Vacaciones sin radiactividad
POSTALESDolores Tin¨®, una mujer de 49 a?os, est¨¢ en su casa rodeada de ni?as. Una es filipina y no llega a un a?o, la segunda procede de Bielorrusia y tiene 13, la tercera, de su misma edad, es marbell¨ª y la ¨²nica que es su hija. Es el panorama de una de las 700 familias malague?as que por primera vez acoge durante los tres meses de verano a un ni?o afectado por la cat¨¢strofe de Chernobil. "Habr¨¢ que hacer el bien aunque a uno le den muchos palos", explica Miguel Vizca¨ªno, el padre de Elena para este mes de julio. El programa est¨¢ organizado por la Fundaci¨®n Herencia de Chernobil y pretende ayudar a chicos de entre nueve y 16 a?os a superar las secuelas del accidente de la central nuclear y a recuperar la salud de la poblaci¨®n afectada. "Somos muy dados a meter todo en un mismo saco: la pobreza, los huracanes. Estos ni?os ser¨¢n m¨¢s pobres o m¨¢s ricos, pero nosotros s¨®lo nos encargamos de aliviar la radiactividad que tienen en su cuerpo", asegura Jos¨¦ Ariza, el presidente de Anibeax, la asociaci¨®n que desde 1996 se encarga de coordinar el programa de acogida en M¨¢laga. Elena calla frente a una televisi¨®n que programa dibujos animados. "A viajes largos no la podemos llevar porque la cosa no est¨¢ para tanto", comenta Miguel, que es pintor de paredes, mientras el rostro de la adolescente no refleja ni la m¨¢s m¨ªnima se?al de haber estado comiendo sardinas hasta las cuatro de la ma?ana. El libro de instrucciones que les dieron, adem¨¢s de un peque?o diccionario, conten¨ªa algunas orientaciones muy claras: la familia no debe de cambiar sus h¨¢bitos. "A nosotros no nos cuesta adaptarnos porque ella es una chica muy noble y muy buena. Ya le he dicho que, si quiere, el a?o que viene puede repetir con nosotros", dice Dolores. A Elena le ha costado m¨¢s el cambio de costumbres y el primer d¨ªa (lleg¨® el pasado viernes) se lo pas¨® llorando. "Llamamos a la traductora y nos dijo que es lo normal al principio". La que no ha soltado ni una l¨¢grima es Margarita, la hija ¨²nica de Dolores, que por fin tiene una hermana. "Nos entendemos por se?as y me la llev¨® por ah¨ª: a la piscina y por la noche al parque". Anibeax s¨®lo les ha organizado una visita a un parque acu¨¢tico. "Tratamos de dejar en paz a la familia porque ellos est¨¢n de vacaciones y no es cuesti¨®n de que tengan que llevarles aqu¨ª y all¨¢", explica Ariza. Mari ?ngeles Fern¨¢ndez, de 16 a?os, y M¨®nica de 19, no han tenido ning¨²n tiempo en organizar el tiempo libre del que va a ser su hermano este mes: Vladimir, de 10 a?os. Mientras sus padres trabajan en un restaurante que tienen en la playa, ellas se encargan de distraerle. "Yo fui la que convenc¨ª a mi madre", explica Mari ?ngeles, "y como era para traerlo y no hab¨ªa que pagar nada le pareci¨® bien". Ella se enter¨® del programa a trav¨¦s de una charla en el instituto. Vladimir, adem¨¢s de comer cereales con el desayuno, viste ropa nueva naranja y se pasa el d¨ªa en la playa. "Mi madre le pone protecci¨®n 34 y le llena toda la espalda de crema", dice. Es otro de los consejos que figura en el libro. A ellas como a Dolores tambi¨¦n les da miedo "encari?arse demasiado" con el ni?o. Pero las instrucciones al respecto son claras: est¨¢ terminantemente prohibido iniciar los tr¨¢mites de acogida o adopci¨®n. Se trata de contrarrestar los efectos nocivos del ambiente radiactivo al que est¨¢n sometidos. "Pese a todo, sufriremos cuando se vaya", dice Dolores.
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