Kosovo
En estos d¨ªas hemos tenido ocasi¨®n de leer varias opiniones fuertemente cr¨ªticas respecto a la intervenci¨®n occidental en Kosovo. Haciendo un esfuerzo de s¨ªntesis, y aun a riesgo de simplificar excesivamente, podr¨ªamos concretar esta oposici¨®n en: 1) que es una acci¨®n ofensiva sobre un pa¨ªs soberano (o injerencia en asuntos internos); 2) que es geopol¨ªtica yanqui imperialista pura y dura (seg¨²n el modelo de Vietnam o Bah¨ªa Cochinos); 3) que a los pa¨ªses amigos se les hace la vista gorda ante la continua conculcaci¨®n de derechos humanos (l¨¦ase Marruecos o Turqu¨ªa); 4) que no hab¨ªa respaldo de derecho internacional; 5) que la prensa internacional es la voz de su amo, y 6), adem¨¢s de todo lo anterior, que el remedio (la intervenci¨®n) es peor que la enfermedad (la situaci¨®n previa). Estos argumentos deben sopesarse con ciertos hechos. Como las pruebas y los detalles estremecedores de la limpieza ¨¦tnica en Bosnia. Sarajevo: una ciudad casi inerme, sitiada por un ej¨¦rcito hostil que, desde posiciones elevadas y con alevos¨ªa, reventaba a la poblaci¨®n civil en la cola del mercado a golpe de mortero. Vimos igualmente la ca¨ªda de Srebrenica, la entrada triunfal de Ratko Mladic, c¨®mo separaban a mujeres y hombres, conducidos ¨¦stos al tiro en la nuca y las fosas comunes (que luego ser¨ªan encontradas). Supimos de los campos de concentraci¨®n, de las torturas; vimos en las portadas de revistas de gran tirada los prisioneros desnutridos. ?Por qu¨¦ no intervienen?, nos pregunt¨¢bamos algunos. "Es que all¨ª no hay petr¨®leo, como en Kuwait", respond¨ªa alguien. Al fin, los aviones de la OTAN bombardearon los ca?ones que hab¨ªan masacrado Sarajevo y Milosevic se ve¨ªa forzado a negociar (sab¨ªa ya que no podr¨ªa ganar la guerra). La guerra de Bosnia se sald¨® con cientos de miles de muertos o desplazados y un pa¨ªs arruinado. Existen pruebas que vinculan todo este horror con la pol¨ªtica de Belgrado. Se dijo entonces: el pr¨®ximo zarpazo es Kosovo.
Pero, tras diez a?os, Milosevic era viejo conocido. Por ello debo reconocer que me alivi¨® la firmeza occidental en Kosovo. Hace veinte a?os, la intervenci¨®n externa vietnamita derrib¨® el poder del r¨¦gimen de Pol Pot. Era tarde. Hab¨ªa aniquilado la tercera parte de su poblaci¨®n. Del fin de Ruanda ya sabemos (?por qu¨¦ no se intervino?).
?Creen que deben seguir siendo los pa¨ªses soberanos e inviolables? ?Soberanos para cometer estas carnicer¨ªas sin que hagamos nada? Que no hab¨ªa ley que lo permitiera. Ya lo s¨¦. La ley siempre va detr¨¢s. Que no se intent¨® negociar. D¨ªganselo a la infinita paciencia de los mediadores desde septiembre del 98 hasta Rambouillet. Que habr¨ªa que intervenir contra tiranos amigos. Sin duda. Lo cual no eliminaba aqu¨ª la necesidad de intervenci¨®n. Que es imperialismo yanqui. Puede. Pero este imperialismo tambi¨¦n puede forzar a los israel¨ªes a sentarse, ceder algo y crear un embri¨®n de independencia palestina. Que la prensa es parcial. Puede. Pero las denuncias contra Milosevic datan de hace una d¨¦cada, con fuentes de ACNUR y Amnist¨ªa Internacional. Ahora, en Kosovo encontramos nuevas fosas comunes y nuevos testimonios (?todo es inventado?). Que es peor el remedio. S¨ª, diez mil muertos, sobre todo militares serbios. Horrible, pero a gran distancia del balance bosnio (ejemplo de la no intervenci¨®n). L¨®gicamente, la calurosa acogida popular a Solana en Pristina es un invento (faltar¨ªa m¨¢s). Cuando el escepticismo rechaza toda realidad conduce a la completa ceguera. Que a ver qui¨¦n arregla ahora Kosovo. Dif¨ªcil, sin duda. Queda mucho por hacer (sobre todo, proteger a los serbios). Pero repaso el problema, les leo, les escucho, y analizando fr¨ªamente (si es que se puede) todo lo ocurrido, pienso que la no intervenci¨®n hubiera sido mucho, mucho peor.-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.