El taconeo rebelde
S i hubiera nacido en Par¨ªs, en vez de hacerlo en el Sur, probablemente ahora se dedicar¨ªa a la danza cl¨¢sica. Cristina Hoyos (Sevilla, 1947) siente tal pasi¨®n por el baile, tal necesidad de dibujar pentagramas con su cuerpo,que suele repetir lo de Par¨ªs en las entrevistas. Contumaz y peleona, Hoyos abraz¨® la rebeld¨ªa como una forma de ser y sigue fiel a ella. Comenz¨® por dar la vuelta a sus complejos infantiles (se ve¨ªa "canija", fe¨²cha y pecosa) creci¨¦ndose sobre las tablas como una fuente de seducci¨®n y sensualidad. De peque?a se enfrent¨® al destino de ni?a pobre (la familia sobreviv¨ªa gracias a la costura materna y a las incursiones simult¨¢neas del padre en la fotograf¨ªa y en la alba?iler¨ªa) en cuanto el azar y el trabajo le echaron una mano. De mayor batall¨® contra un c¨¢ncer de mama sin compasi¨®n y, a los pocos meses, se plant¨® de nuevo sobre un escenario para decir "Arsa y toma". Su ¨²ltimo paso adelante, ajeno por completo al baile, ha sido apuntarse a la candidatura socialista del Ayuntamiento de Sevilla. Apenas un trazo desdibujado (cierra la lista en el puesto 33), pero clarificador para decir con qui¨¦n est¨¢: "La ciudad necesita avanzar y modernizarse". Cristina Hoyos se suma as¨ª al tropel de independientes cualificados que los partidos incorporan para dar lustre a sus candidaturas, como ha sido el caso de la regatista Theresa Zabell, incluida en la lista que presenta el Partido Popular al Parlamento Europeo. Obviamente, lo suyo es el baile. Desde chica, se enganchaba a la radio que le compr¨® su padre para dibujar formas con el cuerpo. La flexibilidad de Hoyos viene de entonces: cuando se elevaba sobre las puntillas de sus alpargatas para bailar sevillanas. La afici¨®n de la ni?a acab¨® en una escuela local, donde dej¨® patente su facilidad para asimilar cualquier t¨¦cnica. A los 10 a?os abandon¨® los estudios para arrimar el hombro como bordadora, pero sigui¨® bailando en un programa infantil (Galas Juveniles), en pueblos y as¨ª, hasta que a los 16, pese a la mogijater¨ªa moral de la ¨¦poca, conoci¨® su primer tablao. Durante los tres a?os siguientes, Hoyos bail¨® a diario para los turistas que visitaban Sevilla. Lo aprovech¨® para "coger fuerza" y las maletas hacia Madrid, el ¨²nico horizonte con alternativas al espect¨¢culo folcl¨®rico-costumbrista. Lejos, adem¨¢s, de las fiestas de se?oritos andaluces, que la obligaban a entrar por la puerta del servicio. La bailaora cambi¨® los guiris y el clasismo por los intelectuales y la izquierda: Carlos Saura, Antonio Gades, sobre todo Gades, el maestro que la ayud¨® a estilizar el flamenco y que la descubri¨® en el tablao madrile?o El Duende. Desde 1969 hasta 1975, cuando el bailar¨ªn se retir¨®, Hoyos fue su pareja en los escenarios. Y sigui¨® si¨¦ndolo cuando Gades regres¨® cinco a?os despu¨¦s, en El amor brujo, Carmen y Bodas de Sangre, tras ser reconocida como primera bailaora solista del Ballet Nacional de Espa?a. "A la sombra, pero a gusto, porque es importante ser la pareja del mejor", dir¨ªa en 1996. Hasta que lleg¨® el momento de rebelarse de nuevo, de examinarse en solitario, de bailar por bailar, sin interpretar un personaje fuera del cine -actu¨® en Montoyas y Tarantos, de Vicente Escriv¨¢, Los ?ngeles, de John Berger, y en la serie Juncal-, de regresar a las ra¨ªces. Con su propia compa?¨ªa, despu¨¦s de 20 a?os junto a Antonio Gades, estren¨® con gran ¨¦xito Ritmos flamencos y Sue?os Flamencos. Su arte fue reconocido con el Premio Nacional de Danza de 1990, aunque la bailaora se siente casi m¨¢s apreciada fuera que dentro. A veces ha lamentado de que la vieran m¨¢s en Par¨ªs que en M¨¢laga, por ejemplo. La idea del retiro la tienta desde hace a?os, cada vez con los pies m¨¢s doloridos. En el 96 asegur¨® que le quedaba "poco tiempo", pero lo cierto es que acaba de presentar en Sevilla un nuevo montaje, Al comp¨¢s del tiempo, que sigue en cartel. Vista su trayectoria, se dir¨ªa que es un nuevo signo de pelea y rebeld¨ªa, incluso contra s¨ª misma. TEREIXA CONSTENLA
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