El asesino se lleva los focos
Vitoria dej¨® de respirar sosiego un aciago mes de enero de 1998. Desde entonces y hasta hace menos de dos semanas, una de las ciudades con mayor calidad de vida de Espa?a se vio sobresaltada por la actividad delicitiva de un asesino en serie. Cuatro muertes violentas en un a?o han roto todas las estad¨ªsticas sobre seguridad ciudadana objetiva de la capital alavesa. A la frase hecha "nunca digas de este agua no beber¨¦, ni este cura no es mi padre", algunos vitorianos, alarmados por la sensaci¨®n de inseguridad, hab¨ªan empezado a a?adir en sus conversaciones "ni la tranquilidad de Vitoria es como la pinta la oficina de turismo del consistorio". Juan Luis Larra?aga, Koldo, de 38 a?os, natural de Azkoitia, autor confeso de dos de los cuatro ¨²ltimos asesinatos que atemorizaron a la capital alavesa, fue detenido el 29 de mayo por efectivos de la Ertzaintza en Madrid y con su arresto la polic¨ªa vasca espera que los cuadros comparativos vuelvan a su cauce habitual y Vitoria recupere el cartel de ciudad tranquila y siberiana que nunca quiso perder. De hecho, los homicidios no vinculados con la pol¨ªtica en Euskadi ascendieron en sus capitales a 18 durante todo el a?o pasado. El ¨ªndice de delitos por 1.000 habitantes no aguanta comparaci¨®n con el resto de capitales espa?olas: a modo de ejemplo, mientras en Bilbao ascienden a 60 y en Vitoria alcanzan 18, Sevilla (con m¨¢s de 700.000 habitantes) sube a 84 y capitales sensiblemente m¨¢s populosas como Madrid o Barcelona muestran ¨ªndices de 74 y 60 delitos por 1.000 habitantes, respectivamente. Alejados de los asesinatos en serie, las estad¨ªsticas de la Ertzaintza y las tres polic¨ªas locales vuelven a la normalidad desgranando los habituales delitos contra el patrimonio (estrella de la estad¨ªstica), seguidos muy de lejos por las lesiones, las amenazas o las coacciones. De hecho, en San Sebasti¨¢n,por ejemplo, es m¨¢s f¨¢cil resultar atropellado por un veh¨ªculo que sufrir un robo a punta de navaja. La probabilidad es diez veces superior, seg¨²n aseguran las estad¨ªsticas. Hoy, la principal causa de muerte o de lesiones graves es el accidente de tr¨¢fico. Otra cosa suced¨ªa hace diez meses, antes de que fuera declarada la tregua de ETA. Aunque el terrorismo nunca ha elevado escandalosamente los ¨ªndices de inseguridad, la alarma social y, sobre todo, la sensaci¨®n de inseguridad subjetiva que provocaba la kale borroka, colocaba a la capital donostiarra entre las ciudades menos atractivas para el visitante. Bajo la amenaza latente del atentado o el sabotaje callejero, sin embargo, San Sebasti¨¢n ha mantenido en los ¨²ltimos a?os los ¨ªndices m¨¢s bajos de delincuencia grave. El principal delito durante ese periodo, quitando los realizados contra el patrimonio, ha consistido en producir da?os contra el mobiliario urbano, cabinas telef¨®nicas, cajeros bancarios y autobuses. No obstante, y pese a ello, esta ciudad ha conservado la reputaci¨®n de ser la capital m¨¢s segura de Espa?a computando las poblaciones con m¨¢s de 150.000 habitantes, seg¨²n la Guardia Municipal. Y est¨¢ "a a?os luz" de grandes urbes como Par¨ªs o Roma, aseguran las mismas fuentes. Los delitos graves, entre ellos el homicidio, el robo con intimidaci¨®n y violencia y el allanamiento de morada son cuantitativamente una an¨¦cdota frente a los "hurtos al descuido", eufemismo que resume la pr¨¢ctica de los carteristas, esos individuos que afloran al calor de los espacios festivos y los cascos antiguos. Es en esa salsa multitudinaria donde los ladrones aprovechan las grandes aglomeraciones de personas para actuar. Son, sin duda, los principales focos de peligro en San Sebasti¨¢n. No existe, fuera de este ¨¢mbito urbano, ning¨²n barrio o zona especialmente azotada por la delincuencia. Hace 25 a?os, la inseguridad ciudadana s¨ª se concentraba en el ¨¢rea de Bidebieta, poblado por un estrato social medio-bajo. M¨¢s all¨¢ de los habituales tirones a los bolsos, los robos de carteras y espor¨¢dicos atracos a sucursales bancarias, en la capital guipuzcoana la incidencia de la delincuencia ha mantenido una constante, pese a que las fuerzas de seguridad han constatado un aumento en el n¨²mero de denuncias. Muchas denuncias "Es una ciudad donde se denuncia mucho", dicen los expertos en criminolog¨ªa, que tambi¨¦n perciben "la dificultad de frenar el carterismo. La ley no persiga esta pr¨¢ctica con dureza". Han descendido los robos en autom¨®viles, aunque este delito se reactiva en verano contra los veh¨ªculos con matr¨ªculas de fuera de San Sebasti¨¢n. La instalaci¨®n de alarmas, la seguridad que ofrecen los cierres y la baja cotizaci¨®n actual de los radiocassetes han persuadido a los ladrones a la hora de abordar coches ajenos. En cambio, se han incrementado los robos en las playas durante la temporada estival. Los delitos contra la libertad sexual son casi inexistentes. San Sebasti¨¢n ofrece una imagen de seguridad plena en este aspecto, aseguran los responsables de la Guardia Municipal y la Ertzaintza. "Es com¨²n ver a tres j¨®venes mujeres cruzando la ciudad a las cuatro de la madrugada. No ocurre como en Madrid, por ejemplo, que tienen que pedir un taxi en la puerta de la discoteca", comenta un agente de seguridad donostiarra. Cuando la Ertzaintza detuvo hace dos semanas en Madrid a Juan Luis Larra?aga, el autor confeso de dos cr¨ªmenes, Vitoria respir¨® aliviada. Hasta hace 16 meses, la capital alavesa presum¨ªa de tener unos ¨ªndices de criminalidad entre los m¨¢s bajos de Espa?a. Los polic¨ªas municipales y la Ertzaintza s¨®lo se sobresaltaban por la denuncia del tir¨®n de un bolso o un robo de radiocassette. Pero entonces se trunc¨® la racha. Hasta siete cr¨ªmenes se han registrado en el ¨²ltimo a?o y medio, aunque cinco de ellos est¨¢n ya aclarados, seg¨²n reitera la Polic¨ªa vasca, poniendo como buque insignia la larga y costosa operaci¨®n policial que ha llevado a meter entre rejas a Koldo. El ¨ªndice de criminalidad de la ciudad se ha disparado y ha generado psicosis en la sociedad vitoriana. La detenci¨®n de Larra?aga, presuntamente implicado en otros dos cr¨ªmenes adem¨¢s de los que ha confesado, seg¨²n la Polic¨ªa vasca, ha devuelto la tranquilidad, al comprobar que la cadena de sucesos ten¨ªa un ¨²nico responsable. Esta lista oscura no es ¨®bice para que tanto la Polic¨ªa Municipal como la Ertzaintza repitan que Vitoria se puede considerar una ciudad segura. Como es habitual en todas las grandes urbes, los delitos contra la propiedad son los m¨¢s frecuentes. As¨ª, durante el a?o pasado la Polic¨ªa Local tramit¨® 1.884 denuncias por este tipo de incicendias, mientras que la Ertzaintza lleg¨® hasta las 4.512. Una de las cifras que respaldan la impresi¨®n de que Vitoria es una ciudad poco conflictiva es la relativa a los robos con violencia e intimidaci¨®n, los que m¨¢s impresi¨®n causan entre la ciudadan¨ªa. Durante 1998, s¨®lo se contabilizaron 70 para una poblaci¨®n de 218.000 habitantes. Y si hay alguna zona donde las probabilidades de ser v¨ªctima de un delito son m¨¢s altas, ¨¦sa es el Casco Viejo (9.509 habitantes). En este barrio medieval se cometen una media de 56 delitos por cada mil habitantes. As¨ª, en 1998 la Polic¨ªa Local contabiliz¨® 532 frente a los 504 de 1997. Y es que el Casco Viejo concentra las bolsas de marginaci¨®n m¨¢s importantes de la ciudad. La tasa de paro en este barrio es diez veces superior a la del resto de la ciudad y un 33,4% de los j¨®venes de 16 a 24 a?os no tienen graduado escolar frente al 19% de los j¨®venes de la ciudad. Son dos botones de muestra que se completan con el hecho de que el 20% de los extranjeros que viven en Vitoria se concentra en este barrio, por lo general los que tienen menos recursos. De cada 1.000 habitantes del Casco Viejo, 25 proceden de fuera de Espa?a. Y adem¨¢s, un 20% de las familias que residen en esta zona son atendidas por los servicios sociales del Ayuntamiento de la capital alavesa, seg¨²n datos remitidos por el propio consistorio. PASA A LA P?GINA SIGUIENTE
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.