Europa como subproducto
Los soci¨®logos llamamos subproductos a aquellos objetivos que s¨®lo pueden alcanzarse si no se proponen como meta, de modo que se consiguen siempre por v¨ªa indirecta, como, por ejemplo, el amor y, sobre todo, la confianza. Uno desconf¨ªa de aqu¨¦llos que tratan manifiestamente de conquistar nuestra confianza mientras que ¨¦sta brota espont¨¢neamente de una relaci¨®n continuada que ten¨ªa otros objetivos. Se trata de algo muy frecuente en pol¨ªtica, donde las expectativas p¨²blicas atenazan la acci¨®n y se es tanto m¨¢s libre cuanto m¨¢s se trabaja contra lo esperado.Pues bien, la construcci¨®n de Europa ha seguido ese camino tortuoso e indirecto. Frente a quienes, como Spinelli, propon¨ªan alcanzar una Europa pol¨ªtica y federal, el llamado "m¨¦todo funcionalista" de Jean Monnet acab¨® triunfando: optemos por el objetivo moderado de la uni¨®n econ¨®mica y ¨¦ste tirar¨¢ poco a poco de la uni¨®n pol¨ªtica. La uni¨®n pol¨ªtica era (y sigue siendo) un objetivo que s¨®lo puede alcanzarse como subproducto; si lo proponemos directamente, generar¨¢ tanto recelo y desconfianza que nunca podr¨¢ alcanzarse. Que la econom¨ªa tire de la pol¨ªtica y ¨¦sta de la sociedad y la cultura.
Y as¨ª, comenzando modestamente con la uni¨®n del carb¨®n y del acero y a trav¨¦s de los tratados de Par¨ªs, Roma, Maastricht y Amsterdam, se ha avanzado desde la uni¨®n econ¨®mica a la monetaria y desde ¨¦sta se pretende avanzar a la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n hacia una verdadera UE. En el camino, lo que fueron meros acuerdos trasnacionales pasaron a ser verdaderas transferencias de soberan¨ªa desarbolando la arquitectura pol¨ªtica de las democracias europeas y ampliando el llamado d¨¦ficit democr¨¢tico de la Uni¨®n. Los pueblos transfieren (y suman) soberan¨ªas, pero ?ante qui¨¦n responde la pl¨¦yade de Coreper que toma decisiones antes controladas por los parlamentos nacionales? Es m¨¢s, cabe sospechar que, m¨¢s que ante un da?o colateral, nos encontramos ante una estrategia consciente: llevemos a Europa aquellas decisiones que deseamos extraer del ¨¢mbito parlamentario.
La guerra de Kosovo ha servido para exhibir esta perversi¨®n hasta el extremo. Pues no se trata ya de que la decisi¨®n de entrar en guerra se ha tomado fuera del ¨¢mbito parlamentario de los Estados agresores obviando sus requerimientos constitucionales y sin que ello provoque la m¨¢s m¨ªnima conmoci¨®n. Es que se ha tomado tambi¨¦n fuera del ¨¢mbito de la Uni¨®n poniendo de manifiesto su impotencia pol¨ªtica. Al final, la pol¨ªtica de Europa de seguridad recae en el presidente de los Estados Unidos, quien la ejecuta a trav¨¦s de la OTAN. Que esto no es aceptable ni siquiera para "los mercados" lo muestra la ca¨ªda del euro, pues ?c¨®mo apostar por una moneda cuya defensa depende de un ej¨¦rcito pagado en otra moneda? Al parecer, la moneda de reserva del euro resulta ser el d¨®lar. Y, por la misma parad¨®jica regla de tres, Mr. PESC no puede ser lo que tiene que ser, sino algo distinto, para as¨ª poder ser lo que debe ser. Javier Solana acumula en su brillant¨ªsima carrera todas las contradicciones necesarias para hacer de ¨¦l el representante de lo irrepresentable. Desde ser f¨ªsico y ministro de Cultura a ser anti-OTAN y su secretario general, pacifista y militarista, antiimperialista y proamericano, tiene ahora como tarea la de construir la pax europea de modo que ¨¦sta sea seguridad americana. Lo sorprendente es que s¨®lo as¨ª podr¨¢ construir una verdadera pol¨ªtica exterior europea y no americana: pareciendo que no lo hace.
Pero lo m¨¢s parad¨®jico de ese hacer sin hacer es, finalmente, que s¨®lo esas transferencias de soberan¨ªa que se administran a espaldas de los ciudadanos, s¨®lo ese d¨¦ficit democr¨¢tico, garantiza el respeto de los derechos de los ciudadanos de los Estados miembros. Pues sin Bruselas no habr¨ªamos podido frenar las apetencias del Gobierno PP en materia de televisi¨®n digital, ni su compadreos con las compa?¨ªas el¨¦ctricas, ni tampoco la competencia desleal del Gobierno vasco con las regiones vecinas y un largo etc¨¦tera de abusos que hoy son limitados por esos mismos oscuros funcionarios que, ahora por fortuna, no rinden cuenta ante nadie. ?Habr¨¢ que concluir que para vigilar la democracia hacen falta guardianes no democr¨¢ticos?
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