Hacia la igualdad espacial
Por primera vez en la historia, una mujer comandar¨¢ una misi¨®n del transbordador estadounidense
Treinta y seis a?os despu¨¦s de que la sovi¨¦tica Valentina Tereshkova se convirtiera en la primera mujer que viaj¨® al espacio, otra mujer, Eileen Collins, se va a convertir en la primera en comandar una tripulaci¨®n espacial, la que integrar¨¢ la pr¨®xima misi¨®n del transbordador americano, compuesta por otra mujer, Catherine Coleman, y tres hombres. La misi¨®n ha despertado el inter¨¦s de la opini¨®n p¨²blica estadounidense tanto por la novedad como por el hecho de que est¨¦ previsto que la nave despegue el pr¨®ximo 20 de julio, justamente el d¨ªa en que se cumplen 30 a?os del alunizaje de Neil Armstrong. La presencia de mujeres en las misiones del transbordador es bastante habitual, aunque siempre en minor¨ªa y nunca hasta la fecha con la responsabilidad de dirigir la misi¨®n. La NASA tard¨® mucho en empezar a admitir representantes del g¨¦nero femenino en su cuerpo de astronautas. En enero de 1978 fueron seleccionadas las primeras seis, aunque ninguna vol¨® hasta cinco a?os despu¨¦s. En la actualidad, la Agencia Espacial cuenta con 32 mujeres de un total de 144 astronautas. Y 28 de ellas, adem¨¢s de una canadiense, han volado ya al espacio.
Tambi¨¦n entre los m¨¢rtires de la aventura espacial se encuentran dos mujeres. El tristemente famoso desastre del Challenger, en enero de 1986, se cobr¨® la vida de la astronauta Judith A. Resnik y de Sharon Christa McAuliffe, una maestra que formaba parte de la tripulaci¨®n.
Aunque la Uni¨®n Sovi¨¦tica fue pionera en la participaci¨®n de la mujer en el espacio, con el vuelo de Valentina Tereshkova, realizado entre el 16 y el 19 de junio de 1963 a bordo del Vostok 6, su historial, incluido el correspondiente a Rusia tras la desaparici¨®n de la URSS, tampoco destaca por haber favorecido excesivamente esta integraci¨®n, ya que tan s¨®lo otras dos cosmonautas rusas han salido al espacio. El vuelo de Tereshkova fue, evidentemente, un gesto publicitario en una ¨¦poca, la de la carrera espacial entre la URSS y EEUU, plagada de ellos por ambas partes.
La Agencia Espacial Europea (ESA) tampoco puede presumir de progresismo en este aspecto. Aunque no ha realizado misiones tripuladas propias, cuenta con un cuerpo de astronautas, el mismo al que pertenece Pedro Duque. En 1978 fueron seleccionados los tres primeros y en 1992 otros seis, entre los cuales se encontraba la belga Marianne Merchez, ¨²nica mujer astronauta europea. Sin embargo, pocos a?os despu¨¦s, y antes de haber realizado vuelo alguno, dej¨® la Agencia Espacial por cuestiones familiares. No obstante, y por cuenta de sus propias agencias espaciales nacionales, han salido al espacio una astronauta brit¨¢nica y otra francesa.
La NASDA, agencia espacial japonesa, por otra parte, cuenta con una astronauta en activo, Chiaki Mukai, que ha viajado dos veces en el transbordador americano, acumulando 566 horas de estancia en el espacio. En su segundo viaje, realizado en octubre pasado, estuvo acompa?ada por el espa?ol Pedro Duque y el veterano John Glenn, entre otros. Junto a ellos y al ruso Valeri Poliakov ha sido galardonada con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n de este a?o. Otras dos astronautas japonesas se encuentran a la espera de ser incluidas en un vuelo.
Pero los nuevos aires feministas en temas espaciales no se acaban con el protagonismo que Eileen Collins tendr¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas. La NASA parece embarcada en un proceso de creciente participaci¨®n de la mujer en todas sus estructuras. As¨ª, Sherry Buschmann, directora de proyectos en el Centro Marshall, ha sido elegida responsable del dise?o de los lanzadores del futuro, que habr¨¢n de sustituir a los transbordadores reduciendo sus costes. En el JPL (Jet Propulsion Laboratory) de la NASA en Pasadena, California, tres mujeres, Kary Lewis, Sarah Gavit y Suzanne Smrekar, dirigen uno de los proyectos de exploraci¨®n de Marte m¨¢s ambiciosos, el Mars Polar Lander, lanzado a principios de a?o y que llegar¨¢ a su destino en noviembre, desplegando unas sondas que explorar¨¢n la superficie del planeta rojo. Por ¨²ltimo, Susan Turner ocupa la m¨¢xima responsabilidad del programa de nuevos simuladores de vuelo.
Como colof¨®n, la agencia estadounidense estudia la posibilidad de preparar una futura misi¨®n del transbordador integrada exclusivamente por mujeres, una propuesta que ha suscitado ya controversias en su seno, quiz¨¢ por las suspicacias que la equiparaci¨®n suscita en un mundo que hasta ahora era predominantemente masculino.
Entre las razones esgrimidas para intentar frenar los aires de cambio proliferan las m¨¦dicas. Seg¨²n declaraciones recogidas esta semana por Efe, Arnauld Nicogossian, m¨¦dico jefe de la NASA, afirma que el riesgo de osteoporosis por p¨¦rdida de masa ¨®sea es mayor en las mujeres que en los hombres. La misma fuente se?ala que un portavoz del organismo estadounidense asegura que "no hay razones fisiol¨®gicas que limiten el acceso de la mujer a los viajes espaciales".
Lo cierto es que la experiencia registrada hasta la fecha en los anales de la astron¨¢utica no ha mostrado ninguna diferencia significativa entre hombres y mujeres que avale una discriminaci¨®n, ni en el comportamiento ni en la pericia ni en los efectos fisiol¨®gicos. Todo parece indicar que, una vez m¨¢s, el sexismo se viste de cientificismo, aunque parece ser que con pocas probabilidades de ¨¦xito.
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