Afrontar la dana sin ayudas ni papeles: ¡°Emigramos para enviar dinero a nuestros pa¨ªses y no al rev¨¦s¡±
Permanecer en situaci¨®n irregular impide a los migrantes pedir cualquier tipo de ayuda directa estatal, pero tambi¨¦n imposibilita la b¨²squeda de empleo y vivienda
Fabi¨¢n Leal, migrante colombiano de 49 a?os, fue obligado a ir a trabajar el lunes siguiente a la dana que sacudi¨® Alfafar (Valencia, 20.000 habitantes) el 29 de octubre. La riada devast¨® este municipio valenciano de 22.000 habitantes, cubriendo cada calle con una densa capa de lodo y dejando cerca de 15 v¨ªctimas mortales, pero su jefe le insisti¨® que, si no llegaba, perder¨ªa el puesto como t¨¦cnico electricista. Leal, residente en esta localidad desde hace dos a?os, quer¨ªa quedarse y ayudar a los vecinos, pero termin¨® cediendo. ¡°Es lo que sucede con los extranjeros sin papeles, no podemos elegir ni reclamar nuestros derechos porque pensamos que cada oportunidad es irrepetible¡±, relata. Leal tuvo que recorrer a pie los 10 kil¨®metros que separan Alfafar y Aldaia para llegar aquella jornada a su puesto de trabajo.
Antes del paso de la gota fr¨ªa tuvo que lidiar con un empleo de hasta 12 horas diarias y 30 minutos de descanso por menos del salario m¨ªnimo interprofesional, sin un contrato ordinario de trabajo y pagado ¡°en negro¡±. Hace un a?o obtuvo su puesto en un taller de montaje y mantenimiento el¨¦ctrico de Aldaia, gracias a un permiso temporal concreto. Pero dicho recurso legal, que se aplica a quienes piden asilo, caduc¨® hace unos meses. Su esposa, Andrea Galvis (48 a?os), que atraviesa una situaci¨®n legal id¨¦ntica, tambi¨¦n perdi¨® su empleo en una inmobiliaria, que cerr¨® por los da?os que provoc¨® la dana.
Dos semanas despu¨¦s del desastre, Leal no pudo m¨¢s. Acudi¨® a urgencias despu¨¦s de experimentar una inexplicable sensaci¨®n de agobio. ¡°Si sigue trabajando, usted se va a morir¡±, le dijo la doctora que le atendi¨®. Leal, cansado de caminar ocho horas diarias para llegar al trabajo, llam¨® a su jefe y renunci¨®. Este le respondi¨®: ¡°T¨² no eres nadie y no tienes nada y en un momento voy a la comisar¨ªa a denunciarte por estar indocumentado¡±, asegura. Aunque las amenazas se quedaron en palabras, ese d¨ªa comenz¨® otra batalla y la m¨¢s dura para este migrante colombiano: sobrevivir sin papeles al complejo panorama econ¨®mico que dej¨® la cat¨¢strofe.
Un informe elaborado por C¨¢mara de Comercio de Valencia estima que dos terceras partes de los 8.106 locales afectados por la dana han sufrido da?os directos. Por ende, el trabajo escasea en las zonas afectadas. Y mudarse no es una opci¨®n. La oferta es muy limitada, por no decir inexistente, y sin papeles, es casi imposible encontrar alternativas de vivienda. La situaci¨®n de Leal, sin embargo, se repite por miles.
Un estudio de Oxfam calcula que en la Comunidad Valenciana residen cerca de 40.000 extranjeros en condici¨®n irregular. Esta cifra supera el censo de localidades como Paiporta (25.000), Catarroja (30.000) o Aldaia (32.000). El presidente del Observatorio Valenciano de la Migraci¨®n, Francisco Mora, expone que se encuentran particularmente afectadas las familias monoparentales y aquellos colectivos migrantes con dificultades idiom¨¢ticas; los residentes en viviendas sin c¨¦dula de habitabilidad o que no hayan tenido la posibilidad de empadronarse, y las personas mayores de 55 a?os con dificultad de acceso al mercado laboral.
Desde que dej¨® su anterior empleo, Leal ha encadenado peque?as labores de reparaci¨®n de conexiones el¨¦ctricas da?adas por la dana para poder juntar los 700 euros que paga por su piso en Paiporta, donde vive junto a su esposa y a un hijo de 14 a?os. Cuenta que ha recibido diversas ofertas laborales, pero que debido a su situaci¨®n administrativa, no puede aceptar ninguna. Recuerda que en noviembre tuvo que pedir dinero a familiares en Colombia para juntar el dinero de la renta del alquiler. ¡°Se supone que migramos para enviar dinero a nuestros pa¨ªses de origen y no al rev¨¦s¡±, lamenta.
Ni el cuidado de personas mayores, que habitualmente ha significado una fuente de trabajo estable en la zona ¡ªespecialmente para las mujeres¡ª, parece una opci¨®n en este momento. ¡°Gran parte de las familias se han llevado a sus mayores a casa o a residencias¡±, explica Silvana Cabrera, portavoz del movimiento estatal Regularizaci¨®n Ya, ¡°por lo que hay cientos de empleadas dom¨¦sticas que, al perder su trabajo, perdieron su vivienda¡±.
Este es el caso de Nilka Baena, quien recuerda como si fuera ayer c¨®mo una lengua de agua lodosa penetr¨® en el primer piso donde viv¨ªa a cargo de una persona de 92 a?os. ¡°Lo primero que pensamos mi hija y yo fue en socorrer a la persona mayor a mi cargo; logramos subirla al segundo piso cuando el agua nos llegaba a la cintura. Se perdieron todos nuestros documentos, incluyendo los pasaportes, pero salvamos una vida¡±, reconstruye Baena, de 46 a?os, quien ha trabajado para esta familia en Massanassa por dos a?os. Sin embargo, sus problemas tambi¨¦n aumentaron tras la riada. Esta mujer originaria de Bogot¨¢ (Colombia), y que no ha conseguido regularizar su situaci¨®n, relata que a los pocos d¨ªas se llevaron a la persona mayor a su cargo a una residencia y de repente se qued¨® sin trabajo y en la calle. La compleja situaci¨®n de vivienda que atraviesa Espa?a, se plant¨® como un muro frente a ella. Nadie quer¨ªa alquilar un piso a una mujer migrante sin documentos y con una hija menor. La esperanza la encontr¨® en Jalance, un pueblo a dos horas de Valencia. En este municipio de 800 habitantes plantea iniciar su vida.
Baena relata que ha podido sobrevivir en Massanassa gracias a la labor de organizaciones sin ¨¢nimo de lucro y a las donaciones. Aunque incluso para recibir este ¨²ltimo tipo de ayudas tuvo que afrontar un episodio de racismo. ¡°Fui a pedir una chaqueta porque no ten¨ªamos lavadora para mantener la ropa limpia, pero en el puesto de ayuda me dijeron que no quedaban m¨¢s, pese a que a trav¨¦s de la ventana vi que ten¨ªa cientos de abrigos amontonados¡±, recuerda.
Cabrera, de Regularizaci¨®n Ya, ha recorrido por semanas las calles de los municipios afectados y conoce de primera mano las dificultades de sobrevivir en situaci¨®n irregular, reconoce que la situaci¨®n era insostenible para muchas mujeres y expone que muchas han tenido que volver a su pa¨ªs de origen. Tambi¨¦n denuncia otras acciones que ha visto en los pueblos afectados: ¡°En Paiporta est¨¢n pidiendo documentos para entregar ayuda esencial como comida o productos de higiene, lo que dificulta m¨¢s a¨²n la situaci¨®n que viven muchas familias de migrantes en situaci¨®n irregular que se han quedado sin trabajo y que no pueden conseguir uno¡±. Si bien el Gobierno prepara medidas para prorrogar las autorizaciones de residencia y trabajo de los inmigrantes afectados, la medida tendr¨¢ un impacto m¨¢s limitado del inicialmente esperado porque solo beneficiar¨¢ a los extranjeros en situaci¨®n regular o pendientes de la concesi¨®n de una autorizaci¨®n.
El grifo de las ayudas estatales tambi¨¦n est¨¢ cerrado por completo para quienes no cuentan con un permiso de residencia. Leal ha hecho cola varias veces en el Ayuntamiento de Alfafar, pero siempre le dan la misma respuesta: ¡°Hay prioridad para los propietarios de viviendas afectadas¡±. Tampoco podr¨¢ recibir ninguna compensaci¨®n por el coche que perdi¨® el 29 porque no estaba a su nombre. La falta de un m¨¦todo de transporte hace que cada d¨ªa sea un laberinto. Cuenta que los autobuses locales no le permiten ingresar con su malet¨ªn de herramientas, lo que dificulta que pueda salir de Paiporta a trabajar.
Tanto ¨¦l como Baena han puesto sus esperanzas en iniciativas como la de una veintena de cl¨ªnicas jur¨ªdicas de universidades espa?olas, en la que piden ¡°otorgar autorizaci¨®n de residencia temporal por circunstancias excepcionales¡±. En paralelo, esperan que el nuevo reglamento de extranjer¨ªa que entra en vigencia en mayo agilice la posibilidad de buscar trabajo. Esa es su prioridad y su mayor deseo para 2025. ¡°Migramos porque queremos estar mejor que en nuestro pa¨ªs, no al contrario¡±, zanja Baena.
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