Tres papeletas para una Europa de los ciudadanos
?ste es un domingo muy especial. Hoy hemos sido convocados a depositar nuestras papeletas electorales en tres urnas distintas: una, para renovar los ayuntamientos; otra, para elegir a los diputados auton¨®micos, y una tercera, como los dem¨¢s europeos, para renovar el Parlamento Europeo. En nuestra sociedad, que es cada d¨ªa m¨¢s compleja y, por tanto, m¨¢s dif¨ªcil de gestionar, existe para cada ¨¢mbito un nivel adecuado de toma de decisiones, y cada uno de ellos se halla estrechamente vinculado e interrelacionado.
Los ayuntamientos, como las instituciones m¨¢s pr¨®ximas a los ciudadanos, son el cauce a trav¨¦s del cual manifiestan sus problemas y sus aspiraciones m¨¢s inmediatas. Hoy asistimos a un proceso de ampliaci¨®n de sus responsabilidades, como terminales de acceso no s¨®lo al ¨¢mbito local de la toma de decisiones, sino tambi¨¦n a los Estados y a la propia Uni¨®n Europea. A trav¨¦s de ellos, los ciudadanos pueden ejercer plenamente su condici¨®n de miembros de la comunidad a la que pertenecen. La transparencia de las instituciones y la posibilidad de mantener debates pol¨ªticos en la proximidad de su lugar habitual de residencia es fundamental para discutir sobre la ordenaci¨®n de la ciudad o del pueblo, sobre las cuestiones cotidianas o para apreciar la bondad o la ineficacia de ciertas opciones pol¨ªticas de car¨¢cter general. Es a ese nivel donde se pueden apreciar las ventajas o inconvenientes de decisiones adoptadas en Madrid o en Bruselas.
Las comunidades aut¨®nomas son el ¨¢mbito apropiado para discutir el desarrollo de cada regi¨®n, plantear propuestas, formular iniciativas y dar el seguimiento que corresponda a las decisiones adoptadas en funci¨®n de las necesidades y de las peculiaridades de cada regi¨®n. Es en ese espacio donde se debe debatir, por ejemplo, c¨®mo se van a gastar los fondos para el desarrollo econ¨®mico y social, y en particular los fondos estructurales, sin perjuicio de la responsabilidad que incumbe a cada Estado ante las autoridades comunitarias. El principio de subsidiariedad puede facilitar la participaci¨®n de las regiones en la toma de decisiones, tanto a nivel nacional como europeo. Es verdad que las experiencias alemana y belga permiten participar en el Consejo de Ministros de la Uni¨®n Europea a representantes de regiones, cuando se trate de cuestiones que son competencia propia de las regiones. Pienso que m¨¢s que imitar soluciones o modelos de otros pa¨ªses, lo esencial es que seamos capaces de desarrollar mecanismos para que los ciudadanos puedan acercarse m¨¢s a las instituciones, y a ¨¦stas dar una mejor respuesta a sus necesidades.
El tercer nivel por el que vamos a votar -el europeo- es aquel en el que los Estados y los ciudadanos proponen y deciden las grandes opciones del futuro. La defensa, la inmigraci¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria, la lucha contra el desempleo, la tutela de los consumidores, el medio ambiente, la agricultura, el comercio internacional son decisiones que competen a las instancias europeas. Las conclusiones del ¨²ltimo Consejo Europeo de Colonia son buena prueba de ello: la paz en Kosovo, una nueva dimensi¨®n de la defensa europea, la b¨²squeda de f¨®rmulas para luchar contra el paro, la reforma de las instituciones para hacerlas m¨¢s eficaces y transparentes. El Consejo Europeo, que re¨²ne a los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince, y al presidente de la Comisi¨®n, es, desde hace unos a?os, el lugar privilegiado para ir configurando nuestro futuro.
El Parlamento Europeo, que ha visto aumentados sus poderes tras Maastricht y Amsterdam, es el instrumento del que disponemos para asegurar el control democr¨¢tico de todo este proceso, y a trav¨¦s del cual cada uno de nosotros podr¨¢ contribuir al desarrollo de su propia comunidad nacional y de la europea.
Concluyo como empezaba. A nadie se le puede escapar la importancia de esta jornada electoral. Los espa?oles y todos los dem¨¢s europeos estamos llamados hoy a renovar una serie de instituciones que van a jugar un papel decisivo en cuestiones trascendentales para nuestra vida pol¨ªtica cotidiana. Nuestros votos son un ejemplo evidente de la utilidad de la democracia. Participemos, pues, con entusiasmo en esta empresa que a todos nos concierne, puesto que somos sus protagonistas, ejerciendo con responsabilidad nuestro sufragio.
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