Nuestra violencia cotidiana
El jueves 20 de mayo las Brigadas Rojas asesinaron en Roma a Massimo d'Antona. El lunes 24 las brigadas est¨²pidas de hinchas provocaron la muerte de cuatro personas en Salerno. Dos delitos cuyos or¨ªgenes no podr¨ªan ser m¨¢s diversos: provoca estupor quien afirma que ambos derivan de una marginaci¨®n gen¨¦rica, de un impreciso malestar social. Los dos tr¨¢gicos acontecimientos s¨®lo tienen en com¨²n la elecci¨®n despiadada de la violencia. (...) La verdadera tragedia est¨¢ en la negativa capacidad de adaptaci¨®n con la que la opini¨®n p¨²blica italiana ha constatado el regreso de las agresiones violentas en los ¨²ltimos tiempos. (...)
Ahora se queja de que la polic¨ªa no es capaz de prevenir o eliminar los excesos de los hinchas. Y se acusa a los servicios secretos de no haber avisado del resurgimiento del terrorismo. (...) Pero la verdad es que, por cansancio o frivolidad, el pa¨ªs se ha adaptado a convivir con las peque?as y medianas ilegalidades debilit¨¢ndose hasta el punto de esperar de forma pasiva la explosi¨®n de las grandes. El aumento de atentados a sedes pol¨ªticas y sindicales de los ¨²ltimos meses no ha provocado ninguna reacci¨®n. (...) Las Brigadas Rojas o las est¨²pidas pueden resurgir siempre. Pero, antes que a ellas, lo primero que hay que eliminar es el clima de resignaci¨®n. Por desgracia, las primeras respuestas del Gobierno de D'Alema son insuficientes: no se combate la violencia con la llamada a la tranquilidad. (...) Ni siquiera con el gui?o c¨®mplice, a pesar de D'Antona, a los ex terroristas hambrientos de una clemencia que no se merecen.
30 de mayo
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