Milosevic pasa a la ofensiva ante la campa?a de la oposici¨®n y la Iglesia para echarle del poder
ENVIADO ESPECIALEl cambio es radical. Slobodan Milosevic, el presidente de Yugoslavia, el hombre que ha llevado a su pa¨ªs a la derrota y a la ruina, el l¨ªder acusado de atrocidades y que rara vez hablaba con su pueblo, es hoy la estrella del nuevo drama serbio. Su misi¨®n: demostrar que el transformismo vale y que todav¨ªa es capaz de hipnotizar a su gente. Claramente, Milosevic ha pasado a la ofensiva en medio de la creciente campa?a pol¨ªtica para sacarlo del poder, por la raz¨®n o por la fuerza, y est¨¢ librando ahora una guerra abierta contra la oposici¨®n.
Rompiendo con su estilo aislacionista, Milosevic volvi¨® ayer a dar la cara ante las c¨¢maras de televisi¨®n serbia para presentarse como el "hombre soluci¨®n" y el ¨²nico factor posible para la reconstrucci¨®n nacional. La oposici¨®n se ha visto robustecida con el llamamiento del Santo S¨ªnodo de la Iglesia ortodoxa, que pide la dimisi¨®n de su Gobierno. "Debe existir un Gobierno de salvaci¨®n nacional, con hombres aceptables para la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional", fue el decreto de las m¨¢ximas autoridades religiosas en un pa¨ªs en el que se escucha con atenci¨®n al p¨²lpito. A la llamada se han sumado partidos pol¨ªticos ansiosos de ver la partida de Milosevic hacia el basurero de la historia: seis de ellos ya est¨¢n recogiendo firmas para reclamar la marcha del presidente, seg¨²n un comunicado del Partido Reformista Democr¨¢tico de Voivodina difundido ayer.
A pesar de ello, la de Milosevic no es una maniobra de supervivencia. El presidente yugoslavo ya ha comenzado su campa?a electoral utilizando las 11 semanas de bombardeos de la OTAN y la p¨¦rdida de Kosovo como el elemento aglutinante. Desde la perspectiva de Milosevic, hay todav¨ªa tajada pol¨ªtica que sacar de la derrota y la humillaci¨®n. La apuesta es fuerte.
El presidente yugoslavo eligi¨® el gran sal¨®n del palacio de la Federaci¨®n para lanzar su arenga justo en el d¨ªa de conmemoraci¨®n del Ej¨¦rcito. Rodeado de soldados, en un ambiente de triste celebraci¨®n, Milosevic empez¨® su discurso pidiendo un minuto de silencio en honor a los ca¨ªdos durante su tercera y desastrosa guerra.
Durante esos 60 segundos no bati¨® una pesta?a. Si hab¨ªa emoci¨®n, ¨¦sta pas¨® inadvertida. Milosevic se las arregla todav¨ªa para no dar se?ales de pena, como las que eran visibles entre los soldados que se retiraban de Kosovo y sollozaban abiertamente en los camiones y carros de combate que los devolv¨ªan a Serbia sin gloria ni dignidad.
Quiz¨¢s porque Milosevic no vio esas escenas de tristeza, rabia y frustraci¨®n de los soldados en aquellos convoyes, lo ¨²nico que hizo fue reiterar que su aventura fue un ¨¦xito. "El Ej¨¦rcito consigui¨® mantener la integridad territorial y la soberan¨ªa nacional y trasladar los problemas al seno de Naciones Unidas", dijo. Mientras hablaba, las c¨¢maras de la televisi¨®n recorrieron los rostros de la audiencia.
"Heroico e invencible"
Generales, coroneles, comandantes, capitanes, tenientes, subtenientes y personal militar de menor rango le escuchaban con un pasmo bien camuflado. Imperturbables, le oyeron decir que eran "el mejor Ej¨¦rcito del mundo". "Nuestro pa¨ªs es heroico e invencible", remach¨® el presidente yugoslavo. Milosevic se ha embarcado en la campa?a m¨¢s importante de su presidencia, un acto de prestidigitaci¨®n que pocos creen que vaya a servir para convencer. Hace dos d¨ªas, cuando el general Nebojsa Pavkovic, el comandante del Tercer Cuerpo del Ej¨¦rcito, encargado de la defensa de Kosovo, se despidi¨® de sus hombres se le vio llorar. Pavkovic fue el primer militar yugoslavo en compartir la condecoraci¨®n que le ofrec¨ªa Milosevic y decidi¨® que la exclusiva Medalla de H¨¦roe Nacional fuera simb¨®licamente a parar sobre los pechos de todos los soldados de la Brigada Motorizada 125. "Es el d¨ªa en el que es justo que semejante homenaje vaya a honrar la valent¨ªa no s¨®lo de un hombre, sino de todos los que estuvieron en la l¨ªnea de fuego, defendiendo nuestro pa¨ªs", afirm¨® el general.
?se es precisamente el mensaje que Milosevic est¨¢ tratando de transmitir a su pueblo, un pueblo cansado de fallidas aventuras militares, incertidumbres pol¨ªticas y desastres econ¨®micos. Por eso, el pasado martes se fue a la ciudad de Aleksinac, bombardeada al comienzo de la campa?a aliada contra Serbia, para colocar la primera piedra en la reconstrucci¨®n de un edificio destruido. Milosevic prometi¨® una acelerada reconstrucci¨®n de Yugoslavia. Prometi¨® un futuro mejor. Prometi¨® una reparaci¨®n de los v¨ªnculos de Belgrado con el resto del mundo. "Hay que corregir esa imagen creada por los que est¨¢n descontentos con nuestra postura de resistencia ante los esfuerzos de colonizaci¨®n de los Balcanes", dijo.
Los ruidos de sables no son todav¨ªa audibles en Belgrado. Pero s¨ª es palpable el resentimiento popular. Habiendo perdido Kosovo, habiendo conducido al pa¨ªs a una derrota, Milosevic es visto hoy como el mejor candidato, ya no a ganar las pr¨®ximas elecciones, sino a sentarse en el banquillo de los acusados por el nuevo desastre serbio. Esta vez, el tribunal va a ser implacable.
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