"Soy una madre muy normal"
Alfredo es jur¨ªdicamente un hombre y una madre. Eva es de coraz¨®n una mujer y una madre. Ambos son la misma persona. Una persona feliz, porque una sentencia de la Audiencia de Sevilla le ha otorgado la tutela de la hija de su pareja fallecida hace dos a?os y a la que Eva ha cuidado y atendido desde hace casi diez. "Soy una madre muy normal", dijo con orgullo modesto, ayer, mientras se tomaba un refresco en una c¨¦ntrica cafeter¨ªa sevillana. La buena noticia de que se hab¨ªa convertido en el tutor (le gustar¨ªa que le llamasen tutora, pero oficialmente es a¨²n un var¨®n) de la ni?a se lo dieron sus vecinas, que alborozadas le esperaban en el portal de su casa. Eva ven¨ªa de pasar una revisi¨®n ¨®ptica a la peque?a. "Me qued¨¦ en el sof¨¢ como si me hubieran dado una paliza, me dol¨ªa todo el cuerpo, ahora creo que era de felicidad", explica Eva embutida en un coqueto conjunto de chaqueta y pantal¨®n rojo y blanco y con una lagrimilla a punto de escap¨¢rsela por un ojo.
La cosa no ha sido f¨¢cil. A pesar del optimismo que f¨¢cilmente podr¨ªa calificarse como il¨®gico de Eva, el sufrimiento se ha hospedado en su coraz¨®n y en el de la ni?a desde hace tiempo. Cuando la peque?a ten¨ªa poco m¨¢s de un a?o, su madre falleci¨®. Al poco tiempo, su padre conoci¨® a Eva y el romance empez¨® a madurar y a hacerse solido, tanto como para obviar incomprensiones o comentarios. Cuando la ni?a ten¨ªa alrededor de dos a?os, la pareja comenz¨® su vida conjunta. Un hombre, una mujer y su hija. Eso es lo que fueron para todo el mundo. Una familia.
A finales de 1996, le diagnosticaron un c¨¢ncer de pulm¨®n al marido, por afecto y efecto aunque no sobre los papeles, de Eva. Cuatro meses de dolor y lucha contra la enfermedad, hasta que en febero de 1997 se le apag¨® la vida. La peque?a se qued¨® con "su madre". Eva decidi¨® entonces poner al d¨ªa la legalidad de la tutela. Por primera vez en una decena de a?os, la familia materna comenz¨® a mover sus piezas para hacerse con la ni?a. Eva no se lo explica, para ella no es ning¨²n secreto que la familia de la madre de la ni?a no le ten¨ªa aprecio, pero hasta entonces no hab¨ªa habido ning¨²n problema. Incluso la primera comuni¨®n de la peque?a, a pesar de que el padre hab¨ªa muerto hac¨ªa tan s¨®lo tres meses, fue una fiesta en la que participaron y contribuyeron econ¨®micamente ambas partes de la familia. En junio de 1997, lleg¨® lo inexplicabe para Eva. La familia materna se llev¨® a la peque?a durante 18 d¨ªas. "Yo no entend¨ªa nada, porque la ni?a estaba muy bien atendida, limpia como la que m¨¢s y muy bien educada y espabilada".
Eva y su peque?a viv¨ªan perfectamente integradas en su vecindario y en la ciudad. No hab¨ªa apuros econ¨®micos. Entre la pensi¨®n de orfandad y lo que saca de su peluquer¨ªa, Eva tiene m¨¢s que suficiente para atender a los pagos del colegio de monjas al que acude la ni?a y a los caprichos coquetos de la preadolescente. "Es una bendici¨®n lo del uniforme, porque los d¨ªas normales se tiene que levantar un par de horas antes para acicalarse", comenta divertida.
Pero sobre todo franqueza. "Las religiosas y las profesoras lo saben todo sobre m¨ª. Yo firmo los papeles oficiales como Alfredo y las notas como Eva. Yo quiero que la ni?a tenga una educaci¨®n religiosa. Yo soy creyente. Creo en la igualdad de todos y en el amor al pr¨®jimo y creo que el colegio de monjas es un buen sitio para que mi hija lo aprenda". Y es que el sexo de Eva no ha sido un secreto para nadie nunca, ni siquiera para la peque?a. Nunca hubo un problema al respecto. Ni con el colegio de religiosas, ni con las madres de las compa?eras de la ni?a, ni pediatras ni nada. Es m¨¢s, nadie ha perdido un segundo en felicitarla. "Es que hay much¨ªsima gente estupenda por ah¨ª".
Pero el sexo de Eva, que se siente mujer desde que naci¨® -su cuerpo est¨¢ ahora a medio camino y est¨¢ decidida a operarse, "pero con tiempo", que ella tiene mucha paciencia"- s¨ª fue un problema despu¨¦s de los 18 d¨ªas que la ni?a pas¨® en casa de sus familiares maternos. Esa especie de "secuestro", tal y como lo define la sentencia de la Audiencia de Sevilla, sirvi¨® para meter conceptos nuevos en la cabeza de la peque?a. Cuestiones de sangre, sexo y familias ideales con padre, madre y hermanos que nunca hab¨ªan tenido importancia para ella. "La ni?a lleg¨® bombardeada", se lamenta Eva. "Me tuve que sentar y aproximarme a ella poco a poco; es que es tan nerviosa como su padre", cuenta Eva seria, "le tuve que explicar lo que somos cada uno y lo que es importante y lo que no. Yo s¨®lo quiero que est¨¦ preparada para dar amor y recibir amor".
"Me he ganado el respeto"
Una de las cosas que m¨¢s sorprende de Eva es que no se enfada con nadie y tiene un coraje y una confianza a prueba de bomba. Ayer mismo, llev¨® a la ni?a a casa de su abuela materna. Nada de miedos, tampoco nada de cortes¨ªa. Pero si la ni?a quiere, la ni?a hace. Verdaderamente, le tiene cogida la sobaquera a Eva. La noticia de que la familia materna no recurrir¨¢ ante el Tribunal Supremo la tutela de la menor ha sido la guinda en este final feliz. El jueves comi¨® con las hermanas de su pareja para celebrarlo, entre decenas de llamadas telef¨®nicas de felicitaci¨®n. "Si es que soy una madre muy normal, y yo creo que me he ganado el respeto de todo el mundo. Yo no oculto nunca lo que soy. Soy una mujer, as¨ª me quer¨ªa mi marido y como madre me ve mi hija". Con su aplomo caracter¨ªstico se alegra mucho por lo que esta sentencia pueda significar para otros transexuales en su situaci¨®n, pero pide un poco de calma y, sin ¨¢nimo de ser insolidaria, anuncia que se va a retirar. No quiere que nada m¨¢s afecte a su peque?a. "Una foto o una imagen mal tomada pueden hacer mucho da?o".
Eva acaricia el nombre de la peque?a que lleva en seis letras de oro en su cuello mientras cuenta c¨®mo le busc¨® un psic¨®logo ante los problemas que pod¨ªan surgir. De momento las vacaciones tendr¨¢n que esperar, porque la peque?a ha sufrido una peque?a ca¨ªda en sus resultados acad¨¦micos. Demasiadas cosas a su alrededor. Pero aparte de unos cates (discretamente silenciados por el orgullo estudiantil de la peque?a), todo empieza ahora una senda de normalidad. Ese concepto al que Eva y la sentencia de la Audiencia sevillana han dado un sutancial estir¨®n. "Es que las mujeres somos lo m¨¢s fuerte que hay. Las mujeres podemos con todo, incluso con una familia numerosa".
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