Los Pirineos hacen justicia a Escart¨ªn
El corredor espa?ol obtiene su primera victoria en una gran vuelta y se coloca con opciones al podio de Par¨ªs
Los Pirineos han hecho justicia con Fernando Escart¨ªn nueve a?os despu¨¦s, como si el aragon¨¦s hubiera corrido una interminable etapa, una etapa que debi¨® empezar en 1990 y parec¨ªa serle esquiva. Una etapa que era una vida entera. Escart¨ªn ha sido testigo de muchos acontecimientos, ha ejercido de notario en las cumbres, siempre en los grupos de cabeza, siempre presente en los momentos decisivos. Ha visto pasar por su lado generaciones de ciclistas, los ha visto crecer, madurar y entrar en el ocaso en los Pirineos y en los Alpes, y nunca parec¨ªa llegado el d¨ªa que la fiesta fuera con ¨¦l. Le faltaba el punto de pegada necesario, le fall¨® la suerte. As¨ª es como Escart¨ªn parec¨ªa destinado a ser un eterno secundario, hasta que decidi¨® rebelarse. Aun en su modestia, aun en la austeridad de sus gestos, aun en su est¨¦tica sufriente, Escart¨ªn era un hombre decidido desde hace unos d¨ªas. Pero Escart¨ªn anunciaba su ataque y nadie parec¨ªa darle todo el cr¨¦dito. Ayer lo hizo a la antigua usanza, nada menos que en el Peyresourde. Dos horas despu¨¦s, Escart¨ªn terminaba la etapa de su vida. Por fin, una victoria en una gran vuelta. Por fin, el podio de Par¨ªs a su alcance. Nueve a?os despu¨¦s, Escart¨ªn recibe el derecho a pasar p¨¢gina: termin¨® la etapa m¨¢s larga de su vida alzando los brazos en la meta. Y pudo poner una sonrisa en sus labios.El pueblo hab¨ªa reconocido hace tiempo los m¨¦ritos de Escart¨ªn. El pueblo preguntaba por Escart¨ªn, se preocupaba por Escart¨ªn, aplaud¨ªa su tenacidad, simpatizaba con su figura doliente, se mostraba comprensivo con sus derrotas. No as¨ª la cr¨ªtica, que le castigaba en sus an¨¢lisis, que pon¨ªa piedras en su camino a fuerza de estad¨ªsticas, que le dejaba de lado por otros, m¨¢s brillantes, m¨¢s espectaculares, m¨¢s comerciales. Cierta cr¨ªtica (por quien esto escribe) le hurtaba el elogio, que lo ha merecido antes como ahora. Ahora Escart¨ªn es un hombre que no necesita que le abran paso. Es inmensamente feliz y tiene derecho a disfrutar de las consecuencias de la etapa de ayer: la victoria y esa espera (que ya no es desesperaci¨®n) para que amanezca el domingo y se suba al podio de Par¨ªs.
El ataque de Escart¨ªn dio paso a una etapa cl¨¢sica de monta?a. La onda expansiva termin¨® afectando a todo el pelot¨®n, que se reparti¨® en numerosos grupos y oblig¨® a los notables a viajar con billete de ida y vuelta. As¨ª le sucedi¨® a Armstrong, que eligi¨® primero la compa?¨ªa de Z¨¹lle para sentenciar el podio, y pag¨® en el ¨²ltimo kil¨®metro su esfuerzo por seguir la ruta de Escart¨ªn. O el mismo Z¨¹le, que sufri¨® penalidad en el ¨²ltimo puerto, qued¨® descolgado, esper¨® la recuperaci¨®n, se rehizo, caz¨® a Armstrong y termin¨® segundo. O Virenque, cambiando de vag¨®n constantemente. Tambi¨¦n Dufaux, el rival m¨¢s peligroso para Escart¨ªn en su lucha por el podio, que fue de m¨¢s a menos. Y, desde luego, Abraham Olano, resistente hasta el pen¨²ltimo puerto, donde se desenganch¨® de la cabeza para no volver jam¨¢s. Olano fue el principal perjudicado de la etapa, que le deja fuera del podio y casi sin opciones de recuperar la posici¨®n en la contrarreloj.
Cuando Escart¨ªn decidi¨® cambiar su destino era muy pronto para los dem¨¢s. Nadie estaba dispuesto a involucrarse en un ataque con 60 kil¨®metros por delante y tres puertos de primera categor¨ªa. Eligi¨® el momento adecuado dadas sus caracter¨ªsticas: el ataque largo en un territorio especialmente nervioso, donde los puertos se suced¨ªan sin apenas espacio para reorganizar grupos o consolidar un acuerdo. Ayer, o se sub¨ªa o se bajaba. Sin tierra de nadie, sin espacio para pensar. El m¨¦rito del corredor espa?ol fue mantener estable la diferencia (alrededor de los dos minutos) durante tan largo trayecto. Escart¨ªn encontraba de esa manera el papel que andaba buscando desde hace tanto tiempo: necesitaba para ello de un gui¨®n que exigiera un esfuerzo regular, sin altibajos, tenaz, tal y como es ¨¦l. Era su etapa, ¨¦l mismo la hab¨ªa anticipado, eran los Pirineos a la sombra del Monte Perdido, cerca de Arag¨®n, su tierra. Era el ataque que le ped¨ªa el p¨²blico, su p¨²blico, al que tiene derecho.
Escart¨ªn gan¨® la etapa y ha puesto un pie en el podio. Su situaci¨®n es estable: es segundo aunque a corta distancia de Z¨¹lle (1.07 minutos) para mantener esa diferencia en la contrarreloj del s¨¢bado. Sin embargo, tiene arsenal de minutos para defenderse frente a otros (los 2.17 minutos ante Dufaux no son del todo tranquilizadores, pero Escart¨ªn tendr¨¢ una motivaci¨®n extraordinaria). Escart¨ªn puede sonreir. Y puede hoy interpretarse de otra manera en la clasificaci¨®n: puede leerla de arriba a abajo y no al rev¨¦s.
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