Cabecillas invisibles
Los comunicados del Consejo de los estudiantes de la sentada llegan por fax. No hay un tel¨¦fono ni una direcci¨®n donde se les pueda contactar. Les eligieron los universitarios que organizaron la protesta pac¨ªfica contra la nueva ley de prensa que se debat¨ªa en el Parlamento y contra el cierre del diario Salam, durante sus largas sentadas en el campus.El cariz reformista de su actitud les asoci¨® desde el principio con Takim-e Vag-dat (la Oficina para la Consolidaci¨®n de la Unidad), una asociaci¨®n politizada y cercana al presidente Mohamed Jatam¨ª. Sin embargo, esta organizaci¨®n se desmarc¨® de las protestas a partir del lunes, cuando los incidentes violentos empezaron a generalizarse. Dio la impresi¨®n de que los estudiantes estaban divididos, a pesar de que contaban con una gran simpat¨ªa popular y de que eran, en su mayor parte, ajenos a los actos vand¨¢licos.
En cuanto a los residentes del campus de Amirabad, donde se inici¨® la protesta pac¨ªfica, son, por lo general, chicos de provincias que no pueden costearse un alojamiento mejor. Las habitaciones, que comparten tres o cuatro universitarios, son modestas, con literas, unos peque?os armarios y una mesa sobre la que no falta una tetera. Para estudiar prefieren sentarse en el suelo sobre una estera. Los ba?os, compartidos, se encuentran al final del pasillo. Una pintada reciente en el primer piso del bloque 14 lo dice todo: "Quienes disfrutan de la vida no saben por lo que pasamos".
Ese bloque y el vecino n¨²mero 15 son los que m¨¢s da?ados han quedado por la intervenci¨®n policial en la madrugada del d¨ªa 9. Muchas de las puertas de las habitaciones han sido echadas abajo a patadas; los cristales est¨¢n rotos y los muebles tirados por el suelo. La mayor¨ªa de los ocupantes se han marchado y los que quedan trataban de arreglar ayer sus habitaciones como pod¨ªan.
No fue posible hablar con ellos. El permiso autorizaba a visitar los alojamientos, pero no a hacer preguntas. M¨¢s tarde, fuera del campus, uno contar¨¢ la pesadilla: "Romp¨ªan las puertas, lanzaban botes de gases lacrim¨®genos y cuando ¨ªbamos saliendo nos mol¨ªan a palos".
La reacci¨®n policial hizo que muchos m¨¢s estudiantes se solidarizaran con ellos, no s¨®lo de la gigantesca Universidad de Teher¨¢n, la mayor universidad p¨²blica del pa¨ªs, sino incluso de instituciones privadas. "La calle se llen¨® de estudiantes, incluso de chicas de las vecinas residencias femeninas. Hasta vinieron muchachos y muchachas del norte de Teher¨¢n [la zona acomodada]", recuerda un testigo presencial.
A decir de algunos observadores, la presencia de esos j¨®venes engominados, con camisetas de marca y aspecto de estar m¨¢s cerca de la oposici¨®n al sistema que del debate interno, pudo haber influido en que los dos consejeros presidenciales que acudieron a Amirabad el domingo por la noche no recomendaran a Jatam¨ª que les apoyara. "No eran sus votantes naturales, aunque muy probablemente respaldaron su elecci¨®n, pero debi¨® de darles miedo que se les escaparan de las manos", apunta un iran¨ª conocedor de los entresijos del poder. Aun as¨ª, a Jatam¨ª le cost¨® dos d¨ªas m¨¢s sancionar la represi¨®n.
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