Guerra entre espa?oles por el podio
El italiano Guerini gana en L'Alpe d'Huez, Armstrong mantiene su ventaja, y Olano cede m¨¢s de un minuto
La segunda etapa de los Alpes discurri¨® en asuntos de menor cuant¨ªa en los que el pelot¨®n espa?ol ha puesto todo su inter¨¦s. Armstrong vivi¨® una jornada relativamente confortable y no puede decirse que se sintiera agredido en momento alguno. La batalla no fue con ¨¦l, porque a su alrededor se ha establecido una tregua: de tal tama?o es la ventaja de que dispone, desconocida en los tiempos modernos (ni Indur¨¢in, ni Ullrich disfrutaron de tantos minutos de diferencia a la novena etapa de carrera), que los actores de reparto se han puesto a otra tarea. Comienza la lucha por el podio, posici¨®n que siempre da lustre y justifica el salario del a?o. De esa forma, la ascensi¨®n final tuvo un ritmo sostenido, no revisti¨® gran intensidad, y benefici¨® la acci¨®n final de Guerini, cuyo ¨²nico prop¨®sito era el de ganar la etapa en una cima de gran predicamento en Italia. La intentona de Guerini estuvo a punto de fracasar al cruz¨¢rsele un aficionado deseoso de tomar una foto: "Pens¨¦ que se ir¨ªa a la derecha y me lo encontr¨¦ a la izquierda". Guerini tuvo tiempo para levantarse y llegar con 21 segundos de ventaja, lo que da una idea de que, detr¨¢s suyo, no iban precisamente a ritmo de caza. De todo cuanto sucedi¨® a lo largo de los 220 kil¨®metros entre Sestriere y L'Alpe d'Huez, que no fue mucho, pueden extraerse un par de conclusiones: que los equipos franceses buscaron un triunfo de etapa en el d¨ªa de la fiesta nacional (larga escapada de Heulot y Bourguignon) y que tanto el Banesto como el Kelme se movilizaron con la intenci¨®n de desalojar a Olano del podio. Formalmente, no hubo una ofensiva contra el l¨ªder, salvo que Armstrong hubiera dado muestras de flaqueza, que no fue el caso. Armstrong se limit¨® a estar en su sitio, s¨®lo respondi¨® a Z¨¹lle, y no quiso, o no pudo, emplearse en otra exhibici¨®n. No suelen estar bien vistos los excesos en estos tiempos: en la memoria colectiva a¨²n permanece lo que hizo Pantani en el Giro; por otro lado, un l¨ªder ambicioso termina siendo antip¨¢tico para sus rivales. Sea, pues, que Armstrong limit¨® sus energ¨ªas a vigilar el tr¨¢fico, y que los espa?oles anduvieron a la gre?a en el buen sentido de la palabra.
Porque la emoci¨®n ha quedado reducida a la lucha por el podio y en ese punto guarda un indudable inter¨¦s local. Descontado Armstrong, las diferencias entre los seis corredores que le siguen son de otro tenor. Cinco segundos separan ahora a Olano de Z¨¹lle, 1.11 a Olano de Escart¨ªn, 2.20 a Olano de Virenque y 2.36 a Olano de Tonkov. De esta pelea ha quedado descartado ya Casero, que tendr¨¢ serias dificultades para estar entre los 10 primeros. La situaci¨®n deja fuera de dudas que tres de los cuatro equipos espa?oles tienen intereses en juego y no precisamente coincidentes. La carrera ir¨¢ estableciendo acuerdos temporables o conflictos irreconciliables. Tal fue el caso de ayer, donde no puede negarse que tanto Banesto como Kelme colaboraron activamente para que el pelot¨®n llegara con m¨¢s chispa al pie de la ¨²ltima monta?a: justo a quien menos le interesaba eso era a Olano. Claro est¨¢ que lo que ayer qued¨® reducido a un dos contra uno, puede volverse de otro color cualquier d¨ªa. Olano puede respirar tranquilo por el momento: pasar los Alpes aguantando la segunda posici¨®n no deja de ser una buena noticia para ¨¦l.
En esos c¨¢lculos de sal¨®n, el mejor parado es Z¨¹lle, quien se ha colocado ya en el podio con m¨¢s facilidad de lo que hac¨ªan prever los seis minutos desaprovechados en el pasaje del Gois (sin ese incidente, Z¨¹lle estar¨ªa a 1.44 minutos de Armstrong y la carrera tendr¨ªa otro aspecto). Sus prestaciones tanto en monta?a como en contrarreloj le otorgan cierta ventaja ante Olano y sus otros rivales, mayoritariamente escaladores. En esas, nos queda Escart¨ªn, que tiene el podio m¨¢s cerca que nunca. La constancia de Escart¨ªn es digna de mejor premio, pero le queda todav¨ªa un largo viaje hasta Par¨ªs. El hombre lo intenta, se prodiga en saltos, mueve sus piezas, trabaja todos los d¨ªas y ha dejado de ser el resistente de hace unos a?os. Le falta pegada para hacer da?o y suerte para que la coyuntura le favorezca: Dufaux no acaba de descolgarse, Olano tampoco y Virenque empieza a entrar en escena progresivamente.
La segunda jornada alpina fue sensible a estas especulaciones. El pelot¨®n mantuvo su aspecto hasta bien avanzada la ascensi¨®n a la Cruz de Hierro. La ausencia de ataques de envergadura dejaba bien a las claras que el personal pensaba dejarlo todo para Alpe d'Huez. A la base de este puerto, el pelot¨®n conservaba los elementos imprescindibles una vez que Banesto y Kelme hicieron todo lo posible por animar la velocidad y comenzar a hacerle la vida dif¨ªcil a Olano. La monta?a hizo el resto: la selecci¨®n natural, la imposibilidad de Olano por estar en primer plano, y la aceptaci¨®n de que entre Z¨¹lle, Escart¨ªn, Virenque y Tonkov, no hab¨ªa grandes diferencias en la ascensi¨®n. Juntos acompa?aron a Armstrong en el tramo final. Juntos aceptaron un desenlace sin violencia. Fue una ascensi¨®n mediocre que empieza a levantar especulaciones sobre lo contenidas que est¨¢n las fuerzas en este Tour de la renovaci¨®n. Pero ese es un asunto del que se debatir¨¢ con todos los datos en la mano cuando concluya la carrera. Ahora mismo, Armstrong manda, los dem¨¢s lo aceptan y los espa?oles se miran de reojo.
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