Micropol¨ªtica
JULIO SEOANE A medida que los cargos p¨²blicos acumulan m¨¢s responsabilidades, la pol¨ªtica se hace m¨¢s compleja y los ciudadanos tienen que utilizar atajos para entenderla y tomar las decisiones adecuadas. Enfrentados a la macropol¨ªtica, algo que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de nuestras posibilidades, la soluci¨®n consiste en utilizar trucos de la micropol¨ªtica. En este sentido, los debates p¨²blicos y las intervenciones audiovisuales de dirigentes y candidatos nos proporcionan pistas de las caracter¨ªsticas personales adecuadas para la funci¨®n p¨²blica. Si bien no se atiende mucho a los contenidos, nos fijamos cada vez m¨¢s en las capacidades y limitaciones personales. A pocos les interesa ya identificarse con los candidatos o sentirse orgulloso de los pol¨ªticos. El debate lo gana el que presenta mejores caracter¨ªsticas para hacer progresar nuestro entorno y nuestra sociedad. Aznar o Almunia, Asunci¨®n, Zaplana, Ruiz Gallard¨®n o Rosa D¨ªez, constituyen prototipos de habilidades y rasgos personales que podr¨ªan ser ¨²tiles para nuestro desarrollo individual y social. El entramado ideol¨®gico y la pol¨ªtica grande se alejan cada vez m¨¢s de nosotros, mientras que los detalles cercanos de eficacia, energ¨ªa y novedad ocupan un lugar predominante. Es la ley del m¨ªnimo esfuerzo o la estrategia del indigente. Desde este punto de vista, nos interesa menos el ideario pol¨ªtico de Borrell que su resistencia al estr¨¦s, la estrategia renovadora de Romero que sus reacciones ante las frustraciones continuadas, la coherencia pol¨ªtica de Anguita que sus obsesiones pedag¨®gicas. En las auton¨®micas valencianas, el debate sobre planificaci¨®n social y pol¨ªtica jug¨® un escaso papel, porque el truco consist¨ªa en apostar por la mejor m¨¢quina de progresar o, si lo prefieren, por las mejores caracter¨ªsticas personales para garantizar nuestro futuro. Morton Prince, psiquiatra norteamericano, public¨® en 1912 un art¨ªculo period¨ªstico sobre el comportamiento del presidente Theodore Roosevelt. Analizado bajo la perspectiva de la "nueva psicolog¨ªa", seg¨²n sus palabras, Roosevelt ten¨ªa deseos preconscientes de volver a ser presidente, que se manifestaban en conductas inadecuadas y sentimientos ambivalentes, al tener que reprimir su pretensi¨®n de presentarse como candidato por tercera vez. Pues bien, Sigmund Freud critic¨® duramente a ese psiquiatra porque no ten¨ªa derecho a analizar p¨²blicamente los motivos del presidente sin su consentimiento expl¨ªcito, vulnerando as¨ª su intimidad de una forma inadmisible. Desde entonces y hasta los momentos actuales, las caracter¨ªsticas psicol¨®gicas y personales de los candidatos y, en general, de los pol¨ªticos ya no se consideran privadas o ¨ªntimas, sino que se han convertido en un tema de inter¨¦s p¨²blico y centrales para la adecuaci¨®n al cargo que tienen que desempe?ar. Sus capacidades reales y sus limitaciones, la ambici¨®n, la agresividad, la frialdad emocional, la autoestima, el resentimiento o la confianza constituyen con frecuencia los aspectos definitivos para su aceptaci¨®n y triunfo electoral. La prueba del predominio de esta tendencia la tendremos dentro de poco porque, si no me equivoco, los pr¨®ximos ocho meses van a estar m¨¢s centrados en la din¨¢mica psicol¨®gica que en los contenidos pol¨ªticos. Y si no, al tiempo.
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