Los indonesios acuden hoy a las urnas en busca de una ruptura radical con el pasado
ENVIADO ESPECIALIndonesia tiene hoy una cita con la historia. Elije libremente por primera vez desde 1955 el Parlamento que ha de devolver la democracia al pa¨ªs. La apuesta es fuerte y el riesgo muy alto. El resultado de las urnas es imprevisible. El favorito es el nacionalista secular Partido Dem¨®crata de Indonesia por la Lucha (PDI-P) que encabeza Megawati Sukarnoputri, un ama de casa que arrastra masas. El objetivo del PDI-P, con el apoyo de otros partidos, es derrotar de forma convincente al Golkar, el partido del ex presidente Suharto, que se ha deshecho de la vieja guardia.
Tras dos semanas largas de campa?a, ha quedado claro que los indonesios ans¨ªan el cambio. Sin embargo, la peculiaridad del sistema pol¨ªtico de Indonesia les hace temer que el Golkar sea capaz de mantenerse en el poder. De ocho de la ma?ana a dos de la tarde, unos 130 millones de los 210 millones de indonesios est¨¢n llamados a vivir una experiencia que s¨®lo los m¨¢s viejos recuerdan: elegir el favorito entre un amplio abanico de partidos, 48 en esta ocasi¨®n. Las ganas de participar son intensas y se prev¨¦ una alta concurrencia en el cuarto pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo. En juego hay 462 esca?os del Consejo Representativo Popular (DPR), la C¨¢mara baja del Parlamento indonesio, que se complementa con otros 38 consejeros elegidos por el Ej¨¦rcito.Estos 500 diputados se reunir¨¢n a partir de agosto para nombrar, quiz¨¢s en noviembre, el futuro presidente de Indonesia, el verdadero gobernante del pa¨ªs. Lo que se constituir¨¢ entonces es la Asamblea Consultiva Popular (MPR), formada por 700 miembros: los 500 del DPR y otros 200 asamble¨ªstas elegidos a raz¨®n de 135 representantes de parlamentos provinciales y 65 representantes de organizaciones sociales y profesionales.
La tortuosidad de este proceso es lo que convierte en tan vol¨¢til la elecci¨®n de hoy. No hay garant¨ªa de que aun ganando, el partido de Megawati -al que unos sondeos que hay que tomar con precuaci¨®n, dada la fragmentad¨ªsima y fr¨¢gil estructura del pa¨ªs, otorgan en torno a un tercio de los votos, un magn¨ªfico resultado a todas luces- est¨¦ en condiciones de auparla a la presidencia. Tanto como en el DPI-P, los indonesios est¨¢n pendientes de la suerte del Golkar, del que se teme que sea capaz de sumar los suficientes votos y parlamentarios como para que con el apoyo de partidos menores y la extraordinaria capacidad de manipulaci¨®n que permite la elecci¨®n de los 200 asamble¨ªstas adicionales de la MPR se garantice la reelecci¨®n a finales de a?o de Habibie.
Indonesia quiere una ruptura clara con el pasado. Megawati puso, seg¨²n algunas estimaciones, un mill¨®n de personas en la calle la v¨ªspera de que el Golkar apenas congregara a 4.000 en su mitin de cierre de campa?a en Yakarta. La hija del presidente Sukarno, el l¨ªder musulm¨¢n moderado Adburrahman Wahid y el imprevisible Amien Rais se han comprometido en una coalici¨®n, a la que se atribuyen entre el 40% y el 45% de los sufragios, cuya primera misi¨®n es acabar con Habibie y el Golkar. Hay rencillas entre ellos, muy agrias entre los dos islamistas, que les han impedido concertar el candidato presidencial. Y tampoco han ofrecido a los indonesios programas, ni alternativas, ni ideas sobre el futuro del pa¨ªs. S¨®lo les han dicho que se propon¨ªan acabar con la corrupci¨®n y el nepotismo legados por el r¨¦gimen de Suharto, entre grandes aclamaciones populares.
Los ingentes problemas que tiene Indonesia -crisis econ¨®mica, educaci¨®n, sanidad, tensiones centr¨ªfugas, enfrentamientos ¨¦tnicos y religiosos...- no han sido abordados por los candidatos de la oposici¨®n. El Golkar ha aireado los incuestionables logros de Habibie -elecciones democr¨¢ticas, libertad de prensa, estabilizaci¨®n de la econom¨ªa, detenci¨®n de la ca¨ªda en picado del PIB y control de la inflaci¨®n- y ha prometido abundar en ellos.
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