Bienaventuranza
Bien mirado, el c¨¦lebre serm¨®n de la monta?a es la apor¨ªa m¨¢s rumbosa que ha dado la historia de la humanidad. Bienaventurados los que no hacen otra cosa que recibir, porque ellos, all¨¢ en el reino de los cielos, ver¨¢n cumplidas sus esperanzas de no hacer otra cosa que dar. Alberto Elvira lleg¨® a Las Ventas -que con el reino de los cielos s¨®lo se asemeja muy, pero que muy lejanamente- con la lecci¨®n aprendida. Fue el ¨²ltimo en entrar en cartel y sali¨® convertido en el primero. La causa fue la inoportuna lesi¨®n de Juan Jos¨¦ Padilla. Llegaba el madrile?o con las del beri. En el recuerdo estaba su protestad¨ªsima actuaci¨®n en San Isidro y ven¨ªa con hambre de desquite. Dicho y hecho, para ¨¦l fue el ¨²nico toro que embisti¨® con cierta donosura -no mucha, ya se ha dicho, esto no es el cielo- y acert¨® a endilgarle una faena aseadita, con gusto y, como dir¨ªa un castizo, a tono.El resto, muy desentonado. Ni los toros de Alonso Moreno ni los poco placeados diestros quisieron hacerse eco de bienaventuranza alguna. Los primeros ven¨ªan con fama de duros. Pues no. Desde deslucidos a mansos pasando por inv¨¢lidos y algo bobos admitieron todas las hip¨¦rboles del aburrimiento. Los segundos, que luc¨ªan cartel de segundos con ganas de primeros, tampoco. S¨¢nchez exhibi¨® buena disposici¨®n. La muleta adelante, el comp¨¢s abierto y... ni uno. Aqu¨ª, un enganch¨®n; acull¨¢, un alivio improcedente. Mariscal sac¨® la izquierda, la de verdad, y ante la sorpresa de la feligres¨ªa, ah¨ª que quedaban unos pases medidos. El problema es que a estas alturas el animal mostraba un cansancio secular. Quiz¨¢ fuera simple sue?o. Eso en su primero. En el segundo, un manso rebrincado, con peligro y con menos recorrido que un reventa sin entradas... nada. Una nada que para s¨ª la so?ara el mismo Sartre.
Moreno / S¨¢nchez, Elvira, Mariscal
Toros de Alonso Moreno, en general faltos de trap¨ªo, descastados y flojos, excepto 5?, algo noble, y 6?, un manso indomesticable.Andr¨¦s S¨¢nchez: media estocada (silencio); media ca¨ªda (algunos pitos). Alberto Elvira: estocada trasera (vuelta con protestas); estocada (oreja con protestas). Luis Mariscal: estocada trasera, descabello -aviso- y tres descabellos m¨¢s (silencio); bajonazo (silencio). Plaza de Las Ventas, 18 de julio. Media entrada.
En esto lleg¨® Elvira, el ¨²ltimo, y fue el primog¨¦nito. En su mortecino primero dio en ense?ar unos derechazos con gusto y algo de temple. Eso s¨ª, eran derechazos. Los mismos que a las figuras les abren puertas, lisonjas y abrazos... pero no es el caso. Con el que hac¨ªa quinto, la promesa de algo mejor se cumpli¨®. Tambi¨¦n este toro hab¨ªa escuchado alguna bienaventuranza. Era el m¨¢s chico de la corrida y, lo que es acudir a catequesis, era el ¨²nico con la embestida y el trap¨ªo que debe exigir el cielo (perd¨®n, Las Ventas). Tras un esmerado tercio de banderillas a cargo de Luis Carlos Aranda y Juan Antonio C¨¢ceres, llegaron tandas ligadas primero con la derecha, luego al natural. Pues eso, bienaventurados los que ligan porque de ellos ser¨¢n las orejas. La emoci¨®n escasa, el astado no daba para m¨¢s, pero con clase. Pues eso, en tiempos en que el primero se lo come todo y con ovaci¨®n cerrada, lleg¨® el ¨²ltimo y... bienaventurado ¨¦l.
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