Derrotados

La novillada fue un fiasco. Seis ejemplares, seis, de la mansedumbre y la soser¨ªa. Seis novillos de aut¨¦ntico deshecho, de pura sangre mansa, inservibles para cualquier atisbo de arte. Seis animalitos que hu¨ªan de su sombra, se arrancaban con genio al caballo y no hac¨ªan pelea, se paraban en banderillas y llegaban a la muleta dificultosos, y con ganas de una despedida r¨¢pida. Un sonoro fracaso ganadero. Un regalo de novillada para tres promesas que sue?an con la gloria. Pero las promesas lo son si cumplen lo prometido, y estos novilleros no parecen tener las ideas muy claras respecto a su futuro. Eso se deduce de la actitud mantenida por la terna ante la papeleta que le toc¨® en suerte. Dicho queda lo de los nudillos, pero esa mala casta no justifica que los novilleros se mostraran tristes, derrotados y mec¨¢nicos.

Poco torearon y verdad es que lo intentaron con capote y muleta. Mart¨ªn Antequera naufrag¨® en una faena larga y aburrida ante un impresentable novillo que iba y ven¨ªa mientras el torero se perd¨ªa entre muletazos enganchados. Puso m¨¢s empe?o en el otro, pero embest¨ªa menos. Mat¨® de una gran estocada y adi¨®s muy buenas.

Juan Carlos de Alba puso toda la carne en el asador en el quinto, astifino, manso y dif¨ªcil; se luci¨® en unas ver¨®nicas a pies juntos y se la jug¨® en los primeros compases de muleta en derechazos arriesgados y vibrantes. Poco dur¨® lo bueno porque las dudas del torero se unieron a las carencias del toro. En su primero dio pases y m¨¢s pases y nadie se inmut¨®. Su toreo es superficial y no le sobra esp¨ªritu de lucha. Ronquillo se luci¨® en un quite por chicuelinas, y eso fue lo mejor de su tarde. No mostr¨® decisi¨®n ante su primero, y lo intent¨® con m¨¢s inter¨¦s en el sexto, aunque tampoco le sali¨® una a derechas.