Entre la r¨ªa de Orio y los altos de Aia
En apenas quince kil¨®metros de carreteras sinuosas, que ascienden de la costa guipuzcoana hacia la primera estribaci¨®n de su territorio, entre Orio y Aia, se pueden recorrer los principales hitos de la historia del Pa¨ªs Vasco y, por extensi¨®n, de Europa: los rastros paleol¨ªticos de la cueva de Altxerri, las huellas del primer camino de Santiago de la costa, una buena muestra de la pujante industria ferrona de Guip¨²zcoa, el rastro de las ideas ilustradas en la producci¨®n de hierro o el paso de las partidas del cura Santa Cruz. En el microcosmos que se presenta entre Orio y Aia se pueden ver todav¨ªa los peque?os amarraderos que salpican la r¨ªa del Oria y conocer costumbres casi perdidas en el resto de Euskalherria que todav¨ªa se conservan en el barrio aiatarra de Altzola, uno de los ¨²ltimos lugares de la geograf¨ªa vasca en conocer el autom¨®vil. Este medio de transporte es fundamental para poder acceder a algunos de los rincones de esta zona -hay servicio de autobuses p¨²blico entre San Sebasti¨¢n y Orio y Aia, aunque es casi imposible seguir el recorrido respetando todas las paradas propuestas-, aunque en m¨¢s de una ocasi¨®n ni con el coche se puede acceder a algunos rincones de Aia, donde no hace tanto tiempo se encontraba parte de la industria del pueblo, las ferrer¨ªas. El hierro llegaba desde Vizcaya al puerto de Orio, donde desemboca la r¨ªa que da nombre a la localidad. Orio, famosa en tiempos por el besugo de sus asadores, tiene en esta r¨ªa uno de sus principales atractivos naturales. Sus orillas no han sufrido tanto como las de otros estuarios y todav¨ªa se pueden ver peque?os embarcaderos de madera con la apariencia de sostenerse milagrosamente sobre la r¨ªa y que utilizan los vecinos de los caser¨ªos cercanos. Paso obligado Cruzar el Oria en este tramo de su recorrido era obligado para los peregrinos que se dirig¨ªan a Compostela por el camino de la costa. Aymeric Picaud, el primero de los viajeros de quien se tiene noticia que pas¨® por estas tierras, en el siglo XII, se?ala c¨®mo en el norte, en San Juan de Pie de Puerto, hab¨ªa malos cobradores de peajes "que han de ser condenados sin remisi¨®n". Y es que el concepto que este fraile ten¨ªa de los habitantes de estas tierras, que entonces eran reino de Navarra, es nefasto. De hecho, ese comentario es de los m¨¢s finos que les atribuye. Pero otros documentos dicen que el trato a los peregrinos era el mismo que en el resto del Camino: as¨ª, por ejemplo, en el paso de la r¨ªa de Oria los que iban a venerar a Santiago estaban exentos de pagar peaje, una de las principales fuentes de ingresos de estos pueblos. No en vano, Aia y Orio han tenido sus principales disputas por el control del paso de la r¨ªa, que se resolvieron a favor de la localidad remera. Despu¨¦s de pasar el Oria, uno de los ramales del Camino de Santiago ascend¨ªa hacia Aia, municipio conocido con el t¨¦rmino jur¨ªdico de "universidad" y que da idea de su configuraci¨®n: un n¨²cleo central claro (donde se encuentran el ayuntamiento, la iglesia y el front¨®n) y una decena de barrios repartidos por una orograf¨ªa definida por la cuesta. El visitante pronto divisa Aia, colgada de una colina, con su rotunda iglesia parroquial de San Esteban que cubre desde su imponente construcci¨®n todo el lugar. Como el de Orio, el templo de Aia refleja mejor que nada la pujanza de estos pueblos, fundamentales en la construcci¨®n del territorio guipuzcoano. Sin embargo, desde 1995, una obra en principio anodina como es la cubierta del front¨®n municipal, hace sombra a la iglesia. Dise?ada por ?ngel de la Hoz, arquitecto c¨¢ntabro afincado en San Sebasti¨¢n desde hace a?os -y art¨ªfice de algunas de las obras m¨¢s interesantes de estos ¨²ltimos tiempos, como la rehabilitaci¨®n del Koldo Mitxelena-, la cubierta, a un agua, escalonada, es un excelente ejemplo de c¨®mo incorporar nuevas miradas a una construcci¨®n cl¨¢sica. Con la cubierta se construy¨® tambi¨¦n una atalaya que mira al extenso y f¨¦rtil valle de Aia. Desde all¨ª se puede ver la inmensidad del parque natural de Pagoeta, propiedad de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa: cerca de 1.200 hect¨¢reas que incluyen los barrios aiatarras de Laurgain y Altzola y que se reparten alrededor de esta cima que ha visto recorrer a las partidas de Santa Cruz de un lado para otro, en batallas sin cuartel, en las que participaron buena parte de los mozos de la comarca de aquel ¨²ltimo tercio del siglo XIX. Toda la costa guipuzcoana fue testigo de las andanzas de Santa Cruz y los suyos, pero entre Aia y Billabona se vivieron algunas de las emboscadas m¨¢s efectivas de esta partida carlista, seg¨²n recogen los historiadores de uno y otro bando. La ferrer¨ªa de Agorregi En el fondo del valle, dentro del parque natural de Pagoeta, se encuentra la ferrer¨ªa de Agorregi, una de las centenares que funcionaron entre el siglo XIII y el XVIII en el Pa¨ªs Vasco. La originalidad de la de Agorregi estriba en sus carencias. Al contrario que otras ferrer¨ªas, que ten¨ªan una buena corriente de agua que alimentara sus fuelles y martillo, la de Agorregi se surt¨ªa de regatos que ya eran de escaso caudal en invierno. Ante esto, Joaqu¨ªn de Lardizabal, su propietario, como buen ilustrado, encarg¨® al arquitecto Francisco de Ibero el dise?o de una ferrer¨ªa que funcionara con el aprovechamiento al m¨¢ximo del agua de estos peque?os arroyos. Pero el resultado no fue del todo satisfactorio. Es m¨¢s, no hay datos que avalen que esta industria llegara a ponerse en marcha alguna vez. De todos modos, el conjunto es digno de visita: ubicado al fondo de un cerrado valle, despu¨¦s de pasar el caser¨ªo, y en tiempos tambi¨¦n ferrer¨ªa, de Manterola, Agorregi es un prodigio de ingenier¨ªa y arquitectura para el aprovechamiento de la fuerza hidr¨¢ulica. S¨®lo le hace sombra en todo el parque de Pagoeta el centro de informaci¨®n de Iturrar¨¢n, entre Agorregi y Aia, donde se acoge a los visitantes del parque, que tienen adem¨¢s la oportunidad de disfrutar con ocho hect¨¢reas de un cuidado jard¨ªn bot¨¢nico. Todo ello, entre Orio y Aia, dos pueblos imprescindibles en la historia de Guip¨²zcoa.
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