?lex Calvo-Sotelo trata en una comedia el problema del paro en Espa?a
"Se buscan fulmontis" se estrena en M¨¢laga
La proyecci¨®n, ayer, en la secci¨®n a concurso del II Festival de Cine Espa?ol de M¨¢laga de la ¨®pera prima del realizador ?lex Calvo-Sotelo dej¨® una sensaci¨®n inicial agradable. Se buscan fulmontis aborda en tono de comedia el tema del paro en Espa?a con una muy competente direcci¨®n de actores, dejando ecos de Ken Loach. Sin embargo, la pel¨ªcula cojea con un final endulzado que hace dudar de sus tesis progresistas. La banda sonora, firmada por Los Enemigos y Raimundo Amador, es otro de los alicientes del filme.
En un cine, el espa?ol, en el que no abunda precisamente la mirada cr¨ªtica sobre la realidad y en el que, con alguna excepci¨®n ilustre -Enrique Gabriel, el Fernando Colomo de Eso; Fernando Le¨®n-, a nadie parecen interesarles los suburbios, el paro, las empresas de trabajo temporal o el acoso sexual al m¨¢s (a la m¨¢s) d¨¦bil, Se buscan fulmontis, la ¨®pera prima de ?lex Calvo-Sotelo, segundo filme a concurso, sorprende agradablemente.Si bien su t¨ªtulo sugiere una influencia mayor, nada menos que la de Full monty, una de las grandes pel¨ªculas populares del ¨²ltimo cine europeo, el contenido, y sobre todo el tono, apuntan a un cruce entre la comedia costumbrista y la mirada airada de un Ken Loach perdido por el madrile?o barrio de San Blas.
Las relaciones afectivas y los problemas laborales de tres amigos -uno de ellos negro, fruto de los amores de su madre con un soldado americano de Torrej¨®n-, m¨¢s la hermana de uno de ellos est¨¢n vistos con una enorme simpat¨ªa por Calvo-Sotelo. Tanta, que llega a flaquear en la secuencia final, en la que una clausura del relato en t¨¦rminos de coleguismo con los personajes -un final que huele a pasteleo con el espectador, que pasa por encima de la l¨®gica de la historia hasta entonces contada y que incluso pone en duda el rigor ideol¨®gico desde donde se cuenta- amenaza derribo hacia una pel¨ªcula no ya simp¨¢tica, sino incluso necesaria.
Aplomo
Tiene Calvo-Sotelo habilidad para meter al espectador en la vida, ciertamente bien poco estimulante, de sus cuatro personajes y sus circunstancias. Demuestra, adem¨¢s, un considerable aplomo para mantener un tono que, sin dejar de denunciar constantemente las condiciones de vida de las clases subalternas en este dudosamente feliz final de milenio, no hace de la calamidad la ¨²nica baza posible. Y deja en evidencia su habilidad para trabajar con un elenco de ilustres secundarios que brillan (casi) todos con luz propia. Por mencionar a alguno, en la retina se queda la luminosa mirada de la joven Sonia J¨¢vaga y el aplomo de Guillermo Toledo, sin dem¨¦rito para el resto del elenco, donde se encuentran, asimismo, Antonio Molero, Javivi, Enriqueta Carballeira o Ernesto Arango.El director asumi¨® cierto tono ca?ero y dijo que "es bueno golpear al espectador de alguna manera, cuanto m¨¢s golpees y hagas el rid¨ªculo, mejor". Al director madrile?o no le agrad¨® demasiado la comparaci¨®n con Ken Loach, del que dijo que le gustan "s¨®lo un par de pel¨ªculas". "No le debo nada", a?adi¨®. Tras justificar que no haya escenas de sexo -"me aburren much¨ªsimo"- en una cinta donde los protagonistas se proponen ejercer de gigol¨®s para "ganar un past¨®n" y evitar los "humillantes trabajos" que les ofrecen para malvivir, Calvo-Sotelo asegur¨® que el trabajo se ha convertido en Espa?a "en un art¨ªculo de lujo". Una discusi¨®n de tinte ideol¨®gico sobre el final de la pel¨ªcula, donde los cuatro protagonistas, en un gesto de "dignidad", deciden rechazar un trabajo como reyes magos para elegir su camino como gigol¨®s por cuenta propia, llev¨® al actor Antonio Molero a declarar que "hoy nadie es ¨ªntegro al ciento por ciento; todos los que tienen un trabajo se tienen que bajar los pantalones alguna vez".
El equipo de actores alab¨® el plan de ensayos de Calvo-Sotelo y exigi¨® que este sistema sea una constante en el cine espa?ol, a tenor de los buenos resultados conseguidos. Una fiesta donde tocaron Los Enemigos, y Raimundo Amador clausur¨® la jornada.
Babelia
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