LA CASA POR LA VENTANA Cuarenta a?os son algo JULIO A. M??EZ
De entre todas las trifulcas que se montan de tanto en tanto en los papeles de a diario (Jes¨²s Gil -Asia a un lado, al otro Europa, y all¨¢ a su frente Estambul- o la conquista del Estrecho; Paco Roig dir¨¢ en los tribunales lo que tenga que decir para escarnio de quienes montaron sus reflexiones de un payaso si dice finalmente todo cuanto podr¨ªa decir; Luis Fernando Cartagena y Luis Espinosa tendr¨¢n que explicar despu¨¦s de alg¨²n que otro ejercicio dilatorio qu¨¦ hicieron con los luises prestados y si su destino era distinto al del uso personal para dinero de bolsillo, etc¨¦tera), la protagonizada por el escritor Javier Mar¨ªas a cuenta de presuntas zonas oscuras en el pasado p¨²blico de personajes como Aranguren, Haro Tecglen o Cela ha tenido la virtud de poner al descubierto, para irritaci¨®n de muchos, un problema que concierne no s¨®lo al pasado y a los detalles atroces de cuando entonces, sino que impregna casi por entero la cruda realidad de nuestros d¨ªas en lo que tiene que ver con los l¨ªmites que cabe atribuir a la conducta persuadida de que si el socialismo no existe todo est¨¢ permitido. El recordatorio llevado a cabo por Mar¨ªas junior parece ocuparse de asuntos menores, en relaci¨®n con otros de mayor enjundia que prosperaron en los a?os de posguerra, pero su importancia como s¨ªntoma radica precisamente en la intenci¨®n de sugerir que no hay culpa peque?a en la acci¨®n que transgrede los propios principios, por adversa que sea la situaci¨®n en que se comete, y la psiquiatr¨ªa conoce bien ese dinamismo de la culpa que lleva al ¨¢nimo culposo a inhibir su relaci¨®n con zonas cada vez m¨¢s amplias de la realidad a fin de elidir la memoria del acto culpable. Vivimos todav¨ªa bajo el ronroneo de todas esas antiguallas. Todav¨ªa se tiene por misterioso c¨®mo personas del calado de Pedro La¨ªn Entralgo, Dionisio Ridruejo o Torrente Ballester se dejaron llevar, ya mayorcitos, del entusiasmo por un agrio y agrario falangismo de buscabullas (no hay otro) destinado a servir de coartada ideol¨®gica a un franquismo desprovisto de otro atractivo intelectual que el suministrado por estos po¨¦ticos guardianes de los luceros del alba. Y en cuanto a Don Camilo, autopostulado en tiempos como censor y delator, sigue su largo proceso de recuperaci¨®n perorando ahora sobre una presunta esencia del ser espa?ol, de la que lo menos que puede decirse es que el personal agradecer¨ªa que el Premio Nobel desde?ara ofrecerse como ejemplo. Me parece a mi que en cualquier otro pa¨ªs civilizado de este mundo se habr¨ªan ajustado, con la educaci¨®n pertinente, las cuentas te¨®ricas, s¨®lo te¨®ricas, con ese grupo de elegidos para la gloria del intelecto que apost¨® por la barbarie en fechas cruciales de nuestra historia, aunque muchos a?os despu¨¦s, ante el desarmado pelot¨®n de los dem¨®cratas, escenificasen su arrepentimiento apelando en su favor a los errores gen¨¦ricos que, humanos al fin y al cabo, se cometen en la vida. No estoy hablando de Madrid. Que para eso ya est¨¢ el d¨ªscolo Joaqu¨ªn Sabina. Pero como hac¨ªa decir Juan Benet al mism¨ªsimo Dios en una de sus divertidas f¨¢bulas, el asunto no es que los hombres yerran, sino que yerran mal. Manuel Broseta, Abril Martorell, Emilio Attard, entre otros. ?Alguien puede certificar que la estela de esos grandes estrategas pol¨ªticos ha desaparecido de nuestro repertorio de h¨¢bitos de convivencia? La reconversi¨®n de las artes pl¨¢sticas en una especie de caja de ahorros y monte de piedad mediante la almoneda perpetua que administra Consuelo Ciscar, ?beneficia m¨¢s que abruma a los artistas por la v¨ªa hipotecaria y al p¨²blico en general, o conviene al ¨¢nimo creador mantener una discreta distancia respecto de los presupuestos p¨²blicos que maneja a su antojo el poder pol¨ªtico? El tr¨¢nsfuga pol¨ªtico o cultural que disfraza de rica evoluci¨®n interna su propensi¨®n a montarse s¨®lo en caballos ganadores, ?es consciente de que arruina su cr¨¦dito de manera irremediable y de que atenta contra la credibilidad del entorno que lo acoge? Si de verdad resulta imposible desprenderse de antiguas creencias sin precipitarse por ello a abrazar las contrarias, ser¨¢ porque no hay idea de este mundo capaz de erradicar el cantama?anismo, por lo que ser¨ªa razonable mostrarse realista y renunciar de una vez por todas al corte y confecci¨®n de cualquier clase de ideas. Empresa ardua y desalentadora a primera vista que, sin embargo, debe ser bastante f¨¢cil a juzgar por lo que dice, por ejemplo Antonio Lis casi todas las ma?anas.
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