Serbia necesita su Willy Brandt
En agosto de 1996 pas¨¦ unos d¨ªas en Navarra y el Pa¨ªs Vasco con un profesor y tres estudiantes de doctorado del Departamento de Antropolog¨ªa Social de la Universidad Complutense. En el pueblo navarro de Vera de Bidasoa paramos en un bar vecino a la casa familiar de los Baroja. Habl¨¢bamos de nuestro trabajo y mi acento llam¨® la atenci¨®n del hombre de la barra, que me pregunt¨® de d¨®nde era. Yo le desafi¨¦ a adivinarlo. Lo intent¨®: francesa, italiana, alemana, suiza, belga, americana..., pero su mente no saltaba a la otra mitad de Europa. Al final, para ayudarle, le ofrec¨ª una pista: "Soy del pa¨ªs de los m¨¢s malos del mundo en este momento." Y ¨¦l, no sin alivio, respondi¨®: "?Hombreee, eres serbia!". Hace unos d¨ªas tuve la oportunidad de hablar con un compatriota que consigui¨® huir de Serbia sobornando a un aduanero con marcos alemanes. Estuvo luchando en Kosovo como soldado reservista del Ej¨¦rcito yugoslavo. Me cont¨®, con todo lujo de detalles, c¨®mo hab¨ªa organizado el Ej¨¦rcito yugoslavo la expulsi¨®n de las mujeres y los ni?os albaneses y c¨®mo despu¨¦s dejaba paso libre a los paramilitares, que se enfrentaban y capturaban a los hombres albaneses. Sent¨ª n¨¢useas. Su voz no temblaba en ning¨²n momento. S¨®lo sudaba mucho, mientras su mirada vagaba perdida muy lejos del lugar donde est¨¢bamos. ?l mismo dec¨ªa sentir compasi¨®n por los ni?os y las mujeres albanokosovares, pero ninguna por los hombres. Acabamos la conversaci¨®n con este comentario suyo: "Es muy triste. Hemos dado Kosovo a los siptari . El ¨²nico que dice que no lo hemos perdido es Milosevic. Pero ya nadie le cree. ?Has visto c¨®mo huyen los serbios de Kosovo? Es muy triste, muy triste". "?Pero te pareci¨® triste cuando hu¨ªan los albaneses?", le pregunt¨¦. "No, porque Kosovo es serbio y porque los serbios son las v¨ªctimas. T¨² misma sabes que huyen de Kosovo desde 1985 por la agresi¨®n de los albaneses", respondi¨®.
No hemos vuelto a hablar m¨¢s. Estas dos im¨¢genes t¨®picas de los serbios -v¨ªctimas para ellos y malvados para los dem¨¢s- reflejan todo el abismo y la incomprensi¨®n entre el pueblo serbio y Occidente.
La intervenci¨®n militar de la OTAN ha parado de momento el conflicto de Kosovo. Las tropas internacionales garantizan la vuelta de los refugiados albanokosovares y la protecci¨®n a los serbios que se queden en Kosovo. Este territorio se convertir¨¢ en un protectorado, medida que deber¨ªa asegurar una paz duradera. Pero la paz militar no es todav¨ªa la convivencia. Ni siquiera lo ser¨ªa la desaparici¨®n de Slobodan Milosevic. Porque si cae, y cuanto antes mejor, su ca¨ªda se deber¨¢, m¨¢s que a otras razones, al inter¨¦s de los serbios por recibir ayudas internacionales para reconstruir el pa¨ªs.
Como ha podido verse tras las guerras en Croacia, Bosnia y Kosovo, la paz es condici¨®n necesaria, pero no suficiente, para garantizar la convivencia en los Balcanes. La necesidad de reconstruir el pa¨ªs puede servir de argumento para librarse de Milosevic. Pero, ?c¨®mo derrotar la agresiva pol¨ªtica etnoc¨¦ntrica de Milosevic? ?C¨®mo convencer a los serbios de que no son las v¨ªctimas de los albaneses o de la OTAN, sino de su propio Gobierno? Del buen fin de este proceso contra el victimismo y las mentiras nacionalistas depender¨¢ que se consiga o no la convivencia en los Balcanes: entre los serbios y sus vecinos, y tambi¨¦n entre los serbios dem¨®cratas y los nacionalistas.
La cimentaci¨®n de la convivencia s¨®lo empezar¨¢ cuando los serbios se nieguen a jugar los dos papeles principales que se les imponen: uno, el escrito por el r¨¦gimen de Belgrado y seg¨²n el cual todos los serbios son v¨ªctimas de la supuesta conspiraci¨®n internacional contra su naci¨®n, y el otro, escrito por Occidente, que define a los serbios como feroces mit¨®manos incapaces de compasi¨®n alguna hacia la gente de otros pueblos. As¨ª como es obvio que no todos los serbios son v¨ªctimas, tampoco todos somos mit¨®manos despiadados. Es cierto que muchos miles de serbios fueron v¨ªctimas del genocidio lanzado por el ef¨ªmero Estado independiente croata, pronazi, durante la Segunda Guerra Mundial. Tambi¨¦n lo fueron en 1995 en Srpska Krajina durante la nueva limpieza ¨¦tnica practicada por los nacionalistas croatas, y antes en Kosovo, entre 1985 y 1988, por las agresiones del nacionalismo alban¨¦s. Pero los serbios (o mejor, algunos serbios con la complicidad o el silencio de muchos m¨¢s que aceptaban que los agresores actuaban en su nombre) obraron igual contra los musulmanes en la guerra de Bosnia-Herzegovina y ahora contra los albaneses de Kosovo.
No son, pues, v¨ªctimas inocentes. Occidente castig¨® al pueblo serbio por aguantar a un presidente como Milosevic, bombardeando no s¨®lo objetivos militares, sino tambi¨¦n infraestructuras de servicios p¨²blicos, puentes, f¨¢bricas. La ley marcial impuesta por Milosevic como consecuencia de la guerra acab¨® con la poca oposici¨®n democr¨¢tica que quedaba en Serbia. Lo cierto es que a los serbios el bombardeo les habr¨ªa impresionado mucho m¨¢s si Occidente no hubiera pactado antes tantas veces con Milosevic las guerras y las paces de la regi¨®n: apoy¨¢ndole en su buscado papel de a la vez causa y soluci¨®n de todos los problemas.
S¨®lo la verdad cura: hay que individualizar la responsabilidad. Identificar y juzgar a los militares y paramilitares que participaron en las limpiezas ¨¦tnicas y dem¨¢s cr¨ªmenes horribles que ahora se evidencian, y tambi¨¦n a los pol¨ªticos responsables de ello. Y dar la oportunidad al pueblo serbio de que les condene. La derrota de la pol¨ªtica etnoc¨¦ntrica de Milosevic depende de esta condena y de la creaci¨®n de condiciones democr¨¢ticas en el panorama pol¨ªtico serbio. La construcci¨®n de la convivencia es algo m¨¢s, y mucho m¨¢s dif¨ªcil, que derrotar al Gobierno de Milosevic y reconstruir el pa¨ªs econ¨®micamente, aunque ¨¦sas sean condiciones necesarias.
Los serbios tambi¨¦n tenemos nuestras Voces ancestrales. Es el t¨ªtulo de un libro de Conor Cruise O"Brian que acaba de publicarse en Espa?a. En el pr¨®logo, Jon Juaristi recoge esta opini¨®n del escritor irland¨¦s, con la que me identifico profundamente: "Tenemos, por supuesto, el derecho a denunciar toda violencia injusta; pero tenemos el deber de oponernos siempre a la que se comete en nuestro nombre".
La reconstrucci¨®n de la convivencia entre los pueblos en los Balcanes depende de la de las almas de sus ciudadanos. Los serbios necesitan un pa¨ªs reconstruido, pero tambi¨¦n, y sobre todo, un Willy Brandt: alguien que se arrodille y antes de nada pida perd¨®n, en nombre de todos los serbios, por tantas v¨ªctimas causadas en su nombre. El r¨¦gimen nacionalista croata de Franjo Tudjman deber¨ªa hacer lo mismo: por el genocidio de los serbios en la Segunda Guerra Mundial y por la limpieza ¨¦tnica en Srpska Krajina. S¨®lo a partir de este momento se podr¨¢ considerar que la recuperaci¨®n de los Balcanes ha empezado, al fin.
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