La peregrinaci¨®n del suspense
Masajistas y m¨¦dicos del Tour viajaron por carretera con sus botiquines
"?Viene Saiz?", pregunta el periodista italiano al primer espa?ol con que se cruza nada m¨¢s llegar a Le Puy du Fou, la colina del loco, Francia profunda. "?Ha llegado Saiz?", pregunta el periodista franc¨¦s. "?Y Virenque?", pregunta el espa?ol al franc¨¦s y al italiano. Son los proscritos, los indeseables para el Tour forzado a readmitirlos. Son los personajes del d¨ªa de una carrera que a¨²n no ha hallado su pulso a dos d¨ªas del comienzo pese a la apariencia de normalidad con que se desarrollan todos los trabajos previos. Las preguntas deportivas, sin embargo, se han dejado para ma?ana. Manolo Saiz, el director del ONCE, no lleg¨® al Tour hasta bien entrada la noche. Con ¨¦l, en un vuelo Madrid-Nantes con escala en Burdeos, sus nueve corredores, entre los que no se hallan ni Laurent Jalabert ni Mikel Zarrabeitia, pese a estar inscritos en la lista previa. Richard Virenque, por su parte, apareci¨® m¨¢s o menos a las mismas horas, pero procedente de Suiza, pa¨ªs en el que el corredor franc¨¦s m¨¢s amado por las francesas tiene fijada su residencia. Con morbo les esperaba la gente a pie de escalerilla de avi¨®n. Fueron las ¨²ltimas llegadas del d¨ªa en que tambi¨¦n tuvo lugar la peregrinaci¨®n del suspense, la que emprendieron por carretera los masajistas, mec¨¢nicos y m¨¦dicos de los equipos a bordo de autobuses y camiones cargados de material, bicicletas y el restringido, vigilado y regulado botiqu¨ªn.
Las historias hab¨ªan corrido de boca en boca hasta convertirse casi en novelas. Primero fue lo del coche del masajista del Festina con creatina retenido en la frontera franco-belga. Luego, la del calvario del cami¨®n del Mapei, registrado nada menos que cinco veces hace una semana cuando regres¨® atravesando toda Francia de la Volta a Catalunya a su base en B¨¦lgica. As¨ª que temerosos estaban los m¨¦dicos, los garantes de las medicinas del equipo, ante la perspectiva de atravesar media Francia parando cada dos por tres para ense?ar que todos sus papeles y todo el contenido de sus neveras estaba en orden. M¨¢s les habr¨ªa valido gastar las energ¨ªas en otro asunto: ninguno de ellos tuvo que hacer ninguna parada forzosa a punta de orden policial. Todos llegaron a sus hoteles sin novedad. Alguno hubo que para evitar molestias viaj¨® a distancia prudencial del convoy de su equipo y en un coche sin publicidad. Una precauci¨®n que le sobr¨®. "No hemos tenido que ense?ar los papeles a nadie. Y he hablado con todos los compa?eros y ninguno ha tenido problemas", indicaba un m¨¦dico espa?ol. "Pero no s¨¦. Estoy seguro de que su t¨¢ctica va a ser dejarnos confiar para pillarnos desprevenidos dentro de unos d¨ªas".
Hasta que lleguen esos d¨ªas, los m¨¦dicos van a seguir estando en el frente. Y con trabajo administrativo-burocr¨¢tico. Ayer ya recibieron un comunicado de la UCI (Uni¨®n Ciclista Internacional) que, en los mismos t¨¦rminos que el que se les envi¨® al comienzo del Giro, les informa de que en los primeros d¨ªas de la carrera todos los corredores de todos los equipos se tendr¨¢n que someter a un control de hematocrito (porcentaje de gl¨®bulos rojos en la sangre: quien lo tenga por encima del 50% no podr¨¢ correr por motivos de salud) por sorpresa. Adem¨¢s, la tradicional y rutinaria ceremonia del reconocimiento m¨¦dico, que se inici¨® ayer, dej¨® de ser simplemente una disculpa para hacer espectaculares fotograf¨ªas y conocer la talla, el peso y la frecuencia card¨ªaca exacto de los 180 participantes (20 equipos de nueve corredores). A ella tendr¨¢ que acudir el m¨¦dico de cada equipo con los resultados de los an¨¢lisis de sangre correspondientes al tercer plazo trimestral de los controles de salud instaurados esta temporada por la UCI (los franceses, no, que tienen su propio control longitudinal) para entreg¨¢rselos al inspector Zorzoli, de la comisi¨®n de prevenci¨®n de la salud de la UCI, quien deber¨¢ autorizar finalmente la participaci¨®n de todos los ciclistas.
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