carlos y yo", comenta, sin precisar cu¨¢l de los dos la tiene m¨¢s larga. Va fuerte Rahola. Se la ve segura, aunque no fina. Muy al contrario: recia. Por mor de la gimnasia, y porque en estas elecciones no hay un duelo Roca-Maragall, ni escisiones a la vista, ni nada que la atemorice. Y ella sabe que tiene la pipa suficientemente larga como para invitar a la prensa a desayunar en su badiu sin problema alguno. Seguro que Molins no la tiene tan larga para hacer lo mismo.
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