"Querr¨¢ decir Peje"

"NATO, thank you". Ha pasado una semana desde la entrada de las tropas de la OTAN en Kosovo y la poblaci¨®n albanesa se ha acostumbrado a la presencia de los soldados aliados. Ya no sale a aclamarles por las calles como en los primeros d¨ªas. Queda la pintada de agradecimiento en una aldea pr¨®xima a Prizren y los ni?os que saludan desde el borde de la carretera. Su aspecto es muy parecido al de otros ni?os, seguramente serbios, que apedrean a los mismos soldados cuando salen de Macedonia. Pese a la riada de deportados, Kosovo no est¨¢ vac¨ªo. Al menos, de ni?os. Los hay por todas partes y se arremolinan peligrosamente al paso de los blindados. Los remolques de los tractores van atestados de familias cargadas con todas sus pertenencias. Seguramente son refugiados que han iniciado el camino del regreso desatendiendo las recomendaciones de que esperen a que la situaci¨®n se estabilice.

A medida que la caravana italiana de la que forman parte tres Nissan espa?oles se interna en el coraz¨®n de Kosovo, el panorama es m¨¢s desolador. Al principio, la destrucci¨®n se limita a algunas casas sin tejado. Los vuelan dejando abierta la llave del gas y encendiendo el hornillo. Los comercios est¨¢n saqueados. M¨¢s adelante son pueblos enteros los que han quedado reducidos a un escombro negruzco. A pesar del tiempo transcurrido, un olor penetrante a ceniza impregna el aire.

La presencia de los tres Nissan espa?oles pasa desapercibida dentro del convoy italiano. En una de las frecuentes paradas, se acerca a una pareja de curiosos. "?A d¨®nde van?", preguntan. "A Pec". "?Pec? As¨ª la llaman los serbios. Querr¨¢n decir Peje". Sobre el edificio principal de cada pueblo ondea la bandera roja con el ¨¢guila bic¨¦fala albanesa.