Armstrong certifica su fiabilidad
El l¨ªder se adjudic¨® la ¨²ltima contrarreloj con escaso margen ante Z¨¹lle, que le quit¨® la segunda plaza a Escart¨ªn
La contrarreloj final dibuj¨® algunos matices sobre los resultados de la carrera. Sirvi¨® para explicar la solidez del ¨¦xito de Lance Armstrong en este Tour, fabricado sobre sus excelentes prestaciones en todos los terrenos. Armstrong ha mantenido una l¨ªnea de regularidad muy acorde con los grandes campeones: a pesar de que la etapa era un simple protocolo para ¨¦l, no la dej¨® de lado, para sumar su cuarto triunfo de etapa. La jornada fue agradable para Z¨¹lle, que se acerc¨® a los tiempos del l¨ªder en un tremendo final, y que cierra este Tour con una actuaci¨®n convincente. La sorpresa la dio ?ngel Casero quien, contra pron¨®stico, intent¨® el asalto a la cuarta posici¨®n. No lo logr¨®, pero firm¨® su mejor tarde y se marcha a Par¨ªs con el quinto puesto bajo el brazo. La contrarreloj fue severa con Abraham Olano, demasiado desplazado para su condici¨®n de especialista: su relaci¨®n con el Tour sigue siendo tormentosa. La ¨²ltima contrarreloj no suele producir grandes sobresaltos ni tiene utilidad para elevar las conclusiones a definitivas. Mucho menos cuando se celebra con el podio resuelto, como era el caso de ayer y como lo ha sido en los ¨²ltimos tiempos (salvo Roche en 1987 ante Delgado y LeMond en 1989 ante Fignon, no ha resuelto el liderato). La t¨¦cnica deja m¨¢s espacio a las reservas con que los ciclistas llegan a esta cita. La motivaci¨®n juega un papel importante. Quiere ello decir que hab¨ªa que considerar m¨¢s que otras veces lo que anda por la cabeza de cada ciclista y lo que dicen sus piernas. Debi¨® ser el caso de Casero, especialmente motivado: ten¨ªa en sus manos la posibilidad de ser 5?, pero tambi¨¦n corr¨ªa el riesgo de ser superado por Olano: les separaban 55 segundos. Era un d¨ªa especial para Fernando Escart¨ªn, que deb¨ªa emplearse en la defensa de su posici¨®n en el podio con un buen colch¨®n de minutos y daba por descontado que Z¨¹lle le quitar¨ªa la segunda plaza. Y lo era tambi¨¦n para Z¨¹lle, hambriento de sensaciones positivas. Armstrong era otra cosa en este reparto de papeles, la contrarreloj no iba con ¨¦l, pero era evidente que su car¨¢cter ganador le exig¨ªa un detalle de ¨²ltima hora para certificar que su dominio en este Tour no admite discusi¨®n.Armstrong hizo ese esfuerzo. Sali¨® como un b¨®lido, estableciendo su jerarqu¨ªa desde la primera referencia. La contrarreloj parec¨ªa sentenciada en el kil¨®metro 13, cuando tomaba cuenta de Z¨¹lle y Olano. Eran 16 segundos de diferencia, demasiado cuando se trata de especialistas. El l¨ªder estaba ah¨ª para seguir marcando de amarillo su territorio.Pero la contrarreloj ofreci¨® algunos detalles para la especulaci¨®n. Se pudo observar la buena marcha de Casero. Se pudo apreciar que Z¨¹lle estaba dispuesto, al menos, a soportar el ritmo del l¨ªder. Se pudo ver a Escart¨ªn defendi¨¦ndose sin traumatismos. Pero algo pasaba con Olano que no funcionaba: la segunda referencia le situaba a 55 segundos de Z¨¹lle, cuando hab¨ªan marcado el mismo tiempo en la primera. Demasiada diferencia en 15 kil¨®metros, tanta como para preguntarse si se hab¨ªa producido un pinchazo, una ca¨ªda, algo que explicara el boquete. No hubo explicaci¨®n. A partir de ese momento, Olano desapareci¨® de la escena, a pesar de que la jornada le permit¨ªa avanzar dos posiciones en la general, en detrimento de Virenque y Nardello. Su final cierra un Tour deprimente para este corredor: sab¨ªamos de sus dificultades en la monta?a, y los pron¨®sticos las volvieron a poner en evidencia, pero no se contaba con sus derrotas en la contrarreloj. Y en esas circunstancias, Olano se convierte en un corredor sin objetivos, sin un gui¨®n que seguir en una carrera tan exigente como es el Tour. Olano es consciente de que ha llegado a un trance dif¨ªcil en su carrera: su candidatura como hombre de podio ha quedado en entredicho en una edici¨®n que ten¨ªa un recorrido apto para sus condiciones.
Definidas las posiciones, s¨ª pudo observarse que Z¨¹lle no ced¨ªa en su debate con el l¨ªder. De tal suerte, que redujo la diferencia en el tramo final, hasta dejarla en nueve segundos. Z¨¹lle volvi¨® a cruzar la meta alcanzando la velocidad punta, en plena explosi¨®n de esfuerzo. Z¨¹lle repiti¨® as¨ª el mismo dise?o de contrarreloj que en Metz, seg¨²n una l¨ªnea de menos a m¨¢s, progresi¨®n que tiene un especial significado para ¨¦l. Z¨¹lle ha podido cerrar una actuaci¨®n regular que le ha permitido superar el trance de la segunda etapa. No ha tenido altibajos, ni desapariciones imprevistas. No ser¨¢ la primera vez que visite el podio, pero s¨ª la primera que lo haga con el convencimiento de que no se ha parecido a s¨ª mismo. Y eso en un hombre de sus caracter¨ªsticas debe tener mucho valor.
Y queda Armstrong, un nuevo protagonista para el ciclismo de ahora, tan confuso, en equilibrio inestable. Armstrong no es Ullrich y tampoco es Pantani. No es siquiera una mezcla de ambos. No es un joven precoz que acaba de salir de la adolescencia, ni un personaje genial, mediterr¨¢neo como Pantani. Armstrong es un hombre maduro a pesar de su juventud, un deportista que sabe lo que quiere. El ciclismo se enriquece con este nuevo l¨ªder en tiempos tan dif¨ªciles. El detalle de haber ganado la contrarreloj de ayer tiene un doble significado: Armstrong ha querido decir que luchar¨¢ por el Tour el a?o que viene.
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