Un resistente en Hernani
Los radicales nunca han perdonado a Rekondo, de EA, que arrebatase en 1991 a HB la alcald¨ªa de la localidad guipuzcoana
Un d¨ªa de junio de 1995, las calles de Hernani (Guip¨²zcoa) amanecieron manchadas con una consigna: "Hay que hacerle la vida imposible a Rekondo". Aquella emboscada gr¨¢fica le ha tenido en jaque cuatro a?os. Jos¨¦ Antonio Rekondo (Hernani, 1959) nunca imagin¨® que ese d¨ªa hab¨ªa empezado para ¨¦l una partida de ajedrez, y eso le atorment¨®, tanto como la amenaza.Rekondo, de Eusko Alkartasuna (EA), recuper¨® entonces de su pasado el apodo de Fisher, como era conocido por amigos, vecinos y compa?eros de facultad antes de adquirir notoriedad p¨²blica por su afici¨®n al ajedrez. Fue el hombre que destron¨® a HB de la alcald¨ªa de Hernani, un feudo de la coalici¨®n abertzale entre 1979 y 1991. El tripartito PNV-EA-PSE le aup¨® y le mantiene a¨²n hoy en la alcald¨ªa. Han sido ocho a?os de "resistencia", dice, sobre todo esta ¨²ltima legislatura, distinguida por la agitaci¨®n en una localidad de algo m¨¢s de 18.000 habitantes donde las algaradas han estado a la orden del d¨ªa. Durante su paso por la Facultad de Historia en la Universidad de Deusto fue cultivando su formaci¨®n pol¨ªtica sin descanso, pues preparaba con m¨¢s empe?o intelectual su catecismo ideol¨®gico que las asignaturas de la carrera. En clase, recuerdan sus compa?eros, atend¨ªa devotamente cualquier explicaci¨®n sobre la historia del Pa¨ªs Vasco, sabedor de cu¨¢l era su destino inmediato.
Se arrim¨® pronto al PNV, donde encontr¨® acomodo en una corriente de opini¨®n que existi¨® en ese partido hasta mediados de los 80 (los bultzagilles, los que empujan) y cuyos integrantes se aproximaron a EA tras la escisi¨®n. Con el carn¨¦ peneuvista ingres¨® en el Ayuntamiento en 1983, aunque poco despu¨¦s entr¨® en EA.
Su pensamiento pol¨ªtico es heterodoxo, igual que su dec¨¢logo ideol¨®gico. Hasta tal punto es as¨ª que en las filas de EA est¨¢ considerado como un berezi (especial), "un bicho un poco raro que va por libre", aunque tampoco se distingue por provocar conflictos internos. Su cautivadora oratoria se acompa?a de un af¨¢n por aumentar sus conocimientos practicando su afici¨®n preferida: devorar libros de ensayo.
Pasar¨¢ a la historia el pleno municipal en el que tomaron posesi¨®n de sus cargos los miembros de la actual corporaci¨®n y Rekondo result¨® reelegido. Aquella batalla campal, con luz y fot¨®grafos, fue el preludio de cuatro a?os de "defensa de la libertad" por encima de la ideolog¨ªa. Dice que esta actitud decidida, a pecho descubierto, "ha merecido la pena", aunque ha tenido que pagar el precio de la amargura y la incomprensi¨®n de algunos correligionarios. Y tambi¨¦n malos tragos, como el d¨ªa en que un grupo de violentos se concentr¨® vociferante frente a su domicilio, donde se encontraban, solos y aterrorizados, sus tres hijos peque?os.
A las puertas de las elecciones, al frente de la lista conjunta PNV-EA, Rekondo delibera si la partida de ajedrez tiene un final con vencedores y perdedores o acabar¨¢ en tablas.
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