Uniforme de campa?a para el ba?o de masas
Como no tiene perros que pasear, se levanta pasadas las ocho de la ma?ana, para cuando ya tiene preparado el desayuno (buenos nutrientes y complejo vitam¨ªnico) y los peri¨®dicos del d¨ªa sobre la mesa. Superado el matutino cabreo de los titulares, pone rumbo a la sede y ultima la agenda del d¨ªa, que en estas fechas se alarga hasta la medianoche y consta de varios actos institucionales, visitas electorales a mercados y plazas, almuerzo con la militancia de alg¨²n pueblo, un m¨ªnimo de dos m¨ªtines y cena con sus colaboradores m¨¢s directos. Entre un acto y otro, la carretera y cientos de kil¨®metros que recorrer a bordo de su Alfa Romeo, que conduce ¨¦l mismo y al que s¨®lo tienen acceso su jefe de prensa y su asesor de protocolo. Es la jornada electoral del candidato a la Generalitat por el PP, Eduardo Zaplana, a la que dedica no menos de 15 horas y que le est¨¢ reportando aut¨¦nticos ba?os de masa, en los que reparte besos a diestro y siniestro y firma aut¨®grafos como si se tratara de un personaje de la far¨¢ndula. Sonrisa Profid¨¦n y paciencia infinita son requisitos de obligado cumplimiento para reclamar el voto. Igual le da hablar con la huevera del mercado de Canals, con la se?ora de alta alcurnia que reci¨¦n salida de la peluquer¨ªa exige una silla bien situada para escuchar su discurso en Alcoy, que con el mercadillero de Benig¨¤nim que aprovecha para plantear sus quejas. El caso es contactar con el mayor n¨²mero posible de personas, y s¨®lo dispone de 14 d¨ªas para ello. Todo cuenta y todo vale. Responde a los piropos con gui?os que espera se traduzcan en votos, igual prueba un trozo de queso que un pastel, y s¨®lo se confiesa sorprendido cuando en la plaza mayor de alg¨²n pueblo cientos de personas, banderolas en ristre, esperan la llegada de la caravana electoral formando c¨ªrculo, a lo Bienvenido M¨ªster Marshall. Lo de la imagen lo lleva a rajatabla, y desde la madrugada del 28 de mayo, cuando arranc¨® la campa?a electoral en el paseo del puerto de Alicante, no ha cambiado de uniforme: pantal¨®n amarillo, camisa clara rayada, chaqueta azul y mocasines. Lo m¨¢s c¨®modo. En el portaequipaje del coche viajan el traje oscuro y las corbatas, por si entre beso y beso tiene que actuar de presidente. "?Guapo!" y "?Morenazo!" son los piropos m¨¢s habituales que le dedican las mujeres en los mercados. Con el capacho de la compra al brazo, le siguen y le tocan como si fuera un divo. "Si hubiera sabido que ven¨ªa me pongo otra ropa", comenta una. "?Qu¨¦ ganas ten¨ªa de conocerlo en persona!; he sido la primera en besarlo y voy otra vez", replica la amiga para dar envidia. "?Que me rompen los huevos!", gritaba una tercera en Canals protegiendo la compra por encima de la marabunta. El auditorio se repite una y otra vez: muchas mujeres y muchos jubilados. No hay j¨®venes, y el candidato lo ha notado, porque en los discursos nunca tutea y siempre, siempre, habla de la reducci¨®n en las listas de espera para operarse, de las pensiones y de las ayudas a las amas de casa. No tienen mucho ¨¦xito en esta campa?a los productos made in PP. En los puestos que inalterablemente se instalan en la entrada principal del local elegido para el mitin se amontonan botellas de vino con la efigie de Aznar, camisetas de Zaplana, pins, caramelos y mecheros. Pocos compran, y muchos son los que dan codazos para agenciarse un abanico, una gorra o una fotograf¨ªa, que se distribuyen gratuitamente. A la hora del almuerzo aprovecha para abrir su carpeta, repasar conceptos, introducir mensajes y tachar los pueblos visitados. La lista es larga, y todav¨ªa le quedan muchos de Castell¨®n, Valencia y Alicante para cumplir la cuota marcada: una barbaridad. Hasta superado el ecuador de la campa?a se ha negado a replicar a su principal oponente, el socialista Antoni Asunci¨®n, pero el mitin de ayer anuncia cambios y cierta elevaci¨®n del debate. Hasta Gandia, s¨®lo iron¨ªas: "Dicen que van a emitir un v¨ªdeo sobre corrupci¨®n, cuando nosotros tenemos material para hacer un largometraje", comenta entre risas. Con cientos de kil¨®metros a cuestas, la caravana llega por la noche a Valencia. Quien mejor define la jornada es Daniel, el conductor del monovolumen en el que viajan los periodistas: "Para habernos matado".
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