Juana Serna
Las mujeres ocupamos siempre el mismo lugar en cualquier espacio en el que definitiva, provisional o circunstancialmente nos encontremos. Esto es lo que mantiene la teor¨ªa feminista que, desgraciadamente, los hechos se encargan de confirmar diariamente. En efecto, recluidas hist¨®ricamente en el ¨¢mbito de lo privado, la mayor¨ªa de las mujeres cumplen escrupulosamente su misi¨®n, a saber: cubrir en todos los ¨®rdenes las necesidades afectivas de los miembros de la familia e incluso la de otros seres vivos que en ella conviven como son animales y hasta plantas. Y lo hacen llevando la ¨¦tica del cuidado demasiadas veces hasta la heroicidad. Una heroicidad callada e inadvertida para los dem¨¢s. Esta labor que desempe?an las mujeres, es imprescindible para que todos los varones y mujeres lleguemos a adquirir la ciudadan¨ªa, para ser sujetos de derechos y obligaciones, para ser gentes capaces de dirigir el mundo. Estaremos de acuerdo en que tales personas, en su mayor o menor esplendor, no surgen como las setas, sino que con anterioridad han debido ser convenientemente criados, cuidados asistidos y educados; confortados en sus momentos de angustias, acompa?ados en sus dudas, apoyados en sus decisiones, escuchados en sus conflictos y todo ello durante una largu¨ªsima etapa de su vida que volver¨¢ a repetirse en la ancianidad, donde otra vez encontrar¨¢n ese cuidado dispensado por mujeres. Sin embargo, tan necesaria actividad social, y en ocasiones extenuante trabajo, carece de reconocimiento. No me refiero a recibir alabanzas. Me refiero sin duda a ese reconocimiento que tiene consecuencias pol¨ªticas, econ¨®micas o sociales que aborda Victoria Sau. Es decir, se trata de una actividad que no entra en el plano de lo que en sentido amplio llamamos cultura, sino que est¨¢ circunscrito al "estado de naturaleza". Este es el diab¨®lico mecanismo en el que continuamos atrapadas, cuyo rostro m¨¢s oscuro se expresa en la violencia que se ejerce contra ellas, por el hecho de ser mujeres, y cuyo resultado con frecuencia son las muertes que casi diariamente se producen sin que la sociedad se conmueva por ello; todo lo m¨¢s reaparece de vez en cuando un cierto inter¨¦s que no va m¨¢s all¨¢ de una moda, en cuyo momento se anuncian grandes reformas y proyectos que quedan en alg¨²n parche legislativo. Tarea que se realiza de espaldas a las asociaciones de mujeres. Esta es la situaci¨®n que desde el punto de vista estructural y una perspectiva de g¨¦nero corresponde a las mujeres. Por tanto, a todas afecta con independencia de su biograf¨ªa o curriculum, as¨ª como los varones se alinean dentro de un g¨¦nero hegem¨®nico, con independencia de su propia peripecia vital. Y as¨ª ocurre en esta y en todas las sociedades. ?Y qu¨¦ pasa en el ¨¢mbito p¨²blico? ?Qu¨¦ sucede cuando las mujeres, a trav¨¦s de un largo camino que comenz¨® hace m¨¢s de 100 a?os, han podido por fin acceder a ¨¦l? Dice Amelia Varc¨¢rcel que las mujeres, en el espacio p¨²blico cumplen los tradicionales votos de obediencia, castidad y pobreza. Sus actuaciones y sus palabras para cobrar valor han de ser ratificadas por un var¨®n del mismo o incluso inferior rango y el poder que se les confiere no les proporciona la capacidad para intervenir en la configuraci¨®n de la realidad. En definitiva, no son investidas de autoridad porque se les niega cualquiera de sus atributos. Estas y otras reflexiones son las que hacemos en tantos debates y que analizamos con un doble objetivo como es por un lado, explicarnos las causas por las que pertenecemos a un g¨¦nero devaluado, junto a la enorme dificultad de hacerlo visible y por otra parte, elaborar estrategias para conseguir un aut¨¦ntico cambio cultural en el que verdaderamente las diferencias no sean sin¨®nimo de discriminaci¨®n para nadie. Estas y otras reflexiones, digo, son las que vengo haci¨¦ndome desde que Juana Serna est¨¢ en el ojo del hurac¨¢n que se cierne sobre el PSPV. Desconozco absolutamente cuanto ocurre en el interior de la organizaci¨®n socialista de nuestra comunidad y, junto a mis conciudadanos, espero que resuelvan sus conflictos por el bien del sistema democr¨¢tico. Y, pienso que, incluso para los analistas pol¨ªticos, resulta extraordinariamente dif¨ªcil adentrarse por el intrincado camino de averiguar qui¨¦nes tienen m¨¢s o menos raz¨®n desde sus respectivas posturas y cu¨¢l de ellas ser¨ªa la que estar¨ªa en mejores condiciones para aglutinar a su militancia. Como todo el mundo, observo que se trata de una profunda crisis en la que intervienen numerosas familias regidas, sin ning¨²n g¨¦nero de dudas, por varones. Y me pregunto por qu¨¦ a la cabeza de la crisis y para administrar la misma han puesto precisamente a una mujer. Estoy convencida de que tal decisi¨®n no responde -seg¨²n la tipolog¨ªa que hace Celia Amor¨®s- a un "pacto patriarcal juramentado", sino sencillamente a un "pacto patriarcal seriado" que es el que se produce inconscientemente, por pura coincidencia, sin intenci¨®n ninguna, sino porque ¨¦sta les ha parecido la decisi¨®n m¨¢s id¨®nea. Y Juana Serna, que tantas veces ha renunciado a los cargos que le han propuesto acept¨® este duro encargo -?cu¨¢ntas mujeres acuden cuando se trata de contribuir a solucionar conflictos entre las gentes que quieren!-. Juana Serna ha puesto a disposici¨®n de su partido todo el gran potencial humano, intelectual y pol¨ªtico que posee, pero ?tiene en sus manos las herramientas necesarias para afrontar tan dif¨ªcil coyuntura? Creo que no y pienso que muchas otras personas, entre quienes son mayor¨ªa las mujeres, que si los socialistas son capaces de permitir que se queme un activo pol¨ªtico del peso espec¨ªfico de Juana Serna cometer¨¢n una equivocaci¨®n m¨¢s. Me atrevo desde aqu¨ª a pedirle que no se autoinmole en esta situaci¨®n que amenaza con arrastrarle a ella porque todav¨ªa tiene mucho que hacer y es un importante referente pol¨ªtico. Tambi¨¦n me atrever¨ªa a decir que esta crisis solapada o abiertamente existe hoy en todos los partidos, en todas las organizaciones y grupos, porque lo que est¨¢ en juego es el modelo de organizaci¨®n. Recuerdo unas palabras de la que era ministra de Asuntos Sociales noruega en 1994 -no recuerdo su nombre, cosas de la edad-, que con ocasi¨®n de una reuni¨®n en el Senado y a prop¨®sito de los sistemas de representaci¨®n hac¨ªa la siguiente reflexi¨®n y cito de memoria: El pluralismo, la armonizaci¨®n de la pluralidad es el reto que debemos plantearnos. Las formas de organizaci¨®n tradicionales ya no tienen vigencia, hemos de encontrar f¨®rmulas nuevas porque a¨²n venimos bas¨¢ndonos en los modelos que en su d¨ªa se adoptaron a semejanza de la Iglesia y el Ej¨¦rcito. Sin embargo, la organizaci¨®n jer¨¢rquica se compadece mal con la realidad plural. No es f¨¢cil y en esta b¨²squeda vamos a errar muchas veces, pero es imprescindible comenzar a caminar en esa direcci¨®n. Por mi parte estoy de acuerdo con ella y creo que todos estamos llamados a emprender esa urgente tarea, siendo conscientes en nuestra cr¨ªtica hacia los dem¨¢s que nos faltan ideas, modelos y aut¨¦nticas soluciones. Porque el paradigma de la modernidad, en el que todav¨ªa nos movemos requiere profundas transformaciones. Por eso no es posible continuar eludiendo nuestra responsabilidad y no podemos trasladarla por entero a los que hoy son protagonistas de tan inevitables conflictos aplicando la conocida frase de "que inventen ellos".
Emilia Caballero es abogada.
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