La receta invariable
Empieza la resaca y se escuchan retazos autocr¨ªticos en las reuniones de las ejecutivas de algunos partidos. Tan s¨®lo un mes despu¨¦s de la ¨²ltima cita con las urnas se han apagado los ecos de las declaraciones triunfales formuladas por todos los partidos concurrentes nada m¨¢s conocerse las cifras del escrutinio nocturno del 13-J. Nuevos compromisos electorales a la vista aconsejan atenerse al criterio de realidad. Pero, adem¨¢s, se impone analizar por qu¨¦ han proliferado en los ayuntamientos y en las comunidades aut¨®nomas pactos para el desalojo del PP de algunos de esos gobiernos. Es incomprensible por qu¨¦, con el viento de la econom¨ªa y de la pol¨ªtica tan a favor, el PP se ha convertido en el patito feo, en el socio indeseable. Aznar se ha referido con desagrado a los pactos de perdedores, pero el hecho es que los enanitos unidos han terminado por imponerse a Blancanieves y se han transmutado en ganadores. Ahora los partidos se preparan para las pr¨®ximas contiendas, tratan de recuperar credibilidad, de presentar programas, de designar candidatos y de movilizar a las bases y a los afines asimilables.Es el momento en el que hacen su agosto los consultores. Todos ofrecen la f¨®rmula para conseguir la mayor¨ªa que se busca. Pero las ofertas tienen distinto poder de percusi¨®n y s¨®lo los consejeros a¨²licos se saben escuchados en las c¨²pulas decisivas. Por ejemplo, en La Moncloa, la situaci¨®n del presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar preocupa a sus m¨¢s cercanos. El caso es que algunas decisiones ¨²ltimas han sido adoptadas de manera tan directa por el l¨ªder que ser¨¢ muy dif¨ªcil transferir a nadie la responsabilidad de sus efectos si se averiguan perniciosos. Por ejemplo, Aznar, al designar a Josep Piqu¨¦ portavoz del Gobierno y depositar en ¨¦l todas sus complacencias centristas, en absoluto imaginaba que este dechado de virtudes pol¨ªticas terminar¨ªa en la conferencia de prensa de cada viernes por abandonar la explicaci¨®n de los acuerdos del Consejo de Ministros para limitarse a justificar su propia conducta empresarial y dar cuenta de sus habilidades particulares cara a una optimizaci¨®n fiscal envidiada por todos. Otra decisi¨®n de Aznar, ampliamente incomprendida en su entorno, es la de prorrogar la actual legislatura, cuya consunci¨®n s¨®lo puede transcurrir en adelante de manera inerte, ya que ninguna iniciativa que se remitiera a partir del pr¨®ximo periodo de sesiones al Congreso de los Diputados tendr¨ªa tiempo de ser sustanciada por las C¨¢maras. La falta de plazos ¨²tiles deja para la siguiente legislatura cuestiones tan importantes como, por ejemplo, la reforma del Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa (CESID), que parec¨ªa ser una prioridad en marzo de 1996; las reformas legales para erradicar todas las pr¨¢cticas de financiaci¨®n irregular de los partidos pol¨ªticos; la legislaci¨®n para evitar la cristalizaci¨®n de posiciones dominantes en el espacio audiovisual; la reforma del Estatuto de RTVE de 1980; la creaci¨®n de una Comisi¨®n Nacional de Radio y Televisi¨®n, o la prometida reducci¨®n de cargos p¨²blicos y asesores ministeriales, que se ha cumplido a la inversa, por citar s¨®lo algunas de las promesas del programa electoral.
Diga o calle Aznar lo que quiera, la actual legislatura est¨¢ ya declarada a extinguir y sus plazos transcurrir¨¢n bajo los m¨ªnimos de una vida vegetativa, arrastrada, sin otra utilidad apenas que la de la aprobaci¨®n de los presupuestos generales del Estado mediante el concurso ya negociado de los votos del grupo parlamentario de Convergencia i Uni¨®. Aznar ha despertado del sue?o de una segunda victoria por mayor¨ªa absoluta y algunos consideran que, despu¨¦s de los impulsos a?adidos a sus competidores socialistas por las urnas previas catalanas y andaluzas, el triunfo de Joaqu¨ªn Almunia empieza a adquirir verosimilitud. Llegado el caso, la experiencia de Gobierno y la templanza de este vasco admirable garantizar¨ªan una alternancia exenta de vendettas y malos modos. Pero, mientras, las probabilidades de Almunia pueden inducir maximalismos defensivos y favorecer a quienes sugieren al Gobierno la invariable receta de que se adelante con el castigo disuasor a cuantos en los medios de comunicaci¨®n vienen mostrando falta de calor en el elogio al presidente.
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