M¨¢s reflexiones sobre la guerra de Kosovo
Nadie puede dudar de que lo que ha ocurrido en Kosovo, a consecuencia tanto de la brutalidad de Slobodan Milosevic como de la respuesta de la OTAN, ha hecho que las cosas est¨¦n mucho peor de lo que estaban antes del bombardeo. El coste en sufrimiento humano en todos los bandos ha sido terrible, y tanto en lo que respecta a la tragedia de los refugiados como a la destrucci¨®n de Yugoslavia, no habr¨¢ compensaci¨®n ni remedio sencillos por lo menos durante una generaci¨®n, si no m¨¢s. Como puede testificar cualquier desplazado o despose¨ªdo, la vuelta a casa, verdadera y sin complicaciones, no existe, y no hay indemnizaci¨®n que guarde proporci¨®n con la p¨¦rdida del hogar, la sociedad o el entorno de uno (a no ser la venganza pura y dura, que a veces produce una sensaci¨®n ficticia de satisfacci¨®n). Mediante una combinaci¨®n cuyas proporciones exactas nunca llegaremos a saber, a pesar de la propaganda tanto de la OTAN como de Serbia, a Kosovo le han arrancado para siempre toda esperanza de coexistencia entre distintas comunidades. Una serie de reporteros honestos han admitido que a¨²n no se sabe lo que ha ocurrido exactamente respecto a la limpieza ¨¦tnica de albaneses por parte de los serbios, dado que los bombardeos de la OTAN sobre Kosovo, las acciones del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo y la brutalidad de las acciones individuales o colectivas de los serbios se desarrollaron al mismo tiempo: en tal caos, intentar determinar la culpa y la responsabilidad de cada uno -como no sea para justificarse y apuntarse puntos de debate- resulta dif¨ªcil, si no imposible. Pero no cabe duda de que el bombardeo ilegal aument¨® y aceler¨® la huida de la gente de Kosovo. Es inconcebible que el alto mando de la OTAN, con Bill Clinton y Tony Blair a la cabeza, supusieran ni por un momento que el n¨²mero de refugiados disminuir¨ªa con el bombardeo. Es significativo que ninguno de los dos l¨ªderes ha experimentado jam¨¢s los horrores de la guerra, ninguno de los dos ha participado en un combate, ninguno de los dos tiene conocimiento directo de lo que significa luchar desesperadamente por sobrevivir, por proteger y alimentar a la propia familia. S¨®lo por estos motivos ambos l¨ªderes se merecen la m¨¢s fuerte condena moral y, teniendo en cuenta los p¨¦simos antecedentes de Clinton en Sud¨¢n, Afganist¨¢n, Irak y en los pasillos de la Casa Blanca, deber¨ªa ser procesado como criminal de guerra tanto como Milosevic. En cualquier caso, incluso seg¨²n la ley estadounidense, Clinton viol¨® la Constituci¨®n al emprender una guerra sin el consentimiento del Congreso. El hecho de que tambi¨¦n violara la Carta de Naciones Unidas no hace sino empeorar su de por s¨ª grave delito.
La moralidad nos ense?a que si uno quiere intervenir para aliviar el sufrimiento o la injusticia (¨¦sta es la famosa idea de la intervenci¨®n humanitaria que tantos liberales occidentales han esgrimido como excusa para el bombardeo), de lo primero que tiene que asegurarse es de que al hacerlo no va a empeorar la situaci¨®n. Parece que los l¨ªderes de la OTAN no aprendieron esa lecci¨®n, ya que se tiraron de cabeza con poca preparaci¨®n, deficiente informaci¨®n y ninguna consideraci¨®n, y por lo tanto, sellaron a sangre fr¨ªa el destino de cientos de miles de kosovares que, ya fuera porque ten¨ªan que soportar el peso de la venganza serbia sobre ellos, o por el inmenso volumen y densidad del bombardeo (a pesar de los rid¨ªculos alegatos en cuanto a su organizaci¨®n y precisi¨®n) se vieron en la necesidad de escapar de la provincia y, como consecuencia, se convirtieron en v¨ªctimas por partida doble. Ahora tenemos la colosal tarea de intentar devolver a un mill¨®n de personas a sus hogares sin tener una idea clara de cu¨¢l va a ser su destino despu¨¦s.
?Autodeterminaci¨®n? ?Autonom¨ªa frente a Serbia? ?Ocupaci¨®n militar de la OTAN? ?Partici¨®n? ?Una soberan¨ªa compartida? ?Con qu¨¦ calendario? ?Qui¨¦n va a pagar? ?stas son s¨®lo algunas de las preguntas que siguen sin respuesta, si el acuerdo que Rusia contribuy¨® a alcanzar acaba funcionando y triunfa. ?Qu¨¦ pasar¨¢ entonces con los serbios kosovares, y qu¨¦ significa (seg¨²n el acuerdo) que se permitir¨¢ el regreso de algunos miembros de la polic¨ªa serbia o de personal militar? ?Qui¨¦n les va a proteger de la violencia albanesa y qui¨¦n controlar¨¢ sus actos? ?Qui¨¦n va a proteger a los serbios de Kosovo? A todo ello tenemos que a?adir el desorbitado coste de reconstruir Kosovo y Serbia, y nos queda todo un enjambre de problemas que sencillamente desaf¨ªan las limitadas facultades de comprensi¨®n e inteligencia pol¨ªtica de todos y cada uno de los actuales l¨ªderes de la OTAN.
Con todo, lo que m¨¢s me preocupa como estadounidense y como ciudadano es lo que la crisis de Kosovo augura para el futuro del orden mundial. Las guerras "seguras" o "limpias" en las que los militares estadounidenses y su equipo son pr¨¢cticamente invulnerables a las represalias o al ataque del enemigo son temas profundamente inquietantes. De hecho, como ha afirmado el jurista de prestigio internacional Richard Falk, ese tipo de guerras tienen la misma estructura que la tortura, ya que el interrogador-torturador tiene todas las facultades para elegir y despu¨¦s emplear el m¨¦todo que desee, y la v¨ªctima no tiene ninguna, y por lo tanto, queda al antojo de aquel que le acosa. La posici¨®n actual de Estados Unidos en el mundo es la de un mat¨®n est¨²pido capaz de infligir mucho m¨¢s da?o que ninguna otra potencia de la historia.
El presupuesto militar de Estados Unidos es un 30% superior al total del presupuesto del resto de los pa¨ªses de la OTAN. M¨¢s de la mitad de los pa¨ªses del mundo han sentido la amenaza o la realidad de las sanciones econ¨®micas o comerciales de Estados Unidos. Los Estados paria como Irak, Corea del Norte, Cuba y Libia (parias porque Estados Unidos les ha etiquetado de tales) soportan la mayor parte del odio unilateral de Estados Unidos; uno de ellos, Irak, est¨¢ en proceso de disoluci¨®n genocida, gracias a las sanciones estadounidenses, que superan con creces cualquier objetivo sensato que no sea satisfacer el sentimiento de justa ira de Estados Unidos. ?Qu¨¦ es lo que Estados Unidos supone que va a lograr con todo esto y qu¨¦ dice al mundo sobre su poder? Es un mensaje espeluznante que no tiene nada que ver con la seguridad, con el inter¨¦s nacional o con los objetivos estrat¨¦gicos bien definidos. Todo versa sobre el poder por s¨ª mismo. Y cuando Clinton se hace con las ondas para informar a los serbios o a los iraqu¨ªes de que no van a recibir ning¨²n tipo de ayuda del pa¨ªs que les destruy¨® a menos que cambien de l¨ªderes, su arrogancia no tiene l¨ªmites. En las actuales circunstancias, el Tribunal Internacional que ha etiquetado a Milosevic de crimi
nal de guerra no puede tener viabilidad ni credibilidad salvo que se apliquen los mismos criterios a Clinton, Blair, Albright, Sandy Berger, al general Clark y a todos los dem¨¢s, cuyo objetivo asesino ha predominado sobre toda noci¨®n de decencia y leyes de guerra. En comparaci¨®n con lo que Clinton ha hecho a Irak, Milosevic, con toda su brutalidad, no es m¨¢s que un principiante en materia de depravaci¨®n. Lo que hace peores los cr¨ªmenes de Clinton es la mojigata y fraudulenta preocupaci¨®n que finge, y lo peor de todo es que parece enga?ar a los neoliberales que actualmente rigen el mundo controlado por la OTAN. Es mejor ser un conservador honrado que un liberal falaz. Para complicar esta insana situaci¨®n, y de hecho para empeorarla, est¨¢n los medios de comunicaci¨®n, que han tomado partido en lugar de ser informadores imparciales y han sido testigos subjetivos del disparate y la crueldad de la guerra. Durante los 79 d¨ªas de bombardeo debo de haber visto al menos 30 d¨ªas de sesiones informativas de la OTAN, y no puedo recordar m¨¢s de 5 o 6 preguntas de periodistas que retaran las estupideces que soltaban Jamie Shea, George Robertson y, el peor, Javier Solana, la marioneta de la OTAN, que ha vendido su alma "socialista" a la hegemon¨ªa global de EE UU. Los medios no han dado ninguna muestra de escepticismo, no se ha intentado m¨¢s que "clarificar" la posici¨®n de la OTAN, utilizando a militares retirados (nunca mujeres) para explicar las maravillas del terror del bombardeo. Asimismo, los columnistas e intelectuales liberales, para los que de alguna forma ¨¦sta era su guerra, se limitaban a volver la cabeza para no ver la destrucci¨®n de la infraestructura serbia (calculada en unos 136.000 millones de d¨®lares) en su entusiasmo ante la idea de que "nosotros" est¨¢bamos actuando para detener la limpieza ¨¦tnica. Y lo peor de todo, los medios s¨®lo informaron con poco, por no decir ning¨²n, entusiasmo sobre la impopularidad de la guerra en EE UU, Italia, Grecia y Alemania. Ning¨²n recuerdo de lo que ocurri¨® en Ruanda hace cuatro a?os, o en Bosnia, ni del desplazamiento de 350.000 serbios a manos de Tudjman, ni de las atrocidades continuadas de los turcos contra los kurdos, ni de la matanza de m¨¢s de 560.000 civiles iraqu¨ªes, ni -volviendo adonde todo empez¨®- de la limpieza ¨¦tnica israel¨ª de los palestinos en 1948, que prosigue, con el apoyo liberal, hasta hoy. ?En qu¨¦ se diferencian las ideas y acciones de Barak, Sharon, Netanyahu y Eltan de Milosevic y Tudjman hacia las razas distintas e "inferiores"?
En la etapa de la posguerra fr¨ªa, la pregunta sigue siendo: ?regir¨¢ el mundo EE UU, con su s¨®rdida pol¨ªtica militar y econ¨®mica, que s¨®lo conoce el beneficio y el oportunismo, o se puede desarrollar una resistencia moral e intelectual suficientemente poderosa contra su pol¨ªtica? Para los que vivimos en su esfera o somos sus ciudadanos, nuestra primera obligaci¨®n estriba en desmitificar el falso lenguaje y las im¨¢genes que se utilizan para justificar la pr¨¢ctica e hipocres¨ªa estadounidenses, relacionar la pol¨ªtica de EE UU en Birmania, Indonesia, Ir¨¢n o Israel con lo que hoy hace en Europa -asegurando un lugar para las inversiones y los negocios de EE UU- y demostrar que la pol¨ªtica es b¨¢sicamente la misma, aunque se pretenda que parezcan distintas. No puede haber resistencia sin memoria y universalidad. Si la limpieza ¨¦tnica es un mal en Yugoslavia -como, por supuesto, lo es-, tambi¨¦n lo es en Turqu¨ªa, Palestina, ?frica y en el resto del mundo. Las crisis no se acaban cuando la CNN deja de cubrirlas. No puede haber dobles raseros. Si la guerra es cruel y profundamente despilfarradora, es cruel tanto si los pilotos estadounidenses bombardean a 9.000 metros de altura y salen sin un rasgu?o como si no. Y si siempre se va a preferir la diplomacia a los medios militares, se debe utilizar la diplomacia a toda costa. Finalmente, si las vidas humanas inocentes son sagradas, no se deben sacrificar c¨ªnicamente cuando las v¨ªctimas no son blancas y europeas. La resistencia siempre debe iniciarse en casa, contra el poder en el que uno como ciudadano pueda influir, pero, por desgracia, un nacionalismo expansivo enmascarado de patriotismo y de preocupaci¨®n moral se ha apoderado de la conciencia cr¨ªtica, con lo que la lealtad a la "naci¨®n" se antepone a todo lo dem¨¢s. Llegados a ese punto, lo ¨²nico que queda es la traici¨®n de los intelectuales y una absoluta quiebra moral.
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