El Sevilla vuelve a la Liga de las Estrellas
Un gol de Quevedo sentencia la promoci¨®n frente al Villarreal
SEVILLA 1 VILLARREAL 0A los cinco minutos de la segunda parte el S¨¢nchez Pizju¨¢n liber¨® la adrenalina retenida durante estas dos temporadas en Segunda Divisi¨®n. El gol de Quevedo meti¨® al Sevilla en Primera. Desde este momento las 45.000 gargantas que abarrotaban el estadio no dejaron de entonar c¨¢nticos alusivos al tan ansiado ascenso. Lo dem¨¢s ya era accesorio. Despu¨¦s del gol, el Villarreal desapareci¨® del campo. Por contra, el Sevilla mantuvo el ritmo de la primera mitad y las ocasiones de peligro que cre¨® fueron igual de constantes. Pero a diferencia del primer tiempo, ahora cada contra, cada incursi¨®n sevillista era acompa?ada por una banda sonora de c¨¢nticos alusivos a su nueva condici¨®n de equipo de la Liga de las Estrellas. Y como no, el nombre del art¨ªfice del milagro, Marcos Alonso, resonando de fondo. El pitido final aument¨® la euforia ya desatada. Pasaban tres minutos cuando el Sevilla disfrut¨® de la primera ocasi¨®n. Los nervios que atenazaron a la defensa del Villarreal en El Madrigal viajaron con ellos hasta Sevilla. Tasevski cort¨® bruscamente la veloz escapada de Olivera y desde el v¨¦rtice del ¨¢rea, Tsartas enca?on¨® un fuerte disparo con la zurda que detuvo Palop con el cuerpo. Dos minutos despu¨¦s lleg¨® la confirmaci¨®n de que el Sevilla no hab¨ªa salido a especular con el resultado favorable que se trajo de Castell¨®n. Tsartas, que recibi¨® una magn¨ªfica asistencia de Olivera, trat¨® de calcar el tranquilizador comienzo del partido de ida, pero Palop intuy¨® las intenci¨®n del griego y despej¨® sin problemas. El p¨²blico respir¨® aliviado despu¨¦s de estas dos intervenciones consecutivas de su equipo. La certeza de saber que en esta transcendental cita su equipo manten¨ªa la cabeza fr¨ªa era suficiente, m¨¢s teniendo a¨²n reciente en la memoria tardes en las que los nervios jugaron muy malas pasadas. El Sevilla sigui¨® a lo suyo que no era otra cosa que buscar con ah¨ªnco el primer gol para desarmar completamente a un rival que ya por s¨ª solo estaba desvencijado. Tsartas prob¨® fortuna un par de veces m¨¢s merced a las facilidades que le brindaban T¨¦llez y Tasevski.
Sevilla: Monchi; Prieto, Hibic, Tabar¨¦; Francisco, Velasco, Quevedo, Nando; Moya (Juan Carlos, min
75), Tsartas (H¨¦ctor, min. 85) y Olivera (Jesuli, min. 79). Villarreal: Palop; Pascual (Robert, min. 75), T¨¦llez, Tasevsky, Garc¨ªa Sanju¨¢n (Christiansen, min. 72); Gerardo (Saavedra, min. 56), Albelda, D¨ªaz, Alfaro; Gait¨¢n y Craioveanu. Goles: M. 50. 1-0. Quevedo remata de cabeza una falta sacada por Tsartas. ?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Amonest¨® a Tasevsky, Gait¨¢n, D¨ªaz, Garc¨ªa Sanju¨¢n, Craioveanu, Christiansen, Quevedo, Tsartas, Francisco, Juan Carlos y Tabar¨¦. Lleno absoluto en el S¨¢nchez Pizju¨¢n. Partido de vuelta de la promoci¨®n a Primera. En la ida, el Sevilla hab¨ªa ganado 0-2. Es el cuarto ascenso en la historia del Sevilla, que s¨®lo ha estado 12 a?os fuera de Primera. Los anteriores fueron en 1934, 1969 y 1975.
Sobresalto
El primer sobresalto para el Sevilla tard¨® en llegar, pero cuando se produjo acongoj¨® a m¨¢s de uno. Gait¨¢n desbord¨® a Tabar¨¦ y puso en apuros a Monchi, que ataj¨® un doble disparo. Fue la ¨²nica oportunidad del Villarreal. El Sevilla mantuvo el control, que permit¨ªa el Villarreal sin oponer demasiada resistencia, apegado a utilizar la contra como ¨²nica arma de ataque. Arma de doble filo, ya que Hibic replicaba cada una de sus incursiones mandando el bal¨®n a Olivera que, con una velocidad vertiginosa, se plantaba una y otra vez ante Palop. As¨ª, las oportunidades del Sevilla se sucedieron. En el minuto 29, Moya brind¨® al desmarcado Tsartas medio gol, y lo hizo tras dirigir una relampagueante contra que hizo que los jugadores del Villarreal tan s¨®lo pudieran girarse para verle avanzar. Pero, otra vez, fue el cuerpo de Palop el que recibi¨® el golpe. Nuevamente Moya, a bocajarro (m. 30) y seguidamente Tsartas, que estrell¨® el bal¨®n en el palo, levantaron por en¨¦sima vez a la parroquia de sus asientos. Y entre los gritos de emoci¨®n de los aficionados sevillistas, D¨ªaz peloteaba hasta las cercan¨ªas del ¨¢rea rival para proveer a Alfaro y a Craioveanu. Pero ah¨ª topaban una y otra vez con la solvencia defensiva del Sevilla. Tabar¨¦ actu¨® como un verdadero escudo humano y trunc¨® una y otra vez las pretensiones del Villarreal. Con el partido dominado pese a la ausencia del gol de la tranquilidad, el Sevilla se retir¨® a vestuario enmedio de una fuerte ovaci¨®n. Tras el descanso, el acabose. El gol de Quevedo hizo estallar el S¨¢nchez Pizju¨¢n. El Sevilla est¨¢ en Primera. Pero los jugadores no bajaron de ritmo y trataron de mantener al Villarreal: acorralado y contra las cuerdas. Tsartas, Olivera y Moya mantuvieron el acoso sin tregua a Palop, aunque sin acierto. Los jugadores del Villarreal sin orden ni concierto perdieron poco a poco las pocas ilusiones que trajeron a Sevilla. Mientras, la grada se dedicaba ya a ovacionar los cambios introducidos por Marcos y a agradecer en las figuras de Moya y de Olivera a su equipo el que, al fin, les hayan devuelto a lugar de donde nunca debieron salir: la Primera Divisi¨®n.
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