La paz, el miedo
MARTA SANTOS Coco Chanel dijo que "todo lo que es moda, se pasa de moda". Hubo un tiempo en que ser "de izquierdas" era una moda y por eso se pas¨®. Era moda porque, de pronto, hab¨ªa lavadora, seiscientos y ni?as topolino, y porque los hijos de la burgues¨ªa se aburr¨ªan en la universidad que no veas. Que no me vengan con el cuento de que Felipe Gonz¨¢lez era hijo del pueblo porque su padre "ten¨ªa una vaquer¨ªa". ?Qui¨¦n ten¨ªa una vaquer¨ªa en aquel entonces y enviaba al ni?o a la universidad? Mi abuelo no ten¨ªa vaquer¨ªa: ten¨ªa dos vacas y a su hijo s¨®lo lo mandaba al esp¨¢rrago, y no para freirlo precisamente. Koldo Unceta que, adem¨¢s de ser inteigente fue profesor m¨ªo en la universidad, lo explic¨® una vez en clase. A ¨¦l le extra?aba el pasmo generalizado ante el cambio de chaqueta del que surgi¨® la "beautiful people"; al fin y al cabo, seg¨²n ¨¦l, esos ex popes de la izquierda lo ¨²nico que hab¨ªan hecho era regresar psicol¨®gicamente a su clase originaria, la que les vio nacer. All¨ª seguir¨¢n, cosa que me alegra, porque as¨ª s¨®lo nos vemos las caras los que somos; es decir, ninguno: todos vamos al sal¨®n en cuanto nos regalan la entrada. Hace poco volv¨ª a escuchar las viejas cintas del concierto de Raimon en Madrid, aquel del a?o 76. Y no llor¨¦, oye. Hubo un tiempo en que lloraba y todo. Para que luego nos canten lo de "volver a los diecisiete": si esa edad no daba m¨¢s que quebrantos, y una iba por la casa tarareando "la pau no es m¨¦s que por" al pie de la letra. Menos mal que no tengo el v¨ªdeo, porque no soportar¨ªa volver a ver la cara de aquella chica que sal¨ªa a la derecha, con los pelos largos y m¨¢s l¨¢grimas que la Dolorosa, como si de un momento a otro fuese a caer del techo Espartaco. Si embargo, Sore la Por seguir¨¢ siendo una de mis canciones emblem¨¢ticas. Mucho m¨¢s que Diguem no, que era un himno , o Al vent, que era un poema y para eso prefiero a Lluis Llach. Sobre la Por -"Sobre el Miedo"- es una canci¨®n superviviente porque se le puede aplicar la doble lecura que siempre hay que aplicar: la psicol¨®gica. Cuando , entonces, Raimon cantaba "muchas veces la paz no es m¨¢s que miedo, miedo de ti, miedo de mi, miedo de los hombres que no queremos la noche", pod¨ªamos interpretarlo como las cucharadas de aguantop¨®n que tragamos de la mano del B¨²nker o del Pacto de la Moncloa, que s¨®lo las tragamos por el canguelo de "calla y firma, que vuelve Mola y la cagamos, Flannaghan". Entonces paz era pax, y el miedo era muy concreto. Ahora paz ya no es que entren en casa despu¨¦s de tocar el timbre, y miedo no es s¨®lo pensar "a ver si esta vez tampoco tocan el timbre...". Ahora, y quiz¨¢ siempre, paz es pagar la hipoteca, seguir casado con esa se?ora que viene por el pasillo con la sopa, aguantar a esos ni?os -que en qu¨¦ hora, que en qu¨¦ estar¨ªa yo pensando-, seguir dici¨¦ndole al jefe "si, don Federico, no faltaba m¨¢s". Paz es ver M¨¦dico de familia con la familia, para que ya no falte ni un gramo de paz. Casarte con "el novio, ese ser" y, antes del divorcio, esperarte a pagar el piso, tener dos hijos y que se te caiga el cruzado m¨¢gico de Playtex. Eso es Paz. Es decir, miedo. Har¨ªa falta ser el Alcoyano para levantarse por la ma?ana y romper con esa paz enquistada que nos "cierra las bocas y nos ata las manos". Pero tambi¨¦n hac¨ªa falta valor para irse a Francia y volver con libros prohibidos y anticonceptivos. Para la reuni¨®n clandestina, la paliza, el orinar sangre durante quince d¨ªas. Para pasar dos noches en preventiva por mucho que pap¨¢ te sacara, porque pap¨¢ siempre dec¨ªa "hijo, por qu¨¦ te metes, por qu¨¦, si yo te pongo bufete". Y el hijo, entonces como ahora, deb¨ªa responder: "porque hay que cambiar". Acaso el cambio haya que comenzarlo por los cimientos: arrancando el miedo de las ra¨ªces que nos llevan a comulgar con ruedas de molino y a creer que la vida "es as¨ª". No temer a la noche porque la noche est¨¢ metida dentro de esa pac¨ªfica aceituna que te est¨¢s comiendo un domingo por la ma?ana, como cualquier otro domingo, a la hora del verm¨².
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