Absentismo
Los resultados electorales del pasado domingo 13-J tienen mucho de puzzle o mosaico, lo que hace dif¨ªcil pronunciarse sobre cu¨¢l es el mensaje emitido por las urnas. Pero cabe avanzar una s¨ªntesis aun a riesgo de simplificar la evidente complejidad. El primer rasgo a destacar es la menguante participaci¨®n electoral, especialmente en Madrid y Barcelona, subrayada por un elevado voto en blanco. Se dice a modo de consuelo que peor ha sido en el resto de Europa, pero de poco sirve la coartada, pues para eso se unieron aqu¨ª las europeas con las locales. Y esto es un serio aviso para nuestra clase pol¨ªtica, sobre todo si tenemos en cuenta el estilo inc¨ªvico exhibido durante la bochornosa campa?a electoral. Contin¨²a abri¨¦ndose as¨ª el divorcio entre sistema pol¨ªtico y ciudadan¨ªa, de lo que hay que culpar a la oligarquizaci¨®n de la estructura partidaria. Y el peor indicador es el dram¨¢tico ascenso del virtual fascismo de EH y del GIL. Son malos tiempos los que corren para el civismo y la democracia.
Otro rasgo significativo en la misma direcci¨®n es el abultado voto de castigo infligido al sectarismo pol¨ªtico. Aqu¨ª destaca la debacle sufrida por la formaci¨®n de Anguita, a quien se ha hecho pagar con creces no tanto su antifelipismo como su pinza con Aznar y sobre todo su boicoteo de los Gobiernos progresistas all¨ª donde en su d¨ªa fue posible la uni¨®n de la izquierda.
Por eso, donde m¨¢s desciende IU es en aquellos lugares, como M¨¢laga, donde por puro sectarismo se neg¨® a pactar con el PSOE. Pero esta misma descalificaci¨®n del sectarismo pol¨ªtico aparece tambi¨¦n en el caso asturiano, donde los electores del PP han pasado factura a Cascos, y quiz¨¢s en Catalu?a y Euskadi, donde los nacionalistas moderados han castigado a Pujol y Arzalluz.
El tercer denominador com¨²n a observar es el continuismo, pues los votantes han tendido a confirmar a los gestores con mando en plaza. Pero, por regla general, lo que se eleva es su apoyo relativo (porcentaje de voto) en detrimento del absoluto (n¨²mero de votos), a resultas de la baja participaci¨®n electoral. Y esto podr¨ªa significar que si se confirma a las autoridades vigentes no es porque aumente la confianza depositada en ellas, sino de acuerdo al viejo refr¨¢n fatalista de que m¨¢s vale malo conocido que bueno por conocer: no se elige a aqu¨¦l en quien m¨¢s se conf¨ªa, sino a aqu¨¦l de quien se desconf¨ªa menos. Y esto vale tambi¨¦n por cuanto respecta al Gobierno de Aznar. Si las elecciones europeas se interpretasen como unas primarias de cara a las generales del a?o pr¨®ximo podr¨ªa sostenerse que Aznar ha confirmado su alternativa como los toreros en Las Ventas, ya que la diferencia que le saca hoy al PSOE en porcentaje de voto es m¨¢s amplia que la ventaja cobrada en 1996.
Y es verdad que 4,5 puntos se acercan a la frontera de la mayor¨ªa absoluta, pero eso es un espejismo tambi¨¦n causado por la baja participaci¨®n electoral. Adem¨¢s, una confirmaci¨®n aut¨¦ntica hubiera exigido mayor distancia, pues el giro al centro reformista escenificado en el ¨²ltimo congreso del PP, sumado a la fase alcista del ciclo econ¨®mico, permit¨ªan esperar una ventaja mucho m¨¢s clara. De ah¨ª la frustraci¨®n de Aznar y los suyos.
Pero no menos ilusorio ser¨ªa el sim¨¦trico espejismo opuesto, si en el PSOE interpretase estos resultados como una recuperaci¨®n del empate t¨¦cnico. Es verdad que la ¨²ltima tendencia global que cabe extraer de estos comicios es el retorno del bipartidismo, una vez hundida la esperanza de sorpasso de IU. Y no es menos cierto que si sumamos los porcentajes de voto de toda la izquierda superan al partido de Aznar. Pero de ah¨ª a pensar que la revancha est¨¢ cerca media un abismo.
Por el contrario, incluso podr¨ªa pensarse que el fondo electoral que ha cimentado el PSOE tambi¨¦n implica el techo de Gonz¨¢lez, que no podr¨¢ atravesarse hasta que no se produzca la renovaci¨®n generacional de la c¨²pula del partido. Y la mejor prueba est¨¢ en Madrid, cuyo elevado absentismo demuestra lo lejos que se halla de ser reconquistada por la izquierda. Pues aqu¨ª nada es posible sin la toma de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.