Con las manos en la masa
Entre todos suman un n¨²mero considerable de estrellitas de la prestigiosa Gu¨ªa Michelin. En los restaurantes donde ellos ofician, u oficiaban, era casi imposible comer por menos de 1.000 francos (25.000 pesetas). Algunos, como Christian Constant, antiguo chef del lujos¨ªsimo hotel Crillon, cobraba 60.000 francos mensuales de sueldo (un mill¨®n y medio de pesetas), pero eso no le parec¨ªa suficiente. De ah¨ª que, parece, se dejara corromper por sus proveedores de pescado. El pr¨®ximo d¨ªa 13 se conocer¨¢ la sentencia. El fiscal ha acusado a 34 cocineros de "corrupci¨®n activa o pasiva" y reclama multas que van de los 100.000 a los 150.000 francos (de dos millones y medio a 3.750.000 pesetas). En un caso -el del antiguo chef del Quai d"Orsay (Ministerio de Exteriores)-, el abogado ha alegado que su cliente cre¨ªa que los "sobres" que le enviaba la sociedad Scotfish "formaban parte de una tradici¨®n propia de las grandes familias burguesas", mientras que el letrado de Constant pon¨ªa de relieve que "el dinero era repartido entre todo el personal de cocina". Los encargados de defender a Guy Legay o Philippe Renard, reyes de los lujosos fogones del Ritz y del Lutecia, han negado que sus clientes se hubiesen dejado sobornar.
Lo cierto es que, entre 1990 y 1995, los 34 cocineros recibieron, en l¨ªquido y de las manos del matrimonio Perrin, propietarios de Scotfish, un total de cinco millones de francos (125 millones de pesetas) en "agradecimiento a su fidelidad como compradores". Oficialmente, el pescado era el mejor del mercado de Rungis. Puede que eso sea cierto, pero tambi¨¦n lo es que a los propietarios de los restaurantes la mercanc¨ªa les costaba un 10% m¨¢s cara de lo normal. Y no s¨®lo eso. Por ejemplo, en la famos¨ªsima Tour d"Argent, el chef, Manuel Mart¨ªnez, reservaba siempre mesa para los Perrin, que com¨ªan ah¨ª muy a menudo. Y gratis.
Como es l¨®gico en un asunto que pone en cuesti¨®n el prestigio de locales conocidos en el mundo entero por su refinamiento gastron¨®mico, o el de reputaciones estimadas intocables -Marcel Le Faou es miembro de la Academia Culinaria de Francia-, el caso se ha llevado con cierta discreci¨®n. Adem¨¢s, cada uno de los implicados ha hecho el movimiento oportuno: Scotfish ya no existe y hoy los Perrin tienen otra sociedad, Le Moussaillon (El Grumetillo), que, eso s¨ª, sigue suministrando pescado. Los cocineros se han jubilado, han cambiado de local y han procurado desaparecer de las revistas especializadas y programas de televisi¨®n durante una temporada. Mart¨ªnez ha negado ante el tribunal haber "solicitado" dinero, pero admite haberlo "aceptado". Los Perrin aseguran que los chefs no s¨®lo "solicitaban", sino que "exig¨ªan" bajo amenaza de buscar otro proveedor.
?Qui¨¦n dice la verdad? Para Hacienda, eso no cuenta. A partir de la denuncia que en 1995 present¨® una antigua contable de Scotfish, el fisco ha descubierto que cocineros y pescaderos ganaban bastante m¨¢s de lo que declaraban. Y eso ya ha costado caro a todos: a cada chef, una media de 65.000 francos (m¨¢s de mill¨®n y medio de pesetas). Y a los Perrin, 57 millones y medio de pesetas. ?Y luego dicen que el pescado es caro!
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