Momia y parodia
JUSTO NAVARRO Estoy en el cine, en la sesi¨®n de la medianoche, un mi¨¦rcoles, en M¨¢laga: las m¨¢quinas han conquistado el mundo, m¨¢quinas-ara?a con inteligencia electr¨®nica, en Matrix. Y una semana despu¨¦s, vuelvo a Multicines Rosaleda, a medianoche, a la hora de La Momia, horrible resurrecci¨®n. Y las dos veces veo el anuncio de los campeonatos de atletismo en Sevilla, y las dos veces hay una estallido: - Fuera, fuera, fuera. El abucheo es general, activismo masivo y triunfante en la oscuridad del cine. Los cines son lugares solitarios, aunque no lo parezcan, pero el espectador ensimismado ha salido de s¨ª mismo para abuchear a Sevilla y sus campeonatos. En las tinieblas del cine se ha formado autom¨¢ticamente una asamblea misteriosa: todos contra Sevilla. Si encendi¨¦ramos ahora la luz, callar¨ªan algunos fan¨¢ticos, pero otros gritar¨ªan m¨¢s, y, si les pregunt¨¢ramos, casi todos dir¨ªan que no tienen nada que ver con pol¨ªtica ni asuntos por el estilo, ni con nacionalismo ni racismo, y que no son de derechas ni de izquierdas ni siquiera de centro. Que son de M¨¢laga, mi M¨¢laga. Estas explosiones del alma parecen gestos recreativos y absurdos, como ponerse una gorra del M¨¢laga o del Sevilla o del Numancia de Soria, pero yo los veo como una amenaza de no s¨¦ muy bien qu¨¦. Hay quien considera a las masas un excelente fruto de la naturalidad y la espontaneidad, estupendas y verdaderas como un buen salvaje: aut¨¦nticas, ¨¦sa es la palabra. Yo las considero un peligro. Y, si una vez o¨ª que el nivel de calidad de un equipo de m¨²sica es igual a la calidad del peor de sus componentes, me temo que el nivel moral de una muchedumbre en movimiento equivale a la catadura moral de su miembro m¨¢s malvado. ?Ser¨¢ esta explosi¨®n en los Multicines Rosaleda una manera est¨²pida de hacer pol¨ªtica? Los profesionales de la pol¨ªtica suelen ser meteoros fulgurantes en tiempo de elecciones, y monolitos-m¨¢quinas-momias inapelables y lejan¨ªsimas el resto del tiempo, que es todo el tiempo. Los profesionales de la pol¨ªtica suelen llegar de Sevilla. Y la gente que cabe en un cine de medianoche monta en un instante una manifestaci¨®n contra Sevilla: este sentimiento chovinista y antipol¨ªtico es tan viejo y monstruoso como la Momia y el miedo a las m¨¢quinas. ?Por qu¨¦ existe ese menosprecio hacia los pol¨ªticos profesionales? Supongamos que son las cuatro de la madrugada y, cerca de Aljaraque, en Huelva, la Guardia Civil quiere que un automovilista con ojos y aires de bebedor sople en el alcohol¨ªmetro. El automovilista, de apellido Barrero, resulta ser diputado en el Congreso, y dignamente se niega: es un representante del pueblo. Pasan los meses. Se acerca la hora de juzgar al diputado que rechaz¨® el alcohol¨ªmetro, y el diputado dice que no sopl¨® porque los guardias civiles no pidieron un suplicatorio para obtener el permiso de la C¨¢mara antes de someterlo a la prueba de alcoholemia. ?No es una espl¨¦ndida parodia de la pol¨ªtica parlamentaria? S¨ª, y no la ha hecho un c¨®mico antidem¨®crata, sino un diputado elegido democr¨¢ticamente.
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