Matanzillas
Dios, su dios, el dios de las batallas, les cr¨ªa y ellos se juntan. Ellos son Ynestrillas, el gatillo m¨¢s r¨¢pido de Majadahonda, y Matanzo, el sheriff jubilado que impuso la ley, su ley, la ley del m¨¢s bruto, a las orillas del Manzanares.A Matanzo le despidi¨® de mala manera ?lvarez del Manzano, sin agradecerle los servicios prestados como mamporrero de guardia, ejecutor insomne y entusiasta del trabajo sucio del Ayuntamiento. Exterminar del paisaje urbano los ¨²ltimos vestigios de la agonizante pero persistente movida madrile?a, criadero de presuntos votantes socialistas, era una tarea digna de H¨¦rcules, comparable a la limpieza de los establos de Aug¨ªas, el m¨¢s ingrato y vil de los trabajos que tuvo que afrontar el h¨¦roe mitol¨®gico.
Esta vez, don ?ngel Matanzo Espa?a se presenta a las elecciones municipales como cabeza de lista de AUN (todav¨ªa), Alianza por la Unidad Nacional, cuyo cabecilla y l¨ªder indiscutible es Ricardo S¨¢enz de Ynestrillas, indiscutible porque resulta muy arriesgado discutirle cualquier cosa a este fil¨®sofo defensor de la dial¨¦ctica, de los pu?os y de las pistolas.
El capo de AUN todav¨ªa tiene pendiente una sentencia por un delito de homicidio frustrado sobre el ¨²ltimo individuo que discuti¨® con ¨¦l. No era, por cierto, una discusi¨®n muy patri¨®tica, ni una controversia ideol¨®gica, ni un debate teol¨®gico sobre la unicidad indisoluble de Espa?a, sino un vulgar asunto de trapicheo de drogas.
Aquella noche el bravo Ricardo llevaba, cuentan testigos presenciales, una cogorza del tama?o del Valle de los Ca¨ªdos, fruto quiz¨¢ de largas horas de fervorosos brindis a la salud de la patria, y tambi¨¦n llevaba una pistola que utiliz¨® para meterle tres tiros en el cuerpo a su interlocutor y presunto camello. No actu¨® el fogoso Ricardo como vengador justiciero, indignado por esa lacra de la drogadicci¨®n que corrompe a nuestros j¨®venes, a los que el riesgo inminente del desmembramiento patrio les trae completamente sin cuidado mientras haya pastillas accesibles, alcohol barato y coca¨ªna adulterada a precios populares.
No fue eso, el airado Ricardo se subi¨® sobre el cap¨® del coche de la v¨ªctima y le asest¨® tres tiros a trav¨¦s del parabrisas porque, al parecer, el interfecto se hab¨ªa negado a fiarle un gramo de farlopa, la dosis de coca que el indiscutible l¨ªder necesitaba para no desfallecer en su ingente labor pol¨ªtica.
A partir de ahora, Ynestrillas podr¨¢ descargar parte de ese peso sobre las sufridas espaldas de Matanzo, buen encajador y fajador nato, que tras ser desterrado por Manzano trat¨® de volver a los cuadril¨¢teros en las pasadas elecciones de la mano del PIE, una presunta y esperp¨¦ntica plataforma independiente, que ten¨ªa entre sus privilegiados cerebros al doctor Cabeza, precursor de Gil y del gilismo en el sufrid¨ªsimo atleti.
Con exc¨¦ntricos como Matanzo a su lado, al buen Manzano le resultaba imposible centrarse; el sheriff encargado de pacificar el salvaje oeste de la movida armaba demasiado jaleo cuando abat¨ªa a sus v¨ªctimas, pieles rojas que ofrec¨ªan su artesan¨ªa aut¨®ctona en la plaza de Santa Ana o arrendatarios de peque?os ranchos noct¨¢mbulos que hac¨ªan la competencia a los tradicionales amos de los reba?os de la noche.
Matanzo no se ha movido, ni siquiera ha tenido que cambiar de chaqueta o de disfraz para desembarcar en la m¨¢s ultramontana y cerril de las ultraderechas, su territorio natural.
Manzano, sin embargo, se ha visto obligado a cambiar a toda prisa su escenario tras la sensible p¨¦rdida de Enrique Villoria, veterano secundario, imprescindible fact¨®tum de la compa?¨ªa que perdi¨® los papeles e hizo mutis por el foro cuando los focos le pusieron en evidencia.
Una de las mayores ventajas del centrismo es su facilidad para desplazarse a izquierda y derecha seg¨²n convenga, en funci¨®n de las tendencias y de los ¨ªndices de audiencia del electorado.
?ndices y tendencias muy alejados, para bien de todos, del ideario, si lo hubiera, del AUN. Ni el fichaje de Matanzo ni la gesta de Majadahonda parecen buenos argumentos ante el potencial electorado. Tal vez deber¨ªan contratar a Villoria, que se debe de estar aburriendo.
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