Estrategias en el laberinto MIQUEL CAMINAL BADIA
La pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco es centr¨ªfuga, lo cual facilita descubrir las estrategias de los partidos condicionadas por la l¨®gica frentista, pero en Catalu?a sucede todo lo contrario. La pol¨ªtica es aqu¨ª centr¨ªpeta. Todos los partidos con representaci¨®n parlamentaria act¨²an hacia el centro (menos dos que ya no cuentan, PI y EUiA). Esto hace m¨¢s complejo el juego de los actores pol¨ªticos, cuyos movimientos deben ser m¨¢s sinuosos que frentistas. El actual momento de la pol¨ªtica catalana equivale a un laberinto donde hay que tener en cuenta, a mi parecer, las siguientes premisas: La incertidumbre aumenta la participaci¨®n. Aumentar la participaci¨®n debe ser el primer objetivo de las izquierdas catalanas ante las elecciones auton¨®micas. El electorado que votar¨ªa al candidato con cara de perdedor tiene que ser muy militante para ir al colegio electoral. En tiempos de baja intensidad pol¨ªtica, quien gobierna, si no lo hace muy mal, tiene muchas posibilidades de ganar porque las elecciones derivan hacia el plebiscito. Por eso es importante animar el juego pol¨ªtico, crear expectativas, dar confianza sobre la posibilidad del cambio. En la medida que los ciudadanos crean que puede haber un cambio de inquilino en el Palau de la Generalitat, ir¨¢n a votar, sea para apoyarlo, sea para impedirlo. Si el principal candidato de la oposici¨®n consigue dar una imagen presidencial, sumar¨¢ m¨¢s votos positivos porque hay una bolsa central de votos (la sociovergencia) que acaba decant¨¢ndose por el caballo con pinta de ganador. Es malo dar la imagen de todos contra Pujol. Ser¨ªa un grav¨ªsimo error y un motivo de movilizaci¨®n convergente, estilo Banca Catalana, en defensa de quien tiene la habilidad de poner cara de Catalu?a cuando es atacado. Es m¨¢s inteligente decir que Pujol se ha entendido m¨¢s que bien con Aznar, aunque Vidal-Quadras (el Anguita de la derecha) no lo pueda soportar y vuelva con sus discursos tan brillantes como devastadores para ¨¦l y ¨²tiles para Pujol. La imagen electoral que conviene a las izquierdas plurales es que las elecciones auton¨®micas sean igualadas, con dos candidatos fuertes, Pujol y Maragall, pero no lo suficiente como para ganar por mayor¨ªa absoluta. Conviene que ERC haga su propio juego. ERC es muy probable que sea, despu¨¦s de su ¨¦xito electoral en las municipales, el juez y parte que decida el nombre del vencedor. Su estrategia de la equidistancia perjudica m¨¢s a CiU porque rompe el monopolio del pujolismo sobre el nacionalismo catal¨¢n y, al mismo tiempo, da una imagen de suficiente moderaci¨®n para atraerse votos nacionalistas convergentes, que han visto y ven con muy malos ojos los pactos y colaboraciones de CiU con el PP. Tambi¨¦n Maragall puede sacar alg¨²n beneficio en este terreno con su catalanismo de tono roquista. Pero es bueno que lo hagan por separado porque muchos votantes del PSC-PSOE no entender¨ªan una fotograf¨ªa electoral Maragall-Carod. Es verdad, tambi¨¦n, que lo que es bueno para la alternativa del centro izquierda en la campa?a electoral, puede volverse en su contra si al final ERC pacta con Pujol. La "galleguizaci¨®n" de las elecciones auton¨®micas s¨®lo beneficiar¨ªa a ERC y CiU. Las alianzas electorales son muy ¨²tiles en situaciones excepcionales o de alta intensidad pol¨ªtica. Este no es el caso de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. Es posible que exista un cierto deseo de cambio en amplios sectores de la sociedad catalana, pero no se respira un clima negativo con relaci¨®n a la acci¨®n de gobierno de la Generalitat. Algunos creadores de opini¨®n entre la izquierda, llevados por un antipujolismo visceral, confunden el deseo con la realidad. Es m¨¢s importante subrayar la conveniencia de un cambio despu¨¦s de casi 20 a?os de gobierno al frente de la Generalitat que obsesionarse en dar una imagen negativa de Pujol. Si Maragall no ha ca¨ªdo en esta trampa, es saludable que no lo hagan los maragallistas. En mi
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