Arte y magisterio de la "chuleta"
El sudor cae por la frente y la maldita tabla peri¨®dica se debi¨® de quedar en el poso del pen¨²ltimo caf¨¦ de la ma?ana, porque ahora, en el examen, no hay quien la encuentre entre los desmanes de G¨®ngora, la paranoia de Kant y las innombrables derivadas matem¨¢ticas. Las miradas se cruzan furtivas y, en menos de d¨¦cimas de segundo, justo cuando el celoso guardi¨¢n se aleja del pupitre, el botell¨ªn de agua da la soluci¨®n m¨¢gica. Tras la etiqueta encuentras la respuesta. S¨®lo con despegarla un poco los gases nobles aparecen resplandecientes y se trasvasan al folio del examen. Justo en la mesa pr¨®xima hay quien se encomienda a su santo particular. A nadie se le ocurrir¨ªa negar la posibilidad de tener sobre la mesa un amuleto cristiano. En un momento de despiste, Santa Rita, o el mism¨ªsimo Cristo de la Agon¨ªa, ofrece en el reverso cumplida cuenta del temario. ?stos son s¨®lo dos ejemplos del ancestral arte de copiar. El magisterio de la chuleta ha encontrado en Elche, en el Instituto Cayetano Sempere, uno de sus templos. En una vitrina se exponen algunos de los recursos m¨¢s socorridos en los meses de junio y septiembre por todo alumno que se precie. Recursos no faltan. Los hay sorprendentes como el tipex de mano que se convierte en una gigantesca chuleta a modo de metro. Tambi¨¦n las hay cristianas, como las que utilizan soportes tan genuinos como los crucifijos. Mar¨ªa Jos¨¦ Pic¨®, art¨ªfice del museo de la chuleta, nombre que ya ha registrado, y profesora de Filosof¨ªa, asegura que ha reunido m¨¢s de 100 modos y maneras de copiar a hurtadillas. Ahora, busca el apoyo de la asociaci¨®n de padres del centro para llevar adelante un proyecto con el que la mayor¨ªa de los alumnos se sienten entusiasmados. "Copiar es un arte y no todo el mundo sirve", asegura Pic¨®. La pregunta es inevitable, ?qu¨¦ har¨ªa de encontrar a un alumno copiando?: "En mis ex¨¢menes no se puede copiar, ya que todo lo que pido es de desarrollo y se valora la capacidad reflexiva". Entre el arsenal, incluso se expone una chuleta de los a?os cuarenta, manuscrita con un encomio digno de un escribano. Ahora las nuevas tecnolog¨ªas han causado estragos en el magisterio de la copia. Todo un temario puede quedar reducido a una min¨²scula hoja de papel cosida en el forro del pantal¨®n o de la falda. Algunas marcas comerciales siempre han estado junto al sufrido estudiante. La f¨¢brica de caramelos Damel, ya desde los a?os sesenta, facilitaba peque?as carpetas del tama?o de la mano en las que resum¨ªan temarios completos. Toda una delicia. Ahora, algunos de los chicles van acompa?ados de un envoltorio compuesto de f¨®rmulas. Pero no todo son apoyos para el magisterio de la copia. Hay algunos profesores que ante unos ojos furtivos o un leve movimiento de cuello dictan una sentencia en letras rojas hasta el d¨ªa en el que le salgan canas al alumno. Pic¨® es clara: "Hay profesores que se molestan, pero desde el conferenciante hasta el pol¨ªtico llevan sus notas de apoyo". Los bol¨ªgrafos son parte fundamental de la historia de los ex¨¢menes, pero tambi¨¦n de los apoyos para aprobarlos. La muestra tambi¨¦n se hace eco de ellos y ense?a modelos dise?ados con una habilidad fant¨¢stica. S¨®lo, mediante una pulsaci¨®n, aparece del lateral una lista con un resumen de las obras de los grandes de la literatura espa?ola; tambi¨¦n est¨¢n los esculpidos, aut¨¦nticas obras de arte talladas en f¨®rmulas magistrales. Mar¨ªa Jos¨¦ Pic¨® est¨¢ dispuesta a iniciar una investigaci¨®n antropol¨®gica que le permita bucear en el tab¨² de la chuleta a trav¨¦s de los tiempos y encontrar su posible origen. Mientras tanto, la entrada al instituto ilicitano Cayetano Sempere, muestra todas las ma?anas a profesores y alumnos el ingenioso arte de poder copiar. Eso s¨ª, si puede ser sin ser visto.
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