La calle, los despachos y los peri¨®dicos
?C¨®mo sorprenderse de que la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos consultados por el CIS (nada menos que el 74%) haya seguido el debate sobre el estado de la naci¨®n con poca o nula atenci¨®n o de que casi el 50% afirme que no se trataron los temas que realmente preocupan? Una vez m¨¢s, se comprueba fehacientemente la hip¨®tesis de que existe una enorme fractura entre el discurso pol¨ªtico oficial, de una parte, y la sensibilidad y las preocupaciones de los ciudadanos, de otra. ?stos, simplemente, no est¨¢n interesados en lo que ven o lo que les cuentan. Y no es de extra?ar. La campa?a electoral del 13-J fue, por decirlo suavemente, deleznable. Ni los cuervos ni los dobermann ni los cebolletas ni los joaqu¨ªn calumnia, por no hablar de la escatolog¨ªa final -impropia de un ex presidente del Gobierno de Espa?a-, nada de todo ello nos ha aclarado c¨®mo construir Europa, ni c¨®mo revitalizar la vida municipal frente al acoso de las comunidades aut¨®nomas, ni nada de nada de nada, tres veces seguidas. Si las pr¨®ximas elecciones generales van a repetir la bazofia que los ciudadanos hemos recibido, por favor, ahorrense el esfuerzo; no vale la pena que se queden roncos. Suprimamos las campa?as. Los candidatos ahorraran energ¨ªa y los partidos unos buenos dineros que no tendran luego que financiar Dios sabe c¨®mo. Los debates de T¨®mbola no tienen menor educaci¨®n ni las desventuras de la Sta. Flores y sus muchachos menor inter¨¦s, de modo que no sabr¨ªa decir qui¨¦n imita a qui¨¦n, si los pol¨ªticos a los llamados periodistas del coraz¨®n o ¨¦stos a aqu¨¦llos. Tampoco el debate del estado de la naci¨®n me produjo la m¨¢s m¨ªnima emoci¨®n. S¨¦ perfectamente bien qui¨¦n gan¨® el pugilato, pues lo han medido los medios hasta la saciedad. Pero banalizar el debate principal del Parlamento hasta el punto de transformarlo en un combate cuerpo a cuerpo o una carrera de galgos me parece igualmente lamentable. Los medios de comunicaci¨®n tienen en esto no menos responsabilidad que los propios politicos. Titulares como "X aguant¨® el combate" o similares no hacen sino personalizar la pol¨ªtica, trivializarla en sus aspectos menos relevantes.
?Qui¨¦n ha elaborado un diagn¨®stico m¨¢s acertado de los problemas de la sociedad espa?ola? ?Qu¨¦ soluciones se apuntaron? Lo que yo pude ver fue un ejercicio de descalificaciones mutuas bastante poco edificante que, sin duda, no interesaba al auditorio. ?Qu¨¦ decir del baile de los acuerdos para constituir municipios? Se asegura que se va a apoyar a la lista m¨¢s votada, probablemente la ¨²nica regla clara e indiscutible.
Pero, a rengl¨®n seguido, la regla se excepciona por doquier. Aqu¨ª, porque no debemos hacer frentismo; all¨ª, porque hay un pacto de izquierdas; en otro sitio, porque ofrece visibilidad, y en el cuarto, porque los locales se rebelan o han sido comprados por el Sr. Gil. ?Tan dif¨ªcil es elaborar unos criterios de buen gobierno antes de las elecciones y atenerse a ellos para evitar el puro pragmatismo de ir a por todas? Al menos, sabr¨ªamos qu¨¦ estamos votando cuando depositamos la papeleta en la urna. Pero para rizar el rizo el baile de los socialistas no tiene desperdicio. No pueden repetir las primarias porque lo proh¨ªbe el reglamento, de modo que salga quien salga lo har¨¢ por el viejo mecanismo del dedazo, desacreditado desde que decidieron hacer primarias. Y hete aqu¨ª que encargan las consultas justo al perdedor de las primarias, sospechoso (al menos sospechoso) de haber contribuido al hundimiento del ganador. Y, para colmo de enredos, resulta que el encargado de las consultas se va a tener que proponer a s¨ª mismo, con lo que habr¨¢ alcanzado el r¨¦cord de ser juez y parte al menos dos o tres veces seguidas. Una persona del rigor, la val¨ªa y la trayectoria de Joaqu¨ªn Almunia no deber¨ªa ser sometido a este v¨ªa crucis.
Una vez m¨¢s -son tantas ya-, los pol¨ªticos no est¨¢n a la altura de los ciudadanos. ?ste es un pa¨ªs en el que el m¨¢s modesto trabajador es capaz de elaborar un alambicado discurso explicando por qu¨¦ va a votar a X para evitar que salga Y aunque ¨¦l desear¨ªa votar a Z, que no tiene oportunidad alguna; c¨®mo abordar¨ªa los problemas del nacionalismo, o lo que debe hacerse con las escuelas. Y, mientras la calle da ejemplo de vitalidad y educaci¨®n, la clase pol¨ªtica lo hace tambi¨¦n, pero de c¨®mo no se debe dialogar, de c¨®mo no se debe argumentar, de c¨®mo no se construye un pa¨ªs.
e.lamo@iuog.fog.es
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