Nuestra agua, ardiente y embrujada
La historia del aguardiente comienza con el invento de la destilaci¨®n, probablemente y aunque parezca chocante, por parte de los ¨¢rabes. Bien es verdad que es descubierto casi a la vez por el alquimista hisp¨¢nico Arnaldo de Vilanova, all¨¢ por fines del siglo XIII. Bebidas espirituosas que fueron denominadas de distintas formas. Agua ardiente, agua de vi?a, y sobre todo "eau-de-vie" (agua de vida ) debido por un lado a su car¨¢cter incoloro similar al agua y por otra parte, a su fuerza alcoh¨®lica y a la atribuci¨®n de propiedades medicinales casi m¨¢gicas contra las enfermedades. Por eso no resulta extra?o que este aguardiente destilado con el orujo de la variedad de uva aut¨®ctona vasca Hondarrubi Zuri (una de las cepas esenciales del "txakoli") se le haya comercializado con el misterioso y legendario nombre de Lamin Ura. El t¨¦rmino en euskera "lamin" hace referencia a una imagen de mujer de la mitolog¨ªa vasca, que se peinaba su larga cabellera junto a los r¨ªos para conquistar a los hombres que pasaran por all¨ª. Siguiendo esta leyenda, este aguardiente embrujador, tal como se?alan de forma m¨¢gica en la contraetiqueta de la botella, ser¨ªa el adecuado para la conquista de los amantes. En cata resulta este orujo (llam¨¦mosle "de "txakoli") de color trasparente, cristalino, lagrimoso pero no demasiado denso. Destaca por sus destellos brillantes. En nariz es agradable, muy intenso pero desde luego en absoluto agresivo destacando los aromas frutales propios de la variedad de uva, eso s¨ª con leves toques tostados. En boca resulta bastante largo, ligero, fresco y un tanto bals¨¢mico. Lo que mas sorprende es acaso por su suavidad y permanencia en boca.
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