El m¨¢s r¨¢pido en dar marcha atr¨¢s
El 'matem¨¢tico' Calcaterra arregla el contrato del velocista italiano, que continuar¨¢ en el equipo Saeco
Dicen algunos ciclistas con envidia: "Jo, el Cipollini y los sprinters de la ¨¦lite. Corren algo as¨ª como siete etapas por Vuelta, y en cada etapa s¨®lo trabajan los ¨²ltimos 200 metros. Y cuando quiere, Cipollini se retira y se va de vacaciones". Y a?aden: "Claro que si pudiera, yo har¨ªa lo mismo". Mario Cipollini gan¨® su segunda etapa del Tour 99, la d¨¦cima en su historial en la carrera francesa (ya ha superado a Fausto Coppi y va tras las 12 de Gino Bartali, el primado italiano); y despu¨¦s dio marcha atr¨¢s. "Bueno, en realidad, puede que siga en el Saeco", dijo. "Tras la victoria de Blois volvieron a abrirse las negociaciones, que parec¨ªan cerradas", explic¨®. Y dicho esto, se levant¨® y fue a besarle en la cabeza al jefe de sus matem¨¢ticos, al hist¨®rico Giuseppe Calcaterra, el arist¨®crata del Saeco.
Sin ¨¦l, igual que sin Scirea y Fagnini, los ¨²ltimos que le lanzan a 70 por hora, no podr¨ªa el guapo toscano alcanzar su regularidad en la victoria. Sin ellos, no renegociar¨ªa con el equipo Saeco.
No hay en el pelot¨®n corredor que como Calcaterra (34 a?os, 1,91 metros y 80 kilos, 14 a?os de profesional, nueve victorias en su carrera, aunque la ¨²ltima data de 1994, en la Vuelta: despu¨¦s se puso al servicio de su majestad Cipollini) controle cient¨ªficamente las velocidades y las cadencias y las posibilidades de ¨¦xito de fugados y pretendientes. Su cabeza es un bullir de datos y ecuaciones que, casi instant¨¢neamente le dan la respuesta.
?l decide cu¨¢ndo ponerse a trabajar con sus Saeco para echar una fuga abajo; decide qu¨¦ velocidad imponer a la marcha y determina en qu¨¦ kil¨®metro deben caer el o los fugados, con preferencia por el quinto antes de la llegada. A su rueda se colocan quienes quieren aprender y quienes quieren no fallar, de su equipo o de otros.
Y acabada la lecci¨®n, y demostrado que no siempre el ritmo de robo a los escapados es de un minuto cada 10 kil¨®metros, se deja caer a cola de pelot¨®n, come un poquito, bebe del botell¨ªn y se descuelga. Para entonces ya estar¨¢ funcionando la locomotora roja de los Saeco: Scirea y Fagnini, con Cipollini detr¨¢s. Los dos le ir¨¢n evitando el aire de cara hasta que la meta quede a su alcance para el ¨²ltimo esfuerzo veloz. Cuando cruce la llegada, Calcaterra mirar¨¢ a su derecha, hacia el podio, con la casi completa seguridad de que recibiendo los besos est¨¢ su jefe.
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