Votos blancos
Las cosas se mezclan a veces de una manera extra?a. Uno est¨¢, por ejemplo, con un libro en las manos y la televisi¨®n encendida, cuando sucede lo que sigue: el libro es un volumen del poeta ?ngel Gonz¨¢lez y en Telemadrid dan una entrevista electoral con ?lvarez del Manzano; el libro re¨²ne los textos y poemas que el autor de ?spero mundo ha ido escribiendo sobre la vida y la obra Antonio Machado a lo largo de casi cuatro d¨¦cadas; en la pantalla, ?lvarez del Manzano invita a la gente a pasar por las urnas en los comicios municipales de este fin de semana y, en un momento determinado, repite esa idea tan conocida seg¨²n la cual "el que no vote, luego no puede quejarse". ?Por qu¨¦? ?Con qu¨¦ derecho condenan los pol¨ªticos a la categor¨ªa de ciudadanos de segunda clase y sin derecho a protestar a quienes por desencanto, convicci¨®n, falta de inter¨¦s o simple aburrimiento no piensan dar a nadie su voto del domingo? En su trabajo sobre Machado, ?ngel Gonz¨¢lez cuenta los secretos de su elecci¨®n, en 1927, como miembro de la Academia. Parece que al genio de las Soledades y Campos de Castilla no le apetec¨ªa demasiado ingresar en la instituci¨®n y que su nombre pudo salir a escena y vencer a otros aspirantes como Gabriel Mir¨® y Eduardo Marquina por dos motivos, ambos manipulados por el general Primo de Rivera: o bien se trataba de una de esas operaciones de maquillaje consistentes en usar el prestigio literario y la integridad ideol¨®gica del maestro como prueba de la tolerancia del dictador, o bien era una forma de librarse de otro pretendiente indeseado, Niceto Alcal¨¢ Zamora. Al final dio lo mismo, porque Machado no lleg¨® a terminar nunca su discurso de ingreso. Desde luego, las dos situaciones resultan incomparables: en primer lugar, porque por desgracia nuestro problema actual no es elegir entre dos personas de talento e integridad irreprochables como Antonio Machado y Gabriel Mir¨®; en segundo lugar porque la de Machado es una poes¨ªa que "hace lo que dice", seg¨²n la expresi¨®n de Pedro Salinas rescatada por ?ngel Gonz¨¢lez en su trabajo, est¨¢ formada de palabras claras y profundas, expresa mucho m¨¢s de lo que significa y, por lo tanto, es justo el fen¨®meno opuesto a toda esa labia c¨ªnica y espumosa a la que se suben los candidatos a alcalde, presidente de comunidad o diputado europeo para parecer m¨¢s altos, m¨¢s brillantes, m¨¢s dignos de confianza. Saltando de discurso en discurso, de eslogan publicitario en eslogan publicitario, muchos se sentir¨¢n incapaces de distinguir a unos de otros y llegar¨¢n a la conclusi¨®n inevitable de que lo que les piden es optar entre un vendedor de humo y otro vendedor de humo que si gana har¨¢ una ciudad maravillosa, solidaria, llena de ¨¢rboles, de plazas iluminadas, sin delincuencia, con centros de acogida a los inmigrantes, con trabajo de sobra, hospitales, asilos, escuelas y bla-bla-bla-bla. Una de las consecuencias de esa verborrea anti-machadiana que consiste en no decir casi nada pero hacerlo muy alto y dos veces, es que algunos se nieguen a creerlos, que los castiguen con su indiferencia. Se me ocurre que en las democracias esa indiferencia o ese disgusto tienen su expresi¨®n en el voto en blanco. Se me ocurre, tambi¨¦n, que el desprecio hacia esos votos en blanco es injusto y que si el resto de los votos tiene su reflejo en las C¨¢maras, ¨¦ste tambi¨¦n deber¨ªa tener el suyo. ?C¨®mo? Es f¨¢cil: si hay un treinta por ciento de votos en blanco, que haya un treinta por ciento menos de diputados. ?sa ser¨ªa una forma de representar el descontento de un n¨²mero de ciudadanos hacia los pol¨ªticos en general. Quiz¨¢ algunos de los viejos embaucadores ser¨ªan as¨ª sustituidos por j¨®venes capaces de entender y respetar estas palabras de Antonio Machado: "Lo corriente en el hombre es la tendencia a creer verdadero cuanto le reporta alguna utilidad. Por eso hay tantos hombres capaces de comulgar con ruedas de molino. Os hago esta advertencia pensando en algunos de vosotros que habr¨¢n de consagrarse a la pol¨ªtica. No olvid¨¦is, sin embargo, que lo corriente en el hombre es lo que tiene de com¨²n con otras alima?as, pero que lo espec¨ªficamente humano es creer en la muerte. No pens¨¦is que vuestro deber de ret¨®ricos es enga?ar al hombre con sus propios deseos; porque el hombre ama la verdad hasta tal punto que acepta, anticipadamente, la m¨¢s amarga de todas".
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