Decorados
LUIS MANUEL RUIZ A un espectador despistado como yo no tendr¨¢ m¨¢s remedio que llamarle la atenci¨®n el hecho de que la Gerencia de Urbanismo se haya convertido en el nuevo caballo de batalla de los partidos que se disputan el Ayuntamiento de Sevilla. Los andalucistas, a quienes les ha tocado inclinar la balanza de uno u otro lado, exigen ese despacho con una obstinaci¨®n que a este c¨¢ndido lector no puede resultarle sino enigm¨¢tica. En la era de la bicefalia Becerril / Rojas-Marcos, la alcaldesa consisti¨® en ceder a su molesto Di¨®scuro pol¨ªtico esa cartera, de un modo que seguramente no convenci¨® a los miembros de su equipo, porque su obcecaci¨®n en neg¨¢rsela ahora resulta tambi¨¦n ejemplar. Como ejemplar es la entereza de Rojas-Marcos, que ha voceado que s¨®lo entregar¨¢ la alcald¨ªa a la agrupaci¨®n que cumpla ese requisito. Yo no entend¨ªa c¨®mo es que, existiendo concejal¨ªas mucho m¨¢s poderosas, los andalucistas quisieran conformarse con ¨¦sta, que puede antojarse lateral o limosnera. El control de las finanzas, de los festejos, de la polic¨ªa o hasta de la cultura puede parecer m¨¢s preferible, de los que pueden otorgar una parcela de poder m¨¢s lucida a aquel a quien los detente, que el hecho de poseer los medios para interrumpir avenidas, trazar rotondas o cursar ¨®rdenes de derribo. En qu¨¦ radica la conveniencia, se preguntar¨ªa un alma c¨¢ndida, de cargar con las responsabilidades de un tr¨¢fico esclerotizado, de un centro urbano que se desmigaja a pedazos sepultando a pobres estudiantes bajo los escombros. Durante d¨ªas me asedi¨® esta inc¨®gnita: la respuesta estaba al alcance de la mano, con s¨®lo revisar el plan de campa?a del PA. Muy cegado por la patria hay que estar para no darse cuenta de que Sevilla es una ciudad de juguete, una ciudad decorativa, sembrada de pastiches o grandilocuentes imitaciones de otros tiempos que recuerdan irremediablemente a la arquitectura Disney. Esas imitaciones no tienen por qu¨¦ resultar carentes de encanto: el Barrio de Santa Cruz es la remoci¨®n, efectuada en el pasado siglo, del antiguo suburbio jud¨ªo del XVI y el XVII, lo cual no merma su capacidad de fascinaci¨®n; lo mismo puede aplicarse a algunos de los edificios cinematogr¨¢ficos que An¨ªbal Gonz¨¢lez dise?¨® para la Exposici¨®n del 29. Ese ejercicio arqueol¨®gico, la recuperaci¨®n de monumentos que el tiempo aboli¨® o de otros que la imaginaci¨®n ha a?adido al pasado, no es infrecuente en otras grandes urbes del mundo: Dresde es la ciudad mod¨¦lica al respecto, reconstruida ¨ªntegramente tras la ¨²ltima guerra mundial, e igualmente ejemplares resultan el Marais de Par¨ªs y los arcos del triunfo que adornan bulevares en Europa. Rojas-Marcos apuesta por este tipo de resurrecci¨®n. Todos o¨ªmos con dosis igualitarias de risa y de espanto c¨®mo el vistoso candidato propon¨ªa en su programa recuperar las puertas perdidas de Sevilla: lo que era sin¨®nimo, digamos, de estorbar el ya sufrido urbanismo de la ciudad con dudosos bloques de cemento que, de seguro, fascinar¨¢n a los turistas americanos. Si es ¨¦sta la intenci¨®n secreta del gran Alejandro, el otorgamiento de la dichosa cartera, que ya parece inevitable sea cual sea la direcci¨®n en la que sople el viento, debe espantarnos: quiz¨¢ nos aguarda para el nuevo milenio, ahora que vienen a rodar pel¨ªculas Despe?aperros abajo, una extensi¨®n municipal de los estupendos decorados de Isla M¨¢gica.
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