Galicia y Andaluc¨ªa
El pasado s¨¢bado 29 de mayo aparec¨ªa en este peri¨®dico la noticia sobre c¨®mo en Galicia los familiares o personas cercanas al PP se benefician de la figura de las comisiones de servicios educativas para ser ubicados en los puestos de trabajo m¨¢s id¨®neo. Nada que objetar. Pero nos gustar¨ªa que ese mismo celo period¨ªstico lo aplicaran tambi¨¦n a otras regiones, por ejemplo, Andaluc¨ªa. El sindicato de ense?anza CGT de Sevilla, en concreto, est¨¢ llevando una investigaci¨®n a fondo del "uso desviado" que se hace de las comisiones de servicios en Andaluc¨ªa. Podemos asegurar que nada tiene que envidiar a Galicia. Por ejemplo: 1. Calculamos que hay m¨¢s de 2.500 profesores en comisi¨®n, pero la cifra exacta es imposible conocerla (al contrario que en Galicia, que son 1.132, seg¨²n EL PA?S), ya que muchas concesiones se producen sin consulta ni notificaci¨®n a los sindicatos y el Libro de Registro donde deben estar recogidas todas las comisiones no existe o es inaccesible (a pesar de que una normativa de 1984 marca la obligatoriedad de su constituci¨®n y su disponibilidad p¨²blica de consulta). 2. Hablan de que algunas comisiones se prolongan por periodos de hasta seis a?os (lo que contraviene el car¨¢cter provisional, excepcional y urgente que caracteriza esta figura legal). Nosotros hemos denunciado a un grupo de profesores que, sin justificaci¨®n alguna, llevan hasta 13 a?os en el mismo destino. 2. La Consejer¨ªa de Educaci¨®n de la Junta ha promovido una Orden y una Resoluci¨®n sobre las comisiones de servicios donde se establece lo siguiente: la "pr¨®rroga autom¨¢tica en la comisi¨®n y en el destino" ocupado por los comisionados, la creaci¨®n de comisiones de servicios por "otros" motivos (que no se especifican), el otorgar prioridad para la adjudicaci¨®n de vacante provisional a un tipo de comisi¨®n ("por razones docentes") que, seg¨²n la normativa, es un recurso extremo para destinar a un profesor a una plaza que ha sido imposible cubrir por los procedimientos establecidos, etc¨¦tera. Si est¨¢n interesados en conocer nuestras iniciativas legales estaremos muy gustosos de enviarle toda la documentaci¨®n. No se trata de criticar la publicaci¨®n de lo de Galicia (ojal¨¢ todos los medios de informaci¨®n tambi¨¦n le hubieran dado cobertura), sino de solicitar id¨¦ntico trato en Andaluc¨ªa. De otra manera, se pudiera interpretar que la diferencia estriba en los distintos partidos que gobiernan en una autonom¨ªa y otra. -
Odio M¨¢laga-Sevilla
Esta carta es un resumen de la situaci¨®n de intolerancia, violencia, irracionalidad, que exhala esta sociedad alimentada por los medios de comunicaci¨®n que permiten la presencia de ciertos se?ores que para hacerse publicidad, defendiendo sus intereses econ¨®micos, calienten a las masas enfrent¨¢ndolas entre s¨ª. Esta rivalidad, que pudiera ser sana deportivamente, se ha convertido en un peligro para cualquier persona que, presumiblemente, puede ser de otro equipo o de otra ciudad. Soy de la provincia de C¨¢diz y por motivo de trabajo vivo en un pueblo de Sevilla. Estuve el fin de semana del 12 de junio, antes del partido M¨¢laga-Sevilla, en las playas de Benalm¨¢dena. Por la noche decid¨ª pasar un rato en Puerto Marina. Estacion¨¦ en un aparcamiento anexo al puerto. A las tres de la ma?ana, cuando me dispon¨ªa a coger mi veh¨ªculo, me encontr¨¦ con que hab¨ªa recibido graves da?os. Estaba rayado, abollado y con un espejo retrovisor totalmente destrozado. ?Saben cu¨¢l fue el motivo?: que ten¨ªa matr¨ªcula de Sevilla. Yo que no soy de Sevilla, ni sevillista, ni b¨¦tico, y que adem¨¢s estaba contento con la subida del M¨¢laga, equipo andaluz, a Primera Divisi¨®n. He decidido no volver m¨¢s por ese litoral y no gastar mi dinero en ese lugar de odio y desprecio generalizado. Andaluc¨ªa tiene muy buenas playas. - .
Prohibida la entrada
Queremos manifestar nuestro malestar por un problema que se repite todos los a?os: el derecho de admisi¨®n en bares, terrazas, pubs y similares. Los due?os de estos locales, a trav¨¦s de sus guardas de seguridad, niegan sistem¨¢ticamente la entrada a personas que visten zapatillas de deporte, melenas y pendientes en hombre, y toda indumentaria que consideran inadecuada para la est¨¦tica del lugar. A veces la arbitrariedad va m¨¢s all¨¢ de simples cuestiones de vestimenta y llega a un plano personal: que no le gustes al portero del local. Adem¨¢s, es muy com¨²n que se les exija pagar la entrada a los varones, pero no as¨ª a las mujeres. Ante las quejas reiteradas y la exigencia del libro de reclamaciones, algunos de los responsables de seguridad zanjan la discusi¨®n de una manera violenta, verbal y f¨ªsicamente. A veces ni siquiera facilitan el susodicho libro, e invaden terreno p¨²blico con unas vallas met¨¢licas que m¨¢s que preservar la seguridad de todos coadyuva para vulnerarla. Asimismo, es frecuente que la Polic¨ªa Local desatienda las peticiones de los clientes afectados para que intervengan, aludiendo los agentes que se encuentran realizando otras tareas. Queremos recordar que el derecho de admisi¨®n no existe (salvo en clubes privados).- .
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