No ha hecho m¨¢s que empezar...
?De modo que cre¨ªan que ya se hab¨ªa acabado todo en Yugoslavia? No se enga?en. A¨²n quedan muchas pesadillas por delante. Aunque los militares yugoslavos hayan aceptado los t¨¦rminos de su retirada, pueden llevar a cabo una ¨²ltima ronda de mutilaci¨®n sangrienta al salir, especialmente los paramilitares. Pis¨¢ndoles los talones les seguir¨¢ el ELK, un ej¨¦rcito improvisado de j¨®venes furiosos que han visto a sus camaradas muertos, a sus hermanas violadas, a sus familias deportadas. "Tanto yo como el p¨²blico sabemos/ lo que todos los escolares aprenden/ que a los que se les hace el mal/ har¨¢n el mal a cambio". Auden ten¨ªa raz¨®n; y estos albaneses har¨¢n el mal a cambio.
Antes de esta guerra no era ya muy optimista respecto a las oportunidades de los civiles serbios, la gente normal y corriente, de Kosovo. El pasado noviembre pregunt¨¦ a una mujer kosovar de Pristina, con muy buena formaci¨®n y aparentemente de ideolog¨ªa liberal, qu¨¦ es lo que har¨ªan con los serbios en un Kosovo independiente. Me mir¨®, exhal¨® el humo de tabaco, y me dijo: "?Matarlos a todos?". Una broma, como comprender¨¢n, s¨®lo una broma. Pero ahora ya no es una broma. Y el problema es que el comandante de la OTAN, el general Mike Jackson, no cuenta con las fuerzas necesarias para evitarlo. Incluso si contara con los 50.000 hombres prometidos, no podr¨ªa detener cada muerte por venganza que se diera en cada pueblo o granja. Pero, en cualquier caso, como hemos sido tan pat¨¦ticamente lentos al agrupar las fuerzas sobre el terreno, el n¨²mero de hombres con el que cuenta no se acerca ni remotamente a esa cifra.
Probablemente, la mayor¨ªa de los serbios de Kosovo no esperar¨¢n para averiguar lo que ocurre. Escapar¨¢n junto con los tanques serbios. Lo que implica que la propia Serbia se tambalear¨¢ bajo el impacto de a¨²n m¨¢s refugiados, y de las historias de horror sobre las atrocidades albanesas contra los serbios de Kosovo. Parecer¨¢ ir¨®nico, pero fue precisamente con este tipo de historias con las que, a mediados de los ochenta, comenz¨® la ascensi¨®n de Milosevic al poder. ?Pueden esta vez significar su fin? ?Es posible que al perder la guerra de Kosovo le ocurra lo mismo que le ocurri¨® al general Galtieri en Argentina con la guerra de las Malvinas? Bueno, es posible que tenga el efecto Galtieri. Siempre he pensado que, si algo podr¨ªa derribar a Milosevic, ser¨ªa la conciencia de que, adem¨¢s de todo lo que le ha hecho a Serbia, al final tambi¨¦n ha perdido Kosovo. Pero los medios de comunicaci¨®n, controlados por el Estado, insistir¨¢n en que Kosovo sigue siendo parte de Yugoslavia, como formalmente lo es, seg¨²n los t¨¦rminos del acuerdo de paz. Y nadie podr¨¢ decir que no intent¨® salvar Kosovo.
Incluso si la p¨¦rdida de Kosovo acabara siendo el fin de Milosevic, lo que venga despu¨¦s podr¨ªa ser peor: el pol¨ªtico serbio cuya popularidad ha ido en constante aumento, antes ya de la guerra, es Vojislav Seselj, el nacionalista radical. La destrucci¨®n causada por el bombardeo tambi¨¦n podr¨ªa acelerar un acontecimiento que ya se encuentra muy avanzado: el declive de un pa¨ªs, que una vez fue civilizado, hasta convertirse en un lugar donde el poder procede del cargador de un arma, donde los polic¨ªas son delincuentes, y donde la ¨²nica ley que impera es la ley de la selva. Antes de la guerra a¨²n ten¨ªamos alguna posibilidad de apoyar a una oposici¨®n democr¨¢tica, a unos medios de comunicaci¨®n independientes y otras fuerzas para lograr un cambio pac¨ªfico en Serbia. Ahora, todo aquel que acepte un d¨®lar de Estados Unidos o una libra brit¨¢nica ser¨¢ acusado de coger dinero del enemigo.
As¨ª que es demasiado pronto para las celebraciones, y m¨¢s todav¨ªa para decir que la intervenci¨®n de la OTAN ha estado plenamente justificada y que demuestra que, con la tecnolog¨ªa moderna, se pueden ganar las guerras s¨®lo desde el aire. Lo que demuestra es que el mazo m¨¢s grande del mundo puede al final cascar una nuez. (Por cierto, la nuez serbia nunca ha sido tan dura como la mayor¨ªa de la gente piensa), pero hablaremos durante muchos a?os de las consecuencias de haber hecho la guerra de esta forma, bombardeando la infraestructura serbia a 4.500 metros de altura.
Es evidente que esas consecuencias ser¨¢n mucho m¨¢s visibles en Kosovo. Las personas que trabajan en zonas afectadas por desastres en todo el mundo hablan de "emergencias complejas", situaciones en las que los militares, las organizaciones internacionales y las organizaciones ben¨¦ficas tienen que trabajar conjuntamente para abordar toda una serie de problemas interrelacionados, desde la provisi¨®n de agua, alimentos y medicinas, hasta la construcci¨®n de la democracia. No hay emergencia m¨¢s compleja que ¨¦sta. Afortunadamente, la sociedad kosovar se sale de lo corriente: sigue estando firmemente asentada en una familia amplia, y hasta cierto punto en los clanes, con un fuerte c¨®digo de apoyo mutuo y una capacidad de improvisaci¨®n que ya no se ve en sociedades m¨¢s desarrolladas, como la nuestra. Creo que los kosovares volver¨¢n y sobrevivir¨¢n.
Pero el acuerdo de paz tambi¨¦n incluye la creaci¨®n de "instituciones de autogobierno democr¨¢tico", bajo el paraguas de la "Administraci¨®n provisional" internacional. Actualmente, el liderazgo pol¨ªtico kosovar se encuentra absolutamente dividido. El antiguo l¨ªder pacifista Ibrahim Rugova, el que fuera el Gandhi de Kosovo, ha quedado muy desacreditado por haber aparecido en la televisi¨®n serbia junto a Milosevic mientras mataban y deportaban a su pueblo. Un primer ministro en el exilio tiene la mayor¨ªa del dinero de los muchos kosovares que viven en el extranjero. Est¨¢ la c¨²pula del ELK -gran parte de ella en Albania- y los comandantes del ELK, en Kosovo. Despu¨¦s est¨¢n los intelectuales liberales de Pristina, que buscan desesperadamente a su propio Havel o Mandela. Incluso en el caso de que, como se ha sugerido, Paddy Ashdown o Carl Bildt se convirtieran en jefes de la Administraci¨®n internacional, la clave para el futuro de Kosovo residir¨¢ en la calidad de este liderazgo local.
Y luego est¨¢n los vecinos. Albania es un pa¨ªs en una situaci¨®n rayana en la anarqu¨ªa, tambale¨¢ndose bajo el impacto de medio mill¨®n de compatriotas. Macedonia desea desesperadamente que los refugiados vuelvan a Kosovo para restaurar su fragil¨ªsimo equilibrio entre los macedonios eslavos y los macedonios albaneses, y su econom¨ªa se ha venido abajo. Montenegro, que formalmente sigue siendo parte de la Rep¨²blica Federal de Yugoslavia y estando entre las fauces del le¨®n serbio, tiene un supuesto Gobierno democr¨¢tico que necesita desesperadamente nuestro apoyo. Bulgaria, que ha proporcionado un notable apoyo a la acci¨®n de la OTAN, a pesar del desacuerdo de gran parte de su poblaci¨®n, espera recibir ahora alg¨²n tipo de recompensa, y tambi¨¦n su econom¨ªa se tambalea al l¨ªmite. En resumen, en torno a Kosovo hay enormes problemas como resultado de la guerra, y la gente recurre a nosotros en busca de soluciones.
El ¨²ltimo vecino en llegar ser¨¢ el serbio. Los dem¨®cratas serbios -no, no son t¨¦rminos contradictorios- afirman que la clave para el futuro de toda la regi¨®n es una Serbia democr¨¢tica. Y por supuesto, tienen raz¨®n. Pero como ya he indicado, es probable que la guerra no haya contribuido a que el panorama sea m¨¢s alentador. De hecho, es m¨¢s plausible una Serbia m¨¢s amarga, m¨¢s resentida, plagada de fantas¨ªas de victimismo heroico y sue?os de venganza; algo as¨ª como la Hungr¨ªa de entre guerras, obsesionada por los territorios que se le arrebataron con el Tratado de Trian¨®n, o una versi¨®n de la Alemania de Weimar en los Balcanes.
Para abordar una situaci¨®n as¨ª se necesita tanto una eficaz contenci¨®n militar -tarea para la OTAN- como la creaci¨®n a su alrededor de un medio pol¨ªtico en el que los serbios de a pie vayan apreciando que hay una alternativa mejor. Esto es tarea de la Uni¨®n Europea. La cumbre de Colonia de la UE, que se celebr¨® la semana pasada, se dedic¨® fundamentalmente al tema de Kosovo. Pero se necesitar¨¢n algo m¨¢s que declaraciones de cumbres para que las cosas cambien de verdad en lugares como Albania, Macedonia o Montenegro. Har¨¢ falta dinero, y una pol¨ªtica a largo plazo.
"Es sobre todo por la forma de llevar sus relaciones exteriores", escribi¨® Alexis de Tocqueville, "por lo que las democracias me parecen decididamente inferiores a otros gobiernos... S¨®lo con grandes dificultades puede una democracia controlar los detalles de una iniciativa importante, perseverar en un objetivo establecido, y llevar a cabo su ejecuci¨®n a pesar de la existencia de graves obst¨¢culos". El problema ha empeorado desde sus d¨ªas, porque los l¨ªderes democr¨¢ticos giran con los vientos de la ¨²ltima encuesta de opini¨®n. Ahora, nuestra tarea en los Balcanes consiste en demostrar que Tocqueville estaba equivocado. Pero lo m¨¢s molesto de Tocqueville es que casi siempre ten¨ªa raz¨®n. Aunque siempre hay una primera vez para todo.
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