La batalla de San Sebasti¨¢n
Existe la impresi¨®n generalizada de que en las pr¨®ximas elecciones va a haber pocas sorpresas. El electorado ha ido solidific¨¢ndose en torno a un bipartidismo imperfecto, roto s¨®lo cuando los nacionalismos perif¨¦ricos han hecho surgir subsistemas pol¨ªticos, no menos consolidados. El PSOE salvar¨¢ la cara, merced a la lealtad de sus votantes y por comparaci¨®n con el descalabro de las europeas del 94. Quiz¨¢ podr¨¢ incluso remediar en parte el desaguisado que en 1995 provoc¨® el camino de soledad dictado a IU por Anguita, recuperando Asturias y algunas capitales andaluzas de manos del PP. Pero por lo visto en la campa?a a sus principales l¨ªderes, nada hace pensar en un vuelco que sirviera de pr¨®logo a una victoria en las parlamentarias del pr¨®ximo a?o. Los salientes del PP se desenvuelven con plena seguridad: en Madrid, un personaje tan tosco como el alcalde ?lvarez del Manzano se permite en el debate televisivo descalificar de plano a Fernando Mor¨¢n, evocando incluso un supuesto origen pol¨ªtico com¨²n de ambos. Zafio de pies a cabeza, pero convencido de que la victoria del domingo no se le escapa. A este panorama de sosiego, no escapa el Pa¨ªs Vasco. El Pacto de Lizarra esparce sus beneficiosos efectos pacificadores y de los aguaceros de agresiones en meses anteriores s¨®lo queda alguna que otra amenaza de muerte, el recordatorio de que la partida de la porra no olvida a sus posibles blancos -algo de lo que doy fe a t¨ªtulo personal- y autom¨®viles quemados de los que piensan que Euskal Herria debe ser ante todo una realidad cultural. Por comparaci¨®n con el ayer no lejano, un verdadero para¨ªso, que lleva a los defensores de los derechos hist¨®ricos a improvisar loas a ese frente nacionalista que convenientemente apoyado por los dem¨®cratas -frente al insensato ensayo pret¨¦rito de aislar a la entra?able HB- dar¨¢ lugar nada menos que a una Espa?a grande. Claro que a semejante optimismo cabr¨ªa oponer la cautela que recomienda un refr¨¢n vasco: "Onaren bakea gaiztoak nai dion artio", "La paz del bueno, hasta que quiera el malo". Las elecciones vascas del 25-O mostraron ya una cara cordial del nacionalismo, con un PNV que aplazaba toda reivindicaci¨®n pol¨ªtica hasta el 2003, actitud desmentida al d¨ªa siguiente de los comicios. La tregua en la kale borroka confirma la hip¨®tesis de que nada tiene de espont¨¢neo y es un instrumento manejado a voluntad por HB-EH. El mensaje subliminal es claro: dadnos la hegemon¨ªa absoluta en Euskadi por las urnas y tendr¨¦is la paz. En otro caso, ateneos a las consecuencias. No hubo muertos en estos meses, pero s¨ª una pr¨¢ctica nacionalsocialista de agresiones y amenazas para doblegar al adversario pol¨ªtico, supuestamente antivasco, mirada con complacencia desde PNV y EA. El respeto que puede inspirar entonces el PNV no es el que nace de una gesti¨®n ecu¨¢nime de las instituciones democr¨¢ticas. En espera de las arremetidas que cabe esperar de un Arzalluz victorioso con Otegi, la forma de respeto se expresar¨ªa mejor con el vocabulario taurino de la estaci¨®n. Paz, di¨¢logo y democracia son los instrumentos para resolver el problema. El optimismo ingenuo est¨¢ de m¨¢s. De ah¨ª el papel central de las apretadas luchas electorales en las capitales vascas, descontada la primac¨ªa del PNV en Bilbao. Una victoria del frente abertzale en Donostia y Gasteiz permitir¨ªa la entrada en juego de la presi¨®n anticonstitucional desde la Asamblea de Municipios, representante en apariencia de la totalidad de la CAV. Legitimar¨ªa, entre comillas, la batalla ling¨¹¨ªstica de imposici¨®n del euskera en todos los ¨¢mbitos, en nombre de una normalizaci¨®n que recuerda el sentido de la pol¨ªtica antidemocr¨¢tica estalinista tras la Primavera de Praga. En el plano simb¨®lico, especialmente en el ¨¢mbito donostiarra, ser¨ªa el signo de que la capital, emblema del liberalismo guipuzcoano, hab¨ªa sucumbido al sitio de las fuerzas herederas del carlismo decimon¨®nico. De ah¨ª que estas elecciones, por un pu?ado de votos, puedan constituir un punto de inflexi¨®n en la historia vasca.
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