Ni ni?os prodigio, ni sacrificados
Con un "?qu¨¦ verg¨¹enza!", dicho en un susurro a algunos de sus compa?eros, fuera ya del peque?o escenario, concluy¨® Paula su actuaci¨®n en el caf¨¦ concierto La F¨ªdula, de Madrid. Con otros 14 alumnos del Centro Integrado de Ense?anzas Musicales Padre Antonio Soler, de San Lorenzo de El Escorial, la ni?a fue protagonista de una audici¨®n, con la que hace unas semanas se clausur¨® el III Encuentro de J¨®venes M¨²sicos, organizado por tercer a?o consecutivo en este caf¨¦ concierto. El objetivo de este modesto certamen no es otro que servir de est¨ªmulo a j¨®venes estudiantes de m¨²sica, generalmente entusiasmados con la idea de interpretar una pieza breve ante p¨²blico, fuera de su centro escolar. No hay en la iniciativa, ninguna voluntad competitiva ni deseo de premiar al m¨¢s brillante; se trata, simplemente, de brindar a los participantes la oportunidad de mostrar los resultados de su propio esfuerzo, los avances logrados tras meses de ensayos y que se ven recompensados por los aplausos y el reconocimiento del auditorio.
As¨ª lo sintieron los 15 chavales de edades comprendidas entre 10 y 13 a?os que, durante una hora y media, intervinieron en la audici¨®n, en la que interpretaron 15 piezas breves con diversos instrumentos (saxo, trompeta, viola, viol¨ªn, piano, oboe, violonchelo y flauta de pico), tocados en solitario, a d¨²o e incluso en un cuarteto. Para la mayor¨ªa de ellos, fue su primera actuaci¨®n en p¨²blico y a¨²n as¨ª, casi ninguno parec¨ªa nervioso.
Bromas y admiraci¨®n
Sorprende verlos, momentos antes de actuar, relajados, charlando de cosas que nada tienen que ver con la m¨²sica, bromeando y, en definitiva, rezumando normalidad por los cuatro costados, completamente ajenos a la fuerte admiraci¨®n que provocan en los adultos que se han reunido para escucharlos. Vi¨¦ndoles as¨ª es dif¨ªcil imaginarlos interpretando (como har¨ªan minutos despu¨¦s), a su corta edad, un estudio de Liszt, un scherzo de Schubert o el primer movimiento de un concierto para viol¨ªn y piano. Como dice Rafael, padre de Mar¨ªa, una ni?a de 11 a?os que estudia oboe y piano, "estos chicos ni son ni?os prodigio ni ni?os sacrificados, son perfectamente normales, con sus juegos y sus aficiones como cualquiera; nada fuera de lo normal". Para Isabel, profesora de M¨²sica en un centro de Madrid y una de las organizadoras del Encuentro de La F¨ªdula, la ense?anza integrada, adem¨¢s de demostrar una eficacia por los resultados obtenidos ("estos chavales tienen un nivel muy alto") corrige una din¨¢mica enloquecida, por la cual un ni?o aficionado a la m¨²sica tiene que pagar un alto precio: aislarse de otros ni?os, y, en cierto modo, renunciar a la infancia. "Yo misma", afirma, "ni siquiera aprend¨ª a saltar a la comba".
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