Democracia y libertad
En su amable r¨¦plica del 22 de junio a mi art¨ªculo Hayek = Pinochet, del 4 del mismo mes, ambos aqu¨ª, en EL PA?S, el profesor Torres L¨®pez presenta como ant¨®nimos a dictadura y democracia. Esto es un error, porque lo contrario de dictadura no es democracia, sino libertad; es verdad que la gente identifica a las dos ¨²ltimas, pero cabe dudar de si esta equiparaci¨®n es conceptualmente acertada.Cuando Hayek dice que ante la eventualidad de dos ¨²nicas opciones, una dictadura con ingredientes liberales y una democracia sin ninguno, ¨¦l prefiere la primera, mi cr¨ªtico concluye: "Creo que no son precisos m¨¢s comentarios". Al contrario, ahora justamente son precisos.
Una dictadura no necesariamente comporta la aniquilaci¨®n de todas las libertades: a m¨ª me parecen repugnantes, pero no son lo mismo Franco y Stalin, Pinochet y Castro, Videla y Hitler.
Puede haber libertades sin democracia, como en Inglaterra durante el siglo XIX. Y puede haber democracias que socaven las libertades, como la de Hitler. No eran pocos los chilenos que pensaron y los yugoslavos que piensan que Salvador Allende y Slobodan Milosevic las conculcaron.
Que no se me acuse de b¨¢rbaro ultraliberal. Aprecio la democracia, pero si es ella nuestro valor absoluto, y no la libertad, perdemos el fundamento del Estado de derecho, que estriba en la limitaci¨®n del poder, de todo poder, incluso el democr¨¢tico. La garant¨ªa de las libertades depende crucialmente de que las restricciones del poder prevalezcan sobre sus formas.
La soluci¨®n a este dilema es s¨®lo aparentemente f¨¢cil: que las democracias nunca quebranten las libertades. No suelen hacerlo, en todo caso lo hacen menos que las tiran¨ªas; por eso, no por ser democracias, son vastamente preferibles a las dictaduras. Y como pueden ser hostiles a la libertad, las democracias han sido objeto de leg¨ªtimo recelo por parte de los liberales, desde Tocqueville hasta hoy.
Tres notas sobre sendas equivocaciones de mi comentarista. La idea de que el liberalismo "no admite otra adjetivaci¨®n de la naturaleza humana que no sea la econ¨®mica" es clamorosamente falsa. El liberalismo jam¨¢s ha padecido esa miop¨ªa, y s¨®lo sus adversarios m¨¢s ignaros se la endilgan. Desaf¨ªo a mi oponente a que revise m¨¢s de dos siglos de doctrina, desde La teor¨ªa de los sentimientos morales, de Adam Smith, hasta La fatal arrogancia, de Hayek, y que encuentre una sola cita que reduzca el mensaje liberal s¨®lo al mercado, y que ignore la ¨¦tica, la justicia, la paz y las instituciones y normas que hacen a la convivencia civilizada en libertad.
Mi menci¨®n a Salvador Allende no fue sectaria, porque no le atribu¨ª en ning¨²n caso la exclusiva responsabilidad del golpe; y tampoco fue injusta, porque, aunque soy enemigo de Pinochet, creo que tambi¨¦n puedo censurar el proceso de beatificaci¨®n que ha emprendido la izquierda con el desastroso Gobierno de la Unidad Popular. Por ¨²ltimo, nunca he considerado a EL PA?S un reducto de antiliberales, en el sentido de petrificado parapeto que excluye totalmente a los que no comparten el pensamiento ¨²nico intervencionista convencional. Esto es notoriamente inexacto, como lo prueba la generosa acogida que el Grupo PRISA (este peri¨®dico, la SER, Claves y Taurus) ha brindado desde hace a?os a un liberal como yo, pertinaz militante de la excepci¨®n a la regla. S¨®lo he dicho, y mantengo, que las ideas "pol¨ªticamente correctas", es decir, equivocadas, predominan en sus p¨¢ginas. Esto, por cierto, no s¨®lo no me molesta, sino que me agrada sobremanera, porque me ha permitido entablar enriquecedoras pol¨¦micas con personas por lo general ilustradas y corteses como el profesor Torres L¨®pez. Y que sea por muchos a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.