La verdadera privatizaci¨®n de la sanidad
En econom¨ªa se suele distinguir entre dos tipos de actividades o productos: "bienes p¨²blicos", que son aquellos que benefician a la comunidad, aunque tambi¨¦n a los individuos, y "bienes privados", que son predominantemente valiosos para los individuos en su vida personal. En los sistemas de salud de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de Europa, donde la implantaci¨®n del Estado de bienestar tiene una larga tradici¨®n, esta distinci¨®n, en lo que se refiere a la atenci¨®n sanitaria, est¨¢ ampliamente aceptada y consensuada en la sociedad. Los cuidados de salud y la atenci¨®n sanitaria tienen la consideraci¨®n de bienes p¨²blicos en la medida en que no s¨®lo benefician al individuo, sino que tambi¨¦n benefician directamente a la sociedad, y, en este sentido, su provisi¨®n no es gratuita, pero no est¨¢ sujeta a reglas de mercado y se financia solidariamente por toda la sociedad a trav¨¦s de los impuestos.Seg¨²n esto, ?qu¨¦ es eso de privatizar? No es ni m¨¢s ni menos que cambiar la concepci¨®n social de lo que son bienes p¨²blicos y privados y pasar a la esfera de lo privado determinados bienes p¨²blicos, en la creencia de que ¨¦stos pueden ser suministrados sobre la base del ¨¢nimo de lucro y regulados por el mercado. Tanto es privatizar, por tanto, vender un hospital para que provea servicios contra precios privados, como eliminar de la esfera de la financiaci¨®n p¨²blica medicamentos necesarios que tienen que ser pagados por los ciudadanos de su bolsillo, como introducir copagos en la prestaci¨®n de estos bienes o servicios p¨²blicos como mecanismo de contenci¨®n.
Una cortina de humo
El Gobierno del PP en Espa?a se rasga las vestiduras porque se les acusa de privatizadores, por el hecho de haber creado -de tapadillo y a ¨²ltima hora- las fundaciones sanitarias en la Ley de Presupuestos Generales del Estado de 1999. Pero no nos enga?emos, no es solamente por eso. Las fundaciones no son m¨¢s que una cortina de humo de una estrategia mucho m¨¢s sofisticada que conduce inevitablemente a la privatizaci¨®n de la sanidad.Es preciso considerar que cualquier proceso de privatizaci¨®n de un sector p¨²blico, sea cual sea, requiere de un camino, una preparaci¨®n para la entrada al mercado de estos bienes o servicios y para quedar sujetos a la competencia. Primero se precisa introducir en la sociedad mecanismos que incentiven (v¨ªa fiscal) el uso de esos mismos bienes con car¨¢cter privado, ya sea directamente o a trav¨¦s de terceros (aseguradoras privadas). En segundo lugar, el proceso requiere ajustes estructurales que permitan a los servicios p¨²blicos ponerse en situaci¨®n competitiva (competencia gestionada entre aseguradoras, competencia entre los centros p¨²blicos por los clientes y por la financiaci¨®n, disgregaci¨®n del monopolio p¨²blico). Tercero, es bueno en este camino hacer crecer el sector privado para que la ciudadan¨ªa "compare y vea" que "lo mejor" es lo privado (inversiones importantes del sector privado y del mercado asegurador); y cuarto, viene tambi¨¦n muy bien, en la transici¨®n, introducir concesiones al mercado privado para gestionar instituciones p¨²blicas, asegurando mercados cautivos y bien financiados, de tal manera que los ciudadanos "prefieran" los bienes suministrados por el sector privado (hospital de Alzira).
Considerando s¨®lo estos elementos, no creo que sea para escandalizarse si se acusa al Gobierno del PP de abonar el camino a la privatizaci¨®n, ya que medidas como la reciente reforma fiscal y del IRPF, que incentivan a las empresas a contratar con aseguradoras privadas la atenci¨®n sanitaria de sus trabajadores y familias, el crecimiento que al amparo del Gobierno del PP est¨¢ experimentando el sector asegurador y proveedor privado de servicios, la fragmentaci¨®n competitiva que se pretende introducir en los centros del Insalud v¨ªa Plan Estrat¨¦gico, y dar concesiones a empresas privadas para gestionar hospitales p¨²blicos introduciendo en la gesti¨®n el af¨¢n de lucro como se ha hecho en Alzira, son elementos que claramente apuntan en esta senda. Si a esto se une que se han privatizado de hecho medicamentos que son muy utilizados y ¨²tiles para algunos colectivos ciudadanos (por cierto, sin conseguir el objetivo pretendido de contener la factura farmac¨¦utica), y que no han dudado en "amenazar" a los ciudadanos con la implantaci¨®n de copagos, creo que no es nada peregrino el que determinadas fuerzas progresistas acusen al PP de privatizar y de abonar el camino a privatizaciones m¨¢s amplias.
El asunto de la fundaciones sanitarias no es otra cosa que una pieza m¨¢s de un engranaje. No se puede negar que, en el marco del Plan Estrat¨¦gico del Insalud, desempe?an un papel clave para introducir competencias internas entre centros y financiaci¨®n acorde a la capacidad de captar clientes, con los riesgos potenciales de insolidaridad y falta de cooperaci¨®n y coordinaci¨®n que esta opci¨®n plantea (por ello fue desechada en el Reino Unido por el Gobierno del laborista Blair), y riesgos a largo plazo de profundos desequilibrios que conduzcan a que muchos centros sanitarios p¨²blicos pierdan su legitimidad y el aprecio de los ciudadanos.
No es de recibo haber dilapidado el caudal de consenso que se alcanz¨® en 1997 con la Ley de Gesti¨®n del Sistema Nacional de Salud, votada en el Congreso por el PSOE, el PP y otras fuerzas pol¨ªticas, habiendo creado sin debate y por sorpresa esta nueva forma de gesti¨®n para los centros del Insalud, y alterarse ahora por recibir cr¨ªticas. Tampoco, a mi entender, es muy adecuado pretender meter todo en el mismo saco y decir que lo que hacemos en Andaluc¨ªa (Plan Estrat¨¦gico del SAS, empresas p¨²blicas, etc¨¦tera) es lo mismo que las fundaciones. No lo es.
Cada empresa p¨²blica sanitaria en Andaluc¨ªa es creada por ley (no se hurta el debate social ni parlamentario), es 100% p¨²blica y no puede dar entrada a capital privado, no puede enajenar sus bienes por decisi¨®n propia, sus presupuestos se aprueban, desglosados, por el Parlamento, est¨¢n sujetos a auditor¨ªa de cuentas p¨²blicas y control financiero permanente, y un largo etc¨¦tera. Por contra, las fundaciones sanitarias se crean y se eliminan por acuerdo del Gobierno (sin debate parlamentario), sus planes de actuaci¨®n y financiaci¨®n se aprueban por el presidente del Insalud, pueden enajenar y vender sus bienes, y sus presupuestos no son debatidos en el Parlamento.
Creo que las diferencias de transparencia y garant¨ªa p¨²blica son obvias y notorias. Pero hay una cosa tan importante o m¨¢s que ¨¦sta, que es su enfoque estrat¨¦gico. Mientras que en el Plan del Insalud estas instituciones aut¨®nomas se desenvuelven en un entorno de competencia donde el "dinero sigue al paciente", en el caso de Andaluc¨ªa el entorno estrat¨¦gico es de cooperaci¨®n, integraci¨®n y colaboraci¨®n entre instituciones, sin renunciar por ello a valores como la mayor autonom¨ªa profesional (gesti¨®n cl¨ªnica) y la libertad de elecci¨®n m¨¢xima por el ciudadano.
Despu¨¦s de todo, si les parece, respondan a la pregunta: ?qui¨¦nes son los verdaderos privatizadores de la sanidad?
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